miércoles, 10 de febrero de 2021

Globalización de las drogas: Estrategias fallidas y revisión de la política antidrogas de Estados Unidos.

Felipe A. Páucar Mariluz*

  

Avioneta narco incendiada en Colombia en plena pandemia. Foto cortesía Mindefensa.


“Estados Unidos ha desplegado masivos recursos en Latinoamérica para combatir el tráfico de narcóticos, con un ejército de agentes de la Administración para el Control de Narcóticos (Drug Enforcement  Administration, DEA), además del trabajo conjunto con otros organismos, como Seguridad Interna y Control Estadounidense de Inmigración y Aduanas (ICE) y el Comando Sur del ejército estadounidense. Europa, por otro lado, solo cuenta con un puñado de agregados policiales o agentes de enlace designados a América Latina y algunos escasos puestos navales en el Caribe. La presencia europea y la capacidad en Latinoamérica son mínimas.” InSight Crime.

El Congreso de Estados Unidos publicó un extenso informe sobre la política de drogas en el continente americano, en el cual establece una larga lista de recomendaciones para detener el narcotráfico y abordar los problemas de salud pública creados por el consumo de drogas. El informe adelanta cómo podría ser la lucha contra las drogas y el crimen organizado durante la administración del presidente electo Joe Biden.

Fue publicado por la Comisión de Política de Drogas del Hemisferio Occidental de la cámara baja del Congreso en Washington, el informe aboga por cambios profundos y sistemáticos en la forma en que Estados Unidos combate el narcotráfico. Propone, además, una mayor coordinación internacional, un enfoque más holístico en la formulación de las políticas y una revisión a las anticuadas penalidades que se imponen a los países que no logran alcanzar los objetivos anuales.

“Es posible que nunca pongamos fin al tráfico ilegal de drogas, así como no podemos eliminar el consumo de sustancias”, se lee en el documento. “Pero podemos manejar mejor estos graves problemas mediante una estrategia integral”.

El informe recomienda que Estados Unidos establezca “acuerdos de asistencia extranjera” multianuales desarrollados por los embajadores con los líderes políticos y de seguridad en los países. Señala que dichos acuerdos permitirían un mayor intercambio de información, así como mayor transparencia entre los países y soluciones de mayor costo-beneficio para asuntos como el crimen organizado, la reforma de la justicia criminal y los derechos humanos.

Los planes también podrían incluir la sincronización de los esfuerzos para prevenir las transacciones digitales ilícitas, que, como dice el informe, están siendo cada vez más utilizadas por los grupos de crimen organizado para lavar las ganancias de las drogas.

“Lo que un país como Colombia necesita es muy diferente a lo que uno como México, El Salvador u Honduras podría necesitar”, dijo Shannon O’Neil, presidenta de la Comisión, al referirse a la propuesta durante un encuentro sobre el informe realizado el 3 de diciembre de 2020.

“En ese sentido, permite ahorrar dinero y evita poner en marcha políticas que son poco eficaces para un contexto en particular”, agregó.

El informe rechaza los enfoques tradicionales para la formulación de políticas antidrogas, que hasta el momento han demostrado ser limitantes, y propone no sucumbir a disyuntivas falsas como “seguridad pública versus salud pública”, que, recalca el informe, pueden obstaculizar estrategias más eficaces, holísticas y multifacéticas. El informe hizo uso extensivo de las investigaciones y análisis propios del grupo investigativo InSight Crime.

Lo que deben hacer los diseñadores de políticas, continúa el informe, es tomar los mejores aspectos de ambos lados del debate: seguir invirtiendo en estrategias tradicionales, como el financiamiento a la formación de los policías y la destrucción de laboratorios de drogas, pero complementarlos con planes para mejorar la salud pública, los derechos humanos y el desarrollo económico alternativo.

