domingo, 4 de noviembre de 2018

Crisis en la cadena del cacao: Sombras en el presente y futuro.

Magistral presentación de María Inés Justiniano, Lorena Troncoso, Evelyn Páucar Dávila y Maruja Granados   en la elaboración del fino chocolate en el IX Salón del Cacao y Chocolate 2018.

Propuesta: “fortalecer las capacidades para gestionar políticas, así como la institucionalidad, las normativas, los planes, y las estrategias para la innovación, competitividad y sostenibilidad en la producción de cacao y chocolate.”

La producción mundial de cacao supera los 4 millones de toneladas de granos y cinco países (Costa de Marfil, Ghana, Indonesia, Nigeria y Camerún) concentran el 84% de la producción mundial.

El continente africano es responsable del 73 % de la producción y del 64 % de la superficie sembrada de cacao. Los países de América contribuyen con el 17 % de la producción mundial y el 17 % del área sembrada de cacao, Asia y Oceanía aportan el 10% de la producción y el 19 % de la superficie sembrada.

El Ministerio de la Producción mediante los CITE viene trabajando en el valor agregado del cacao.

En cincuenta años la producción de cacao ha crecido de manera sostenida: se ha logrado cuadruplicar la oferta mundial de cacao, especialmente durante las décadas de los ochenta, noventa y la primera del actual siglo. Sin embargo, a partir del año 2011 se nota una importante reducción de la tasa de crecimiento de la producción mundial de cacao - se estima una reducción de 300 mil toneladas - con respecto a la producción de la cosecha del 2011, según cifras que son corroboradas por el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, IICA.

Datos de la FAO, SAGARPA y pronósticos de la Organización Internacional del Cacao, ICCO, indican que el promedio de producción de cacao entre 2006 y 2016 de Perú (noveno) fue de 56,586 TM, frente a 1’461,267 TM de Costa de Marfil el primer productor mundial. En Latinoamérica Brasil se ubica en sexto lugar con una producción promedio de 224,159 TM.

En versión del Ministro de Agricultura Gustavo Mostajo el Perú alcanzó en 2017 la producción de 120 mil toneladas de grano con un ingreso superior a los 300 millones de dólares que permitieron “sacar de la pobreza” a 90 mil familias, cuando en realidad la estimación técnica es de 85 mil toneladas producidas en 130 mil hectáreas, donde San Martín es el primer productor con aproximadamente 40 mil hectáreas.

Cacao fino de aroma, es el mejor cacao, pero al productor se le paga igual.

En el pasado la producción mundial de cacao era dependiente de la tecnología (escasa), plagas y enfermedades (Moniliasis, Podredumbre negra, Escoba de brujas, Carmenta, etc), así como precios fluctuantes. Hoy además de estos factores es altamente dependiente de las condiciones climáticas (cambio climático). Las lluvias, temperaturas y humedad relativa creciente, a los que se agrega la presencia de metales pesados como el Cadmio tendrán un impacto negativo irreversible en la producción cacaotera.

En el Simposio Nacional “Cacao – Cadmio, perspectivas al 2019” organizado por la Universidad Nacional Agraria de la Selva y la Asociación Peruana de Productores de Cacao, APPCacao, se expusieron las principales investigaciones con el fin de superar el problema que representa la presencia de Cadmio en el grano de cacao en niveles superiores a los permitidos por países de la Unión Europea. La Organización Mundial de la Salud (OMS) avaló sin una investigación científica que se pusiera como límite enero de 2019 para aplicar restricciones a la compra del chocolate y polvo de cacao, que significarán un impacto aun no evaluado en lo social y económico para los productores en crisis. ¿Qué sucederá a partir de enero 2019? A todas luces lo que se viene podría intensificar el panorama sombrío actual.

En el IX Salón del Cacao y Chocolate 2018, realizado entre el 19 y 22 de julio con el objetivo de: “Integrar a los diferentes agentes económicos nacionales e internacionales de la cadena productiva del cacao, para gestionar conocimiento, intercambiar información, establecer redes de contacto y promover la actividad comercial del cacao y derivados en el mercado nacional e internacional.”, se apreció a decenas de empresas productoras de chocolate privadas, cooperativas, asociaciones mostrando productos con marcas y presentaciones diversas que fueron degustadas y adquiridas por cerca de 15 mil de visitantes nacionales y extranjeros.

