sábado, 5 de septiembre de 2020

Efecto Coronavirus y la sombra de genocidio.

 Felipe A. Páucar Mariluz*.


Presidente Martín Vizcarra en el centro de la turbulencia política en tiempos de pandemia y elecciones. Foto Internet.

“La corrupción al interior de los sistemas de salud es una empresa criminal arraigada en América Latina, pero la explotación del dolor y la desesperación causados por la pandemia es particularmente horrible.” InSight Crime.

El mundo se acerca a 27 millones de contagios y 900 mil muertes por la Covid-19. En América Latina y Caribe a 8 millones de infectados y 300 mil fallecidos. Entre las causas está que durante los meses de pandemia se ha disparado el número de grupos “anticiencia”. Han aflorado negacionistas del SARS-CoV2, conspiranoicos, antivacunas y vendedores de tratamientos ineficaces y peligrosos. Ello sumado a fallas y negligencias en la emergencia sanitaria determina un futuro incierto con recesión económica y posible hambruna global.

Perú tiene casi 680 mil casos y 30 mil fallecidos (podrían ser 40 mil según el Sinadef). La tendencia de contagios y muertes es a la baja en mayoría de regiones, mientras se mantiene o crece en Cusco, Puno, Tacna, Moquegua, Apurímac e Ica. Nos queda batallar y resistir hasta junio de 2021 cuando la vacuna llegue a los países y sea aplicada en forma masiva.

Cuatro provincias de la región Huánuco, concentran el 88% de casos, mientras siete provincias el 12%. Diresa  informa de 26,500 casos, 610 muertos, 121 hospitalizados y 23 en UCI al 04 de septiembre. “Se vino la avalancha y a diario se registra 600 a 700 casos, es lo que está ocurriendo desde fines de julio”, refiere Darly Del Carpio decana del Colegio Médico de Huánuco.

Al inicio de la pandemia, Perú lideró rankings auspiciosos como el de los primeros países que impusieron restricciones y los que destinaron mayores paquetes de ayuda para la gente afectada por la suspensión de actividades. Meses después se reportaron  altas cifras de contagios y muertes como consecuencia de las deficiencias de la cuarentena y la caída económica.

Hoy nuestro país es el que tiene la tasa de mortalidad por covid-19 más alta de los 20 países más afectados por el virus, según la Universidad Johns Hopkins. El Perú acumula 89,4 muertos por cada 100.000 habitantes, esta medición lo pone por delante de países como Estados Unidos (187 mil muertos), Brasil (125 mil decesos) y México (67 mil fallecidos).

La pandemia desnudó nuestras limitaciones y miserias, el engaño en que nos tuvieron malos gobernantes desde los años 70s. Foto Internet.

En 173 días de emergencia nacional se denunciaron abusos y presuntos actos de corrupción durante la ejecución del programa nacional contra la pandemia. Una mezcla de factores como deficiente salud pública, restricciones económicas y problemas e inequidades sociales, limitaciones estructurales y errores coyunturales explicarían por qué Perú llegó a esta situación. Obviamente, las responsabilidades son compartidas en todos los niveles del Estado.


Covid - 19 y genocidio.

En lo político hay grupos que intentan sacar ventaja de la situación de crisis coyuntural por la que atraviesa el país, una de ellas es la denuncia por presunto ‘genocidio’ contra el presidente Martín Vizcarra efectuada por la prima de Ollanta Humala; Liliana Humala, por muertes y secuelas producidas durante la emergencia nacional para controlar la Covid – 19, que se basan en situaciones anteriores distintas.