Todo esto requeriría la unión de la comunidad internacional e involucrar al sector privado con el fin de discutir formas creativas para generar cambios a largo plazo, puntualiza el informe. Por ejemplo, menciona la titulación de tierras en zonas rurales donde el cultivo de coca está creciendo. Al otorgar títulos de tierras, los agricultores pueden acceder al crédito y a los servicios gubernamentales, y de esta manera atraer inversiones es que les permitan alejarse de los cultivos ilícitos. Lo que no dice el informe que el financiamiento de capital de trabajo es casi nulo por negligencia de los gobiernos.

El informe también insta a que los funcionarios revisen lo que se conoce como el proceso de certificación y clasificación, mediante el cual la Casa Blanca publica una lista anual de países productores y de tránsito que han “evidentemente fracasado” en la lucha por detener los delitos relacionados con las drogas. Los países que aparecen en la lista pueden recibir sanciones como castigo, aunque esto es poco común.

Este proceso equivale a una lista de “buenos y malos”, como se lee en el documento, con una teatralización que aliena innecesariamente a los socios latinoamericanos y no logra evitar la corrupción. El proceso también ha sido señalado de tener motivaciones políticas, como dice el informe, dado que a veces algunos aliados estadounidenses quedan por fuera de la lista sin las debidas explicaciones.

 

La felicidad entre funcionarios de Devida y el Mininter parecen indicar que la lucha contra las drogas es una estrategia fallida con resultados manipulables a conveniencia. Foto Devida.

El informe contiene recomendaciones acertadas que se habían quedado en el tintero durante mucho tiempo, y que, si se aplican correctamente, podrían mejorar los problemas de narcotráfico y consumo de drogas que actualmente son endémicos en América Latina y Caribe.

En primer lugar, el informe refiere viejos debates entre disyuntivas falsas como “seguridad pública versus salud pública”, dos estrategias que solo tienen sentido si se aplican juntas.

No podemos controlar el suministro de drogas nocivas sin reducir a la vez la demanda, y no podemos detener la demanda si no se limita también la oferta.

En Colombia, por ejemplo, la fumigación aérea de cultivos ilícitos de coca es costosa y aliena a las comunidades rurales. Sin embargo, los esfuerzos de erradicación de la coca pueden cumplir un papel como parte de una estrategia más amplia para abordar el asunto si se combinan con “incentivos positivos”, como la construcción de carreteras y el aumento de las oportunidades agroindustriales para ayudar a los cultivadores en la transición a la economía legal.

“No podemos controlar el suministro de drogas nocivas sin reducir a la vez la demanda, y no podemos detener la demanda si no se limita también la oferta”, puntualiza el informe. Esta afirmación da directamente en el clavo.

En segundo lugar, las acciones de buena fe coordinadas por Estados Unidos, como sugiere el informe, son en general positivas, ya que se ha demostrado los buenos resultados de los trabajos de coordinación actualmente en marcha. A pesar de que padecen de muchas deficiencias, los trabajos en conjunto con Estados Unidos han dado lugar a una reforma legítima de la justicia criminal y a una recuperación económica de la que otros países podrían beneficiarse.

En México, por ejemplo, la Iniciativa Mérida parece haber ayudado a disminuir las tasas de homicidios como resultado de una reforma policial apoyada por Estados Unidos, como indica el informe. La aplicación de estrategias similares —mejoradas con base en errores previos— podría ser constructiva si se diseñan según las necesidades específicas y el contexto sociopolítico de cada país. Al menos, esto sería más rentable que muchos de los esfuerzos que se adelantan actualmente. Pero, el informe omite la realidad escalofriante que vive México con las mafias organizadas de la droga que han convertido a varios estados en verdaderos escenarios de guerra con numerosas muertas y el terror como amenaza permanente de violación de los derechos humanos.

Por último, la decisión del informe de rebatir la eficacia del proceso de certificación y clasificación en temas de drogas podría crear un cambio profundo en la lucha internacional contra el narcotráfico. Incluir a un país en la lista de los que han “fallado evidentemente” se presenta como una amenaza, y entorpece innecesariamente las relaciones con los países, que de hecho ya son frágiles. También hace que Estados Unidos parezca poco comprensivo con las necesidades de la región, y que se interesa solo por mantener el control del panorama político.