El primer invitado internacional fue el país de Bélgica. En negocios las ventas a futuro sumaron 10 millones de dólares. La Cooperativa Norandino de Piura ocupó el primer lugar y la Cooperativa Alto Huallaga el quinto puesto en grano de calidad. La Cooperativa Q’ori Warmi conformada por mujeres Asháninkas del Vraem con su producto Tsinane 75% chocolate obtuvieron medalla de oro en su primer año de refundación. 

Hugo Huamani organizador del Simposio Nacional sobre Cadmio en cacao – UNAS, APPCACAO.

Es una constante en las nueve ediciones del primer evento cacaotero - chocolatero nacional, que la presencia de los productores de grano y chocolate de provincias en las ferias y salones en mayoría depende del subsidio por gobiernos regionales, locales y gobierno nacional a través de  instituciones que apoyan el cultivo y su manufactura, demostrando así no haber alcanzado independencia y solvencia económica que les permita cubrir sus propios gastos de participación o quizás sea por su elevado costo. Este tipo de eventos nacionales e internacionales no han tenido incidencia significativa en el incremento del consumo percápita que en el país es bajo (900 gramos), comparado con países desarrollados donde se puede alcanzar consumos de hasta 7 kilogramos/persona/año.

Este año hubo observaciones sobre la prioridad de apoyo financiero y logístico a expositores que otorgan gobiernos regionales y locales, así como Devida y otros operadores del desarrollo alternativo, a empresas particulares en desmedro de asociaciones, cooperativas y productores de grano que manufacturan un porcentaje de su producción para darle valor agregado. Los miembros del jurado calificador también fueron criticados. Situación que deben tener en cuenta los organizadores y auspiciadores.

La conclusión no evidenciada que es que en el posicionamiento de la cadena productiva del cacao se avanzó poco y resultado de ello es que la mayoría de productores nacionales viven en pobreza tal como sucedió en las décadas del 60, 70, 80 y 90s. Esto se da en parte porque la distribución de la economía resultante de la comercialización interna y externa es asimétrica: un 6% del valor final de una barra de chocolate llega al productor, mientras un 35% de la cotización internacional de la tonelada de cacao en grano fijada por las bolsas de Londres y Nueva York es para el agricultor cacaotero.

Esta realidad no visibilizada u oculta tiene que ser explicada y transparentada por organismos e instituciones nacionales o extranjeras que presentan al cacao y al chocolate como la panacea del desarrollo alternativo, con mejoras económicas y bienestar para las familias productoras. En Perú se estima en 220 mil las familias dedicadas al cultivo con un promedio de 1.5 hectáreas cada una.

En la actualidad hay que decirlo, en la cadena productiva del cacao son más los problemas, dificultades y limitaciones que las soluciones y satisfacciones, son más las pérdidas económicas que los ingresos o ganancias deseados por hectárea, cuya productividad promedio es de 760 kilos/año, que al precio de 6.00 soles el kilo da un ingreso de 4,560 soles, es decir, 380 soles mensuales que si descontamos el 50% de costo de producción es 190 soles la utilidad, un ingreso ínfimo para tanto esfuerzo y a veces sacrificio.


A pesar de lo visto líneas arriba, especialistas de organismos internacionales indican que la principal preocupación en el mundo cacaotero y chocolatero es la sostenibilidad del cultivo, que al no ser rentable genera desaliento y frustración, lo que determina que los hijos no vean futuro en el cacao y se dediquen a otras actividades migrando a las ciudades. La mayoría de productores es gente adulta con edades de 40 a 60 años, una generación que se acaba sin perspectivas de renovación.


La participación de organismos, organizaciones e instituciones durante casi 4 décadas en la cadena del cacao en capacitación y extensión con  escasos resultados también debe ser evaluada.

La chocolatería es una opción y podría ser la solución a este panorama sombrío en la cadena productiva del cacao. La especie de fiesta, aroma y sabor vivida el 21 de julio en los ambientes del Salón del Cacao y Chocolate durante la premiación al mejor grano y mejor chocolate podría ser un indicativo de mejoras a futuro, pero solo si se corrigen vicios y vacíos en políticas, proyectos, programas, actividades diversas dando prioridad a la transparencia y responsabilidad social, donde se mida la capacidad y solvencia ética de profesionales y productores.

