Felipe Ascención Páucar Mariluz.
“Sacrificar es renunciar a algo valioso o precioso, a menudo
con la intención de lograr un propósito u objetivo de mayor valor. El
sacrificio siempre ha sido parte del evangelio de Jesucristo. Es un
recordatorio del gran sacrificio expiatorio de Jesucristo por todos los que han
vivido o vivirán sobre la tierra. Antes
del ministerio de Cristo, se ofrecían sacrificios de animales con este fin.
Después de la expiación del Salvador y por mandato Suyo, los
seguidores de Jesucristo comenzaron a ofrecer en lugar de sacrificios de
animales un “corazón quebrantado y un espíritu contrito”, que es la disposición
de arrepentirnos de nuestros pecados, y el deseo de seguir a Jesucristo y de
poner nuestra vida en armonía con sus mandamientos… Aquellos que demuestren su
disposición de sacrificarse tal como el Señor lo ha mandado serán aceptados por
Él. Él enseñó: “Todos los que . . . saben que su corazón es sincero y está
quebrantado, y su espíritu es contrito, y están dispuestos a cumplir sus
convenios con sacrificio, sí, cualquier sacrificio que yo, el Señor, mandare,
éstos son aceptados por mí” (https://www.churchofjesuschrist.org).
Jesucristo al tiempo de cumplir la misión
encomendada en la tierra por Dios Padre el hacedor del universo, fue la víctima
del poder hegemónico y tirano ejercido inicua y autoritariamente por un
emperador amoral jefe de un imperio corrupto con hipócrita democracia, por
ejemplo, someter al voto el destino de
muerte de Jesús al liberar a Barrabás el ladrón. Fue víctima también de la deslealtad,
la traición y la injuria por gente manipulada por el poder por la preservación
de un Dios pagano y espurio, como también de su propio círculo de discípulos:
la traición de Judas Iscariote, la deslealtad de Pedro y el gesto cobarde de
varios de los que decían ser sus seguidores, que le debían fidelidad pero que
al final lo abandonaron o renegaron de él.
La meditación de las 7
palabras se hace el Viernes Santo, con el fin de reflexionar sobre las últimas 7 frases que pronunció Jesús en la Cruz,
antes de morir. La crucifixión es el momento más solemne de la Pasión y
Muerte de Jesús. Invita a reconocer la entrega del Señor hacia sus hijos.
La explicación de la muerte de Jesús es doble:
es consecuencia de su actuar histórico y es aceptación de la voluntad del Padre
que lo envía. En otras palabras, si su manera de vivir el mesianismo es la
causa de su muerte desde el plano objetivo -es condenado por sus adversarios y
abandonado por sus seguidores por ello- lo es también desde el plano subjetivo
puesto que es la aceptación libre de la muerte por amor al Padre. Entrega total
a la causa del Reino, obediencia total a su Padre que reina y reinará en aquél.
La muerte de Jesús transforma la muerte en dos sentidos. El primer sentido es
que "todos los asesinados en la historia de la humanidad -todos los
vencidos y derrotados [...] todos aquéllos cuyas vidas fueron aplastadas [...]-
se concentran en Jesús que muere, él los hace suyos, para trasladarlos, con él,
al reino de la resurrección" (Capítulo 20: El final). El
segundo sentido es que "desde la perspectiva de la muerte como realidad
humana, la muerte de Jesús puede ser vista como el acto por el cual Dios hace
suya la única realidad que Él no ha creado [...] para transformarla en
posibilidad de entregar la vida por amor". En este marco, quiero
destacar algo que forma parte del núcleo de la propuesta: la cuestión del
sentido de la vida de Jesús como la plantea el autor lo conecta con una honda
tradición teológica bíblica. El autor explora la forma en que Jesús elabora y descubre el
sentido de su vida. Jesús lo realiza en su ministerio y dado que el sentido es
simultáneamente la entrega a los suyos y la obediencia al Padre, el espacio
privilegiado para esa elaboración-búsqueda es la escucha de la Palabra. Silva
cita dos textos bíblicos en esta línea: Le 24,44 y Le 11,27-28.
El Padre no pide a Jesús ser obedecido sin
antes ser conocido, experimentado y comprendido. No hay sentido teológico de la
obediencia de Jesús sin horizonte de la voluntad salvífica del Padre: el
horizonte de la obediencia es el amor por el Reino de Dios. Creo que la
respuesta va en profunda continuidad con el Dios del éxodo: Dios no pide ser
obedecido sin antes ser conocido; el decálogo no comienza con un precepto sino
con una palabra que resume la experiencia: "Yo soy el Señor tu Dios que te
saqué de la tierra de Egipto, fuera de la casa de servidumbre"
(Ex 20,1).
Jesús
de Nazareth momentos clave de su pasión y muerte Estos son los hechos históricos
que marcaron un momento fundamental en la historia de la humanidad: la muerte
en la cruz y la resurrección, a los tres días, del Hijo de Dios. Jesús de
Nazareth, hijo de Dios, falleció en la cruz, a las 3 de la tarde de un viernes,
luego de que fuese juzgado y condenado a ser ejecutado. Tras horas de agonía,
finalmente se cumpliría el designio divino: que el moriría para borrar nuestros pecados. De acuerdo a la
historia bíblica, a los tres días, Jesús
resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, para estar al lado
del padre. Sabemos que estos son los dos momentos cruciales en esta etapa del
final de la presencia de Jesús en la tierra y que basan la conmemoración que hacen los fieles en Semana Santa.
Sin embargo, existen otros acontecimientos muy importantes que se recuerdan en la Semana Mayor y
que hacen parte de la historia completa del proceso de Pasión y Resurrección de
Jesús:
Entrada triunfal a Jerusalén. Jesús y sus
discípulos entraron a Jerusalén para celebrar la pascua judía: en el momento
que entraron, fueron recibidos por
una multitud que los recibió con elogios y que proclamaba al Hijo
de Dios como 'El Rey de los Judíos'. Así inicia la Semana Santa y este instante es recordado en la historia
como 'el Domingo de Ramos”. Ahí, se lee el pasaje bíblico que relata
esta entrada triunfal de Jesús y los doce apóstoles.
La 'destrucción del templo'. La Biblia relata que
Jesús fue al templo, pero encontró alrededor de él, puro comercio: venta de
animales, intercambio de dinero y esto lo enfureció. Así que echó a todos de allí y volcó las mesas y
pidió que 'no hicieran de la casa de mi Padre un sitio de comercio'.
Ahí, pronunció una de sus frases más famosas: 'destruiré este templo y en tres
días lo reconstruiré. Todos quedaron perplejos, pero no entendieron el
mensaje simbólico: él se refería a su cuerpo