Tal vez el mejor ejemplo de esto último es Bolivia, que ha aparecido en la lista cada año desde 2008, cuando el expresidente Evo Morales expulsó al embajador y a la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos, DEA.

Si bien Estados Unidos tenía y tiene razones para dudar por el manejo del cultivo de coca en el país, como la implementación de un mercado legal de coca a nivel nacional, su decisión de incluir a Bolivia en la lista en un momento en que Perú y Colombia estaban produciendo mucha más coca se vio como algo políticamente motivado, y puso más distancia entre los dos países.

Perú, es otro país que sufre los efectos de la ‘guerra contra las drogas’ mediante políticas punitivas y meramente represivas, que tienen en el denominado Programa de Desarrollo Alternativo Sostenible una zanahoria para mitigar en algo el palo que se utiliza contra los agricultores productores de la materia prima para la cocaína. Los informes muestran cientos de millones de soles supuestamente invertidos en las cuencas cocaleras pero el desagregado de esas inversiones o gastos no se conocen al detalle. Los alcaldes son parte de este tinglado oscuro y falso al defender los escasos recursos que intermedian entre Devida y los supuestos excocaleros beneficiarios.

 

Efectos de la COVID-19 en la producción y mercados de drogas.

Al culminar el año 2020, un año para no olvidar, se puede afirmar con certeza que la pandemia mundial de COVID-19 ha sumido al mundo en una crisis sin precedentes. En muchos países la enfermedad ha llevado al límite la capacidad de los proveedores de servicios de salud, y las restricciones impuestas por los Gobiernos han perturbado considerablemente la economía mundial.

En lo que respecta a los mercados de drogas, se desconoce aún cuál ha sido el impacto de la pandemia y es difícil predecirlo, pero podría ser de gran alcance. Las restricciones a la circulación limitaron el acceso a los precursores y las sustancias químicas esenciales, por lo que algunos productores pudieron verse obligados a buscar nuevas formas de fabricar drogas. Es posible que los traficantes tuvieran que encontrar nuevas rutas y métodos, ya que las restricciones a los viajes les impiden cruzar fronteras, mientras las cuarentenas al interior de los países casi paralizaron la estructura de acopio y mercadeo. Los hábitos de consumo y la disponibilidad de las drogas pudieron cambiar, y la capacidad de respuesta de los Gobiernos se vio mermada.

La transformación que ha traído consigo la COVID-19 no tiene precedentes, pero se puede aprender algo de las crisis anteriores. Tras la crisis económica de 2008, algunos consumidores comenzaron a buscar sustancias sintéticas más baratas y se produjo un cambio en los hábitos de consumo en favor de las drogas inyectables. Mientras tanto, los Gobiernos recortaron los presupuestos relacionados con las drogas, lo mismo sucedió con esta pandemia.

 

La droga sintética que desplaza a la cocaína y morfina, en unos años podría reemplazarlo, entonces podría decirse que estaría cerca el adiós a la coca y la cocaína. Foto Conadic.

Los Gobiernos respondieron del mismo modo a la actual crisis económica, las intervenciones, como la prevención del consumo de drogas y los comportamientos de riesgo conexos y los servicios de tratamiento, podrían sufrir un duro golpe. Además, las operaciones de incautación y la cooperación internacional pasaron a un segundo plano, lo que facilitó las operaciones de los traficantes.

Lo que podría explicar las voluminosas incautaciones de cocaína en operativos multinacionales realizadas en la costa de Venezuela, en España, Bélgica, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Brasil, entre otros países.

El mayor impacto inmediato en el tráfico de drogas se produjo en los países en los que se introducen grandes cantidades de drogas en vuelos comerciales. Las drogas de síntesis, como la metanfetamina, son transportadas por correos en el interior del organismo u ocultas en el equipaje personal, a veces en grandes cantidades. Habida cuenta de las restricciones que se imponen prácticamente en todas partes al tráfico aéreo de pasajeros, el abastecimiento de drogas mediante vuelos comerciales pudo interrumpirse por completo durante varios meses. Las actividades de tráfico a través de la red oscura y por correo postal pudieron aumentar, aunque la cadena de suministro postal internacional también se vio afectada.