Se sugiere que el 80% de los cientos de millones destinados al Programa de Desarrollo Alternativo, PDA y a sus operadores sea en inversión cualitativa y directa a las cadenas productivas y no en gasto o dispendio indirecto como sucede en la actualidad, salvo excepciones.

Es urgente conocer porqué los protagonistas del campo y de la producción de cacao y sus derivados, en términos generales siguen igual o peor económica y socialmente que en el pasado. Dependerá de encontrar respuestas a múltiples interrogantes que ayer como hoy juegan un papel gravitante en la sustentabilidad de la actividad cacaotera en Latinoamérica, Caribe, África, Asia y Oceanía.

Enfatizamos: que no obstante la preocupante realidad descrita en el presente informe, reconocemos la titánica y sacrificada labor de los productores y de los emprendedores que en las últimas dos décadas apuestan e invierten recursos en la producción y mejora de la calidad tanto para el grano como para el chocolate artesanal. De igual manera, fue positiva la promoción e incentivo del cultivo de cacao por la Cooperación Internacional y el Gobierno Nacional que permitió el incremento de hectáreas y producción desde 1980, pero no de la productividad y la calidad. En este proceso fue el agricultor quien invirtió el 80% del costo de instalación y conservación impulsado por los buenos precios, que hoy lamentablemente se vuelven a caer.

Ingeniero Agrónomo – Especialista en Periodismo y Ciencias de la Información – Investigador social y Productor Agroforestal. 

domingo, 21 de octubre de 2018

Crisis en la Amazonía: La Trascendencia del VIII Foro Panamazónico

La marcha del Fospa por derechos y reivindicaciones. Foto cortesía.

La crisis ambiental, ecológica y forestal en la Amazonía tiene casi un siglo, pero es desde la década de 1920, según estudios y análisis, que se acelera el proceso destructivo de la flora y fauna, la biodiversidad y por extensión la calidad de vida humana en la ubérrima región esperanza del mundo.

La selva amazónica es la mayor extensión de bosque primario del mundo, y solo en Brasil alberga a más de 24 millones de personas y de cientos de miles de indígenas.

La selva es esencial para la supervivencia de millones de habitantes, suministrando comida, agua, hogar y medicinas, y jugando un papel fundamental en su crecimiento y desarrollo.

Se estima que es el hábitat de la tercera parte de las todas especies terrestres o de agua dulce que se conoce. De hecho, la cuenca del Amazonas es uno de los lugares más ricos en flora y fauna del planeta debido a que alberga aproximadamente 40 mil especies de plantas, 427 de mamíferos, 1.294 de aves, 378 de reptiles, 426 de anfibios y unas 3 mil especies de peces.

La cuenca del Amazonas cubre una superficie de aproximadamente 6,5 millones de Km2.,  en 9 países de Latinoamérica, lo que representa el 5% de la superficie de la Tierra. Es el hogar del sistema fluvial más grande del planeta, conteniendo aproximadamente una quinta parte del volumen mundial total de agua que se consume.

El 63% de la cuenca del Amazonas (4,1 millones de Km2) se encuentra en Brasil. Hasta la fecha, la deforestación ha provocado la pérdida de 700.000 Km2 , un área equivalente a dos veces la superficie de Polonia. Sólo en las últimas tres décadas ha desaparecido el 18% de selva amazónica.

En el VIII Foro Social Panamazónico, FOSPA, que se realizó en la ciudad de Tarapoto, del 28 de abril al 01 de mayo de 2017 participaron 1,500 personas y organizaciones de varios países, que entre reflexiones, compartir experiencias y propuestas desde sus diversos saberes,  aportaron para fortalecer la defensa y el cuidado de la Amazonía, sus comunidades, especies y derechos.

Antonio Martín Manchi un líder indígena que junto a su organización participó del FOSPA, habló sobre los principales problemas que viven desde las comunidades y pueblos, como la actividad extractiva, la deforestación total, las migraciones, las invasiones de tierras en territorios comunales, las concesiones petroleras, mineras, la contaminación de los ríos y los monocultivos. Ante esta dura realidad buscan impulsar la creación de conciencia en seguridad territorial que garantice el desarrollo.

