Felipe A. Páucar Mariluz.
Antes eran los dirigentes cocaleros quienes posaban para la foto, ahora son los regidores, alcaldes, consejeros y presidentes regionales, pero los resultados siguen siendo insignificantes. |
El Monzón vuelve a
las calles y el debate entorno a la coca, el narcotráfico y el desarrollo
alternativo en este valle y en todas las cuencas cocaleras se nutre de mentiras
y medias verdades. Cada quien en su trinchera, defendiendo o despotricando de la
controvertida planta milenaria. Pero cual es la verdad de todo este carrusel de
opiniones y decisiones, muchas sin sentido y otras que no contribuyen a la
solución del problema.
Hace unos meses
Flavio Mirella de Unodc, aseguró que los cultivos alternativos superan
largamente a los cultivos ilícitos de coca, antes de él, lo dijeron también
Devida y Usaid, pero no se conoce con precisión donde están ubicados estos
cultivos, ni quienes son los beneficiarios directos, con cuánto de dinero,
insumos o asistencia técnica se apoyó a cada agricultor. Como si esta
desinformación fuera poco, menos se conoce si la pequeña ayuda entregada para
cultivos de café, cacao o palma aceitera, sirvió realmente para mejorar la
condición económica de los ex cocaleros como se asegura pomposamente.
Ante las
observaciones sobre el pobre desempeño de Devida y Usaid o Naciones Unidas con
relación al desarrollo alternativo, ahora se opta por darle plata para este fin
a las municipalidades provinciales y distritales que manejan los recursos a su
libre albedrio y destinando mayor cantidad de los millonarios presupuestos a la
parte administrativa, y se contratan técnicos sin experiencia, aplicando
criterios de favores políticos, conduciendo al fracaso a los proyectos que
cuestan muchos millones al erario nacional.
Se organizan
eventos internacionales sobre desarrollo alternativo o control de los cultivos
de coca, donde los cocaleros son los ausentes o los convidados de piedra, por
una mala política del gobierno que discrimina y reprime a los agricultores cocaleros
en beneficio de los funcionarios de las instituciones y de operadores de medios
de comunicación vinculados al ministerio del Interior o a Devida.
En 1980 cuando se empezó
a erradicar la coca existían menos de 25 mil hectáreas de cultivos de coca, hoy
según Naciones Unidas hay mas de 62 mil, pero la realidad es que podrían pasar
de los 70 mil, mientras el Corah año a año manifiesta que erradica miles de hectáreas,
incidiendo en lugares como Tocache y Tingo Maria o Aguaytia y ahora el Monzón,
donde se busca constituir espejos para la propaganda mediática a favor de los
financistas de la guerra contra las drogas.
Se descarga todo el
peso de la represión contra los débiles de la cadena mafiosa del narcotráfico,
pero no se hace lo mismo con los varones de la droga, con los lavadores de
dinero, con los comercializadores internos y externos de insumos químicos, como
tampoco se investiga a políticos, comerciantes e industriales o efectivos de
las fuerzas de control, metidos hasta el
cuello en el problema. Esto no es ningún secreto.
En el área rural de
las cuencas cocaleras se respira pobreza, por que los precios del café, cacao y
palma aceitera, las ‘estrellas del desarrollo alternativo’ cayeron en forma
estrepitosa en los últimos 3 años, no así los costos en mano de obra, insumos y
capital que se incrementaron hasta un 150 por ciento, pero eso no importa a los
funcionarios que sirven para sorprender o manipular a los medios de
comunicación y periodistas, para enarbolar una realidad ficticia, sin el menor
rubor.
Los proyectos se
elaboran y aplican de arriba hacia abajo, por que no se tiene en cuenta las
propuestas de los agricultores, es mas cuando les solicitan dialogo o
entrevistas no les conceden en un acto de discriminación y autoritarismo. Pero
sí se reúnen con los alcaldes, regidores, consejeros o presidentes regionales,
para terminar en abrazos, risas y brindis.
Los dirigentes
cocaleros de la Conpaccp
solicitaron un empadronamiento para conocer donde están ubicados los cultivos de
coca y quienes son los propietarios, con el fin de tener una estadística real y
no las fantasiosas que se utilizan para presionar la erradicación violenta de
los cocales, pero el gobierno y sus voceros lo han negado y satanizado e
inciden en calificar a los cocaleros como narcoterroristas, por el solo hecho
de defender su cultivo.
El presidente
Ollanta Humala en campaña dijo que no erradicaría los cultivos de coca, pero
una vez en palacio dispuso la represión con mayor fuerza, siguiendo la
estrategia de anteriores gobiernos que aceptaron sumisamente el plan de lucha
contra las drogas, que incide equivocadamente en la represión al cocalero.
Los dirigentes solicitaron
investigación a los ejecutores del desarrollo alternativo, de la erradicación
de los cultivos de coca, a los estrategas del combate al narcotráfico, en todos
los niveles desde el año 2000, para establecer correctivos y responsabilidades,
pero no se escucha y menos se actúa.
¿Hasta cuándo el
ruido de los aplausos sobre supuestos grandes logros en desarrollo alternativo
o lucha contra las drogas, opacará los reclamos y denuncias? ¿Hasta cuándo la
mentira o las medias verdades, se impondrán a la transparencia y la verdad?
¿Por cuántas décadas más seremos testigos de la confrontación por la coca y el
narcotráfico? Son las preguntas del
millón, que estamos seguros no se atreverán a contestar, como sucedió en tantas
otras oportunidades.
Mientras tanto, el
carrusel de millones de la ‘ayuda extranjera’ es cada vez menor y los
presupuestos con recursos peruanos se incrementan, para gastarlos en pequeñas
tareas que se atomizan y no cumplen ningún rol fundamental en terminar con las
mafias de la droga o lograr una economía alternativa sostenible de los cultivos
tradicionales de cacao, café, palma aceitera, plátanos, que en la mayoría de
veces toman impulso por el incremento de precios en el mercado internacional y
el esfuerzo de los propios agricultores.