La recesión económica y las medidas de confinamiento podrían haber perturbado los mercados de drogas. Con el aumento del desempleo y la falta de oportunidades será más probable que las personas pobres y desfavorecidas caigan en hábitos nocivos de consumo de drogas, sufran trastornos por consumo de drogas y recurran a actividades ilegales –bien de producción, bien de transporte– vinculadas a las drogas. Asimismo, es probable que las organizaciones que se dedican al tráfico de drogas se aprovechen de la situación para prestar servicios a las personas vulnerables y engrosar sus filas con nuevos miembros. Dado que los Gobiernos han perdido capacidad de respuesta, esos cambios podrían arraigar rápidamente y convertirse en la nueva realidad de muchas comunidades.

El impacto podría ser comparable a la crisis económica de 2008, que creó múltiples problemas económicos y políticos que afectaron a los productos agrícolas de agroexportación principalmente en lo que respecta a la producción, comercialización, transporte, precios y nuevas exigencias sobre calidad de los productos (café, cacao, banano, etc.) por parte de los consumidores.

Una realidad que abruma es: el narcotráfico globalizado, el crimen organizado globalizado, la violencia globalizada, males para los que la traumática experiencia del 2020 no parece afectarles si se tiene en cuenta los indicios de lavado de dinero en el comercio y las finanzas, que en la mayoría de veces están a la vista, pero que los organismos e instituciones de inteligencia no perciben o simplemente no les interesa prevenir o controlar. (Fuente: Global initiative, InSight Crime, Opendemocracia, ONUDC, ONDCP, OMS, OPS, El País, archivos Leyenda del Huallaga).


*) Ingeniero agrónomo – Periodista investigador.

 

lunes, 1 de febrero de 2021

La Política, la Economía y la Crisis Sanitaria: El Perú y el Mundo en 2021.

Felipe A. Páucar Mariluz*

 

La pandemia del coronavirus seguirá siendo el principal foco de crisis y tensiones. Foto Instituto de Coordenadas.

Enero 2021 y estamos nuevamente en cuarentena por 15 días para intentar frenar los contagios y letalidad de la Covid-19, que en una segunda ola nos dejó sin camas de hospitalización, sin camas UCI, con personal agotado que se enferma y fallece, con deficiencias en medicinas, oxigeno, etc. Se habla de nuevas cepas con mayor virulencia y mortalidad al grado que las vacunas adquiridas no surtirían efecto y además, los mismos obtusos de siempre negando el coronavirus y oponiéndose a las medidas restrictivas aduciendo que son pobres y que deben trabajar sino mueren de hambre. Mientras tanto, vemos partir a familiares, amigos, colegas con el corazón partido por no poder tributarles un merecido ADIOS.


Desigualdad y pandemia.

En el Informe del PNUD, “Reto de la Desigualdad” sobre el Perú 2019, se indicaba: “Es importante resaltar que, en el marco de la agenda global se reconoce el liderazgo de los Estados Miembros en el logro de la misma, pero también recalca que éstos no se concretarán sin la inclusión, articulación y fortalecimiento de las acciones de actores no tradicionales del desarrollo, particularmente del sector privado, la academia y la sociedad civil. El IDH, en su especificidad, ha servido históricamente para nutrir el trabajo multisectorial, lo cual facilita su utilización para tender un puente de diálogo común entre actores con agendas diversas.” Advertía también sobre la enorme desigualdad existente entre sectores ricos y pobres ubicados en departamentos, provincias y distritos y las diferencias notables entre pobladores del área urbana y rural. Esta situación siendo complicada e incomprensible por la inmensidad de sus recursos naturales, se vio agravada por la pandemia y sus secuelas a extremos aun no cuantificados.

Según un reciente informe elaborado por la organización internacional OXFAM, sobre los impactos de la pandemia de coronavirus a escala global, la emergencia sanitaria ha agravado la desigualdad en todos los países del mundo, al punto de ocasionar una situación sin precedentes desde que existen registros.