“Queremos que el gobierno titule las tierras, que respete nuestro territorio. Queremos impulsar una economía desde la mirada más autóctona de los cultivos y dejar lo transgénico. Cuando hablamos de territorio hablamos también de salud, educación, cultura, economía, es todo… estamos en un estado de derecho y como pueblos necesitamos que nos respeten, así como nosotros lo hacemos”. Su intervención fue reconocida y aplaudida.

Acuerdos y conclusiones del FOSPA 2017. Fuente Signis.

Al finalizar el VIII FOSPA se dio lectura a la Carta de Tarapoto, que resume las principales conclusiones a las que arribaron las 9 mesas de trabajo. Esta carta será una guía que orientará el trabajo de las organizaciones e instituciones involucradas en el Foro Social Panamazónico.

“Los pueblos amazónicos y andinos reunidos en el VIII Foro Social Panamazónico reafirmamos nuestro compromiso con la vida y la naturaleza, convocando a construir y fortalecer una gran alianza de los pueblos basada en el reconocimiento y respeto de nuestra diversidad y convicciones, pero también de nuestros disensos. Siguiendo el camino trazado de los Foros Sociales Panamazónicos el llamado a la lucha y la resistencia continúa”, expresa. Estos son algunos de los compromisos y acciones de dicha carta:

Construir nuevos paradigmas a partir de las propuestas de vida plena, buen vivir, vivir bien, autogobiernos territoriales, etc., que levantan, entre otros, los pueblos originarios amazónicos y andinos.

Exigir a los estados que las políticas y normas nacionales se adecuen a las leyes internacionales sobre derechos de los pueblos indígenas, amazónicos y andinos.

Denunciar y luchar contra la corrupción relacionada con el modelo extractivista y los mega proyectos de explotación en la Amazonia y el Ande.

Fortalecer la articulación y la unidad de las organizaciones sociales, indígenas, amazónicas y andinas, de mujeres, afro-amazónicos, comunidades, sectores académicos y otros movimientos sociales.

Exigir el reconocimiento de los derechos colectivos de los territorios comunales y territorios integrales, a partir de la diversidad territorial y de los escenarios sociales que existen en la Panamazonía. Valorar los saberes, conocimientos y prácticas de los pueblos.

Reconocer y fortalecer las identidades andino amazónicas, producto de un rico y complejo intercambio que ha dado lugar al fortalecimiento de la cultura de nuestro pueblo.

Exigir a los Estados que garanticen el derecho a la comunicación, democratizando -de manera efectiva- los medios y las tecnologías de comunicación.

Exigir el fin de todo tipo de violencia contra las mujeres, tanto en las comunidades como fuera de ellas.   En especial, contra las mujeres defensoras de derechos. El FOSPA adopta como suyo el “Tribunal de los Derechos de las Mujeres”.

Defender a los pueblos en aislamiento y contacto inicial. Los Estados deben respetar su derecho al aislamiento, reconocerlos, demarcar y proteger sus territorios y garantizar su naturaleza transfronteriza.

Exigir el reconocimiento de nuestra acción en la educación comunitaria intercultural, como expresión del respeto a las culturas amazónicas y andinas y la construcción de una ciudadanía intercultural.

Promover nuevas relaciones entre lo urbano-rural, campo-ciudad, generando y promoviendo el consumo responsable basado, entre otros, en la agricultura ecológica.

Promover la agroforestería ecológica y la gestión sostenible del bosque andino amazónico, desde las organizaciones indígenas, para la seguridad y soberanía alimentaria.

Recuperar productos y especies nativas a través del intercambio de semillas y cultivos dentro de las comunidades, entre ellas y la población en general.

Reivindicar y fortalecer las identidades de los pueblos amazónicos y andinos, recuperando el uso de las lenguas originarias.

Incorporar a los sabios y sabias, ancianos y ancianas como fuente de saberes acumulados históricamente que orientan y defienden la identidad de los pueblos amazónicos y andinos.

Impulsar la vigilancia y el monitoreo ambiental participativo, desde las organizaciones locales, para prevenir la afectación de derechos y el incremento de los conflictos que genera el extractivismo.

Acudir a la justicia internacional para buscar sanciones contra empresas multinacionales violadoras de derechos. Proponer e impulsar instrumentos políticos para ello.

El FOSPA se solidariza con los pueblos afectados por las guerras, la intervención de sus territorios y la criminalización de la protesta de los defensores y defensoras de derechos, que les obliga a abandonar sus territorios. (Con aportes de Signis, Repam y Comisión Organizadora).


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