Según el Centro Internacional de Derechos Humanos, CIDH, en materia de violaciones de derechos humanos bajo la figura de genocidio destaca la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia del caso Fujimori (Cantuta y Barrios Altos), donde se consolida la teoría de la autoría mediata por organización en la jurisprudencia Nacional e Internacional. El proceso confirmó que la autoría mediata por organización es la estructura dogmática más adecuada para juzgar crímenes cometidos desde y a través de aparatos organizados de poder. A seguir un acercamiento a algunos casos registrados en nuestra historia reciente:

Ollanta Humala Taso en campaña electoral prometió a los campesinos cocaleros no erradicar sus cultivos porque aplicaría políticas y estrategias de interdicción contra las mafias del narcotráfico, pero una vez en el poder autorizó destruir con violencia los cultivos de coca principalmente en el valle del Monzón (Huánuco), donde tres campesinos murieron y varios resultaron heridos al intentar defender sus plantaciones en los caseríos Tamshi y Sachavaca ante la arremetida policial - militar de un comando especial de fuerzas combinadas integradas por 400 efectivos para brindar seguridad a 800 trabajadores del Proyecto Especial Corah que lograron erradicar 6 mil de las 8 mil hectáreas que se estimaba existía el 2012. Se planteó que Humala Tasso fuera denunciado por infracción a los derechos humanos/genocidio, que al final no prosperó. No obstante la acción represiva dejó el saldo de miles de familias en pobreza y extrema pobreza, produjo el éxodo de un 15% de la población y otras secuelas que agravaron la realidad socioeconómica.

Fernando Belaunde, Alan García, Alberto Fujimori y Alejandro Toledo toleraron o avalaron excesos y arbitrariedades cometidos en los valles del Huallaga, Pichis Palcazu, Aguaytía, Vraem, San Gaban, etc., con el registro de muertes, torturas, secuestros y desapariciones de campesinos que defendían su fuente de ingresos y de narcotraficantes para arrebatarles el dinero o la droga. Hubo denuncias por violación de derechos humanos que fueron archivados en fiscalías y juzgados en parte debido a la presión mediática de medios y prensa aliada al poder.

Organismos internacionales, abogados y especialistas en derechos humanos concluyeron que los expresidentes Fernando Belaunde Terry, Alan García Pérez y Alberto Fujimori tuvieron responsabilidad por las masacres, matanzas, torturas y desapariciones durante la guerra interna periodo 1980 – 2000, al utilizar y validar estrategias de ‘guerra’ como “tierra arrasada”, “muerto el perro se acabó la rabia”, “no importa matar a cien con tal de eliminar a un terrorista”, “delación sincera o premiada”, ‘jueces sin rostro’ y creación de comandos clandestinos paramilitares de aniquilamiento selectivo “Rodrigo Franco” y “Colina”; suscribiendo el terrorismo de estado para enfrentar al terrorismo sedicioso y criminal de Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru; en conjunto responsables de 60 mil muertes y desapariciones, según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR.


La ley y el delito de genocidio.

Jurídicamente el genocidio es un delito internacional que comprende cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros.

La figura de genocidio en el código penal peruano, artículo 319, dispone que será reprimido con pena privativa de libertad no menor de veinte años el que, con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, social o religioso, realiza cualquiera de los actos siguientes: 1. Matanza de miembros del grupo. 2. Lesión grave a la integridad física o mental a los miembros del grupo. 3. Sometimiento del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física de manera total o parcial. 4. Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo. 5. Transferencia forzada de niños a otro grupo.

Desde un punto de vista jurídico, el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra se considera un delito de derecho internacional. Tanto la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 recogen una idéntica definición.

En el lenguaje común, sin embargo, el término tiene un significado diferente para la Real Academia Española que describe al genocidio: como exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de política.

Este segundo significado es el que mueve a muchas personas a calificar como genocidio determinadas matanzas de personas que, en realidad, no se ajustan al tipo penal del delito de genocidio definido internacionalmente.

Desde el punto de vista legal, la autoría mediata en virtud del dominio por organización se fundamenta en el "dominio sobre la organización". La estructura organizacional y funcional del aparato debe estar conformada de modo tal que las órdenes de los "jefes supremos", "lideres" o "mandos" sean ejecutadas "automáticamente". La estructura jerárquicamente organizada permite la automatización en el cumplimiento de las órdenes.

En conclusión, el delito de genocidio por lo sucedido durante la pandemia de la Covid – 19 NO se configura. (Fuente: ONU, MINSA, PCM, Informe CVR, Corte Suprema de Justicia, CIDH, TC, Blog Leyenda del Huallaga, BBC Mundo, Monografías.com).

·      * Ingeniero – Periodista investigador.  

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