En síntesis.

El mundo seguirá en crisis enmarcada por elecciones, protestas, conflictos y, sobre todo, la crisis sanitaria, económica y política provocada por el coronavirus. El siguiente es el repaso de varias claves que marcarán la política internacional en 2021 en los análisis de seis regiones y las dos grandes potencias: Estados Unidos y China; con la contribución valiosa de varios informes de medios y la academia con prestigio y credibilidad propios.

Tras cuatro años de Trump, Joe Biden llega a la Casa Blanca en un mundo casi arrasado por la pandemia, más conflictivo y polarizado y en el que Estados Unidos ha perdido influencia. 2020 se cierra con nuevos enfrentamientos en Etiopía, el Sáhara Occidental y el Alto Karabaj, sumados a las ya largas guerras de Siria, Yemen o Libia, sin final a la vista. También con protestas y crisis políticas en Nigeria, Perú, Tailandia o Líbano; importantes cambios en Oriente Próximo a favor de Israel; y una China reforzada de la crisis. Estas son las tres claves que definirán el 2021:

La pandemia alteró todos los pronósticos para el 2020 y será también protagonista en 2021. Aunque algunos países ya han empezado a recuperarse, incluida China, la mayoría seguirán contando contagios y muertes y sufrirán un retroceso económico histórico. La crisis empezará a aliviarse con la vacuna, pero no será al mismo tiempo para todos: en algunos países en desarrollo, especialmente en África y el sudeste asiático, no se espera una distribución masiva hasta mediados de 2022 o incluso 2023.


La presidencia de Joe Biden. Con una agenda tan distinta a la de Donald Trump, tendrá efectos globales. La apuesta por el multilateralismo de Biden le llevará a devolver a Estados Unidos al Acuerdo climático de París y quizá también al pacto nuclear con Irán. Joe Biden también tratará de retomar las alianzas con Europa y Asia, reforzando la OTAN y formando un frente común contra China, con la que seguirá habiendo tensión. Los países especialmente beneficiados por Trump, como Israel y Arabia Saudí, o perjudicados, como Cuba o Irán, estarán atentos a los pasos de la nueva Administración.

 

Se prevé un incremento de contagios y muertes durante la segunda ola del Coronavirus que mantiene en vilo al mundo. Foto ONU.

La polarización y la desinformación. Que ya eran un problema hasta el 2019, la pandemia las ha agravado. Las teorías de la conspiración sobre el coronavirus, difundidas hasta por Trump y China, o las acusaciones de fraude electoral en Estados Unidos, demuestran que la desinformación tiene alcance mundial. Esa desinformación, unida a la crisis sanitaria, económica y política, está agravando la polarización, las protestas y la violencia, que se extienden por países tan dispares como Estados Unidos, Brasil o India.


América Latina.

América Latina vivirá un 2021 de crisis económica, pandemia y polarización. Estas son las claves:

-. Proceso constituyente en Chile, ruptura constitucional en Venezuela y elecciones en Perú, Ecuador y Nicaragua. Las protestas pueden continuar en Colombia o Guatemala.

-. La gestión de la pandemia pasa factura a los presidentes de Argentina, Brasil y México. El impacto económico del confinamiento cierra una segunda “década perdida” en la región.

-. La llegada de Joe Biden a la presidencia en Estados Unidos afectará a la gestión migratoria y la lucha contra el narcotráfico, y quizá también a las relaciones con Venezuela y Cuba.

América Latina llega al 2021 entre incertidumbre y polarización. Tras el paréntesis de los primeros meses de 2020 debido a la pandemia, la región ha continuado con su deriva hacia más tensión política. El choque ideológico no es nuevo, pero se agrava con la amenaza de crisis económica y la quiebra de los modelos políticos tradicionales. La nueva configuración política vendrá acompañada, además, por el reposicionamiento de la política exterior estadounidense bajo la presidencia de Joe Biden.

La pandemia de coronavirus incrementó la incertidumbre en un 2020 que ya se anticipaba convulso en América Latina. No ha sido hasta el último trimestre del año cuando se ha reactivado la agenda política. El triunfo a favor de una nueva Constitución en Chile y el fin de la crisis institucional en Bolivia tras la victoria de Luis Arce en las elecciones presidenciales de octubre son los casos que han tenido más repercusión. Pero no han sido los únicos. La crisis económica se ha agravado en Argentina y la violencia sigue azotando México y Colombia, donde además la detención del expresidente Álvaro Uribe en agosto agravó la tensión política, al igual que ha ocurrido con las protestas sociales en Ecuador, Guatemala y Perú que terminó con la vacancia del expresidente Martín Vizcarra, la destitución de Manuel Marino de Lama que fue presidente durante cuatro días y la asunción al mando Francisco Sagasti hasta julio del 2021.

En el plano económico, las previsiones reviven el recuerdo de la década perdida de los ochenta, cuando las economías de la región pasaron de un crecimiento sostenido a una recesión debido a la creciente deuda pública, el déficit fiscal y la caída del precio de las materias primas. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca también tendrá implicaciones regionales. Frente a la política aislacionista de Donald Trump, es de prever que la nueva Administración dé un gigante imprimirá cambios que puede mejorar o complicar las relaciones externas.


Estados Unidos de Norte América.

El 2021 puede agravar la polarización en Estados Unidos o ser el inicio de la reconstrucción nacional bajo el liderazgo de Joe Biden. Estas son las claves:

-. Las elecciones especiales al Senado en Georgia en enero y la configuración de alianzas en el nuevo Congreso.

.- La respuesta de la Administración Biden a la crisis sanitaria y económica a causa de la pandemia, así como a la división social.

-. Agenda internacional menos globalista que hace cuatro años marcada por la confrontación con China y la refundación de las relaciones trasatlánticas.


Europa.

Europa afronta grandes retos en 2021, con el fin del brexit (Unión Europea), una crisis económica y tensiones internas. Estas son las claves:

-. Respuesta a dos crisis, sanitaria y económica, con la receta opuesta a la de 2008: políticas expansivas, ayudas europeas y deuda común.

-.  Tensiones internas en el último año de Ángela Merkel. El eje francoalemán, reforzado, frente, por un lado, a los “frugales”, y por otro a los euroescépticos del Grupo de Visegrado.

-. El europeísmo se refuerza con el cierre del brexit y coincidiendo con la llegada de Biden a la Casa Blanca.

Europa entra en 2021 con importantes incertidumbres y algunas certezas. Entre las primeras está la forma definitiva que tendrá la relación de la UE con el Reino Unido, la gestión de la crisis económica o el futuro de la OTAN. Además, la puesta en marcha de los fondos de reconstrucción abrirá un nuevo ciclo en la política europea, reforzada por la alianza francoalemana pero lastrada por graves tensiones internas.

El 2021 en Europa será el año de recuperación de la crisis sanitaria y económica, con grandes retos por delante. La Unión Europea tratará de buscar recetas distintas a las que aplicó en 2008 para proteger su cohesión. Sin embargo, esto no le librará de grandes enfrentamientos internos. Se librará un pulso con los países euroescépticos y con los más austeros mientras Merkel abandona el Gobierno alemán y Macron lidera el frente europeísta. La llegada de Joe Biden revitalizará las relaciones transatlánticas, pero estas no volverán a donde estaban antes de Trump, y más cuando se haya consumado el brexit a principios de 2021. 

Tensiones y alianzas en la Unión Europea. La pandemia ha marcado la política europea en 2020 y seguirá siendo clave en 2021. Según la OMS, muchos países europeos comenzarán el año en una nueva ola del virus tras relajar las restricciones durante la Navidad. La Unión Europea pretende empezar a vacunar a principios de año, lo que permitirá sofocar la crisis sanitaria. Pero seguirá sufriendo una importante crisis económica derivada de la pandemia que, como ya ocurrió en 2008, golpeará sobre todo a los países del sur.


Rusia.

Rusia buscará en 2021 un difícil equilibrio entre defender sus intereses en política exterior y controlar los elementos desestabilizadores internos. Estas son las claves:

-. Continuación de las reformas internas en Rusia para recalibrar el equilibrio institucional y entre las élites del país, de cara a una posible transición de poder.

-. La carga económica que supone para Moscú mantener a Lukashenko en el poder en Bielorrusia hace insostenible el apoyo ruso a medio plazo. El dictador bielorruso no aguantará si continúan las protestas y huelgas.

-. Las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán tras la guerra, así como la creciente polarización en Georgia auguran un año de mucha inestabilidad política en el Cáucaso sur.


Asia-Pacífico.

Mientras Asia-Pacífico lucha por recuperarse de la pandemia, varios países tratarán de contener la creciente influencia de China formando un frente común con Estados Unidos. Estas son las claves:

-. Cambio de estrategia de Estados Unidos, que en vez de buscar una confrontación directa con China se apoyará más en sus aliados y tendrá que ofrecerles alternativas económicas para evitar que estos se acerquen más a Pekín.

-. La distribución de la vacuna, una herramienta diplomática para varias potencias regionales que buscan expandir su influencia.

-. Movilizaciones prodemocracia en Tailandia y protestas en India, y la investigación del genocidio rohinyá en Myanmar.


África.

África se recuperará el 2021. El continente debe volver al crecimiento económico tras la primera recesión en veinticinco años; también a la buena gobernanza, tras el primer retroceso en una década. Estas son las claves:

-. Entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio Africano tras el retraso provocado por el coronavirus.

-. Las protestas, que marcaron récord por segundo año consecutivo en 2020, continuarán, y las elecciones en Etiopía, Uganda y Zambia serán otra prueba para la democracia en el continente.

-. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca podría cambiar la relación de Estados Unidos con África y afectar a la lucha contra el yihadismo, que no para de crecer en el continente.


China.

China celebra el centenario del Partido Comunista Chino en 2021, un año importante para su planificación política y económica y sus relaciones exteriores. Estas son las claves:

-. China da un paso más hacia la autosuficiencia económica y tecnológica con su decimocuarto plan quinquenal, tratando de aumentar su independencia de un mundo cada vez más impredecible.

-. El nacionalismo chino, reforzado por la pandemia, choca con una mayor desconfianza internacional hacia Pekín. Como respuesta, la diplomacia china se vuelve más beligerante.

-. Continúan las tensiones con Estados Unidos. La nueva presidencia de Joe Biden, con su inclinación hacia el multilateralismo, plantea un desafío para Pekín.


Perú.

Su principal objetivo será el desarrollo del Plan Bicentenario. El Perú hacia el 2021es el Plan Estratégico de Desarrollo Nacional basado en el Acuerdo Nacional y en las 31 Políticas de Estado que suscribieron las fuerzas políticas y sociales el año 2002. Dicho plan contiene las políticas nacionales de desarrollo que debe seguir el país. Sin embargo, al ser uno de los países más golpeados por la crisis sanitaria y las crisis políticas internas su economía caerá en el orden del 11%, donde casi un millón de peruanos se quedarán sin trabajo y la pobreza se incrementará entre un 10 y un 20%. La educación sufrirá el retraso de una década como resultado del escaso avance en las TICs que afectaron a millones de estudiantes de todos los niveles. Los problemas sociales irán en incremento y no se descarta que por acción de un Congreso de la República integrado por personas de bajo nivel ético que priorizan intereses individuales o grupales, la política (politiquería) convertida en un fango negro y pestilente atrape a miles de peruanos en una volcán o en un túnel sin salida.

Para el año 2021 el Perú llegará a 33'149,000 habitantes, y para el 2050 el Perú se habrá alineado con las tendencias mundiales, reduciendo su tasa promedio de crecimiento poblacional anual a 0,33%. (Fuente PNUD, OXFAM, Orden Mundial, Instituto de Coordenadas, OMS, PCM, archivos leyenda del Huallaga.)


*) Ingeniero Agrónomo – Periodista investigador.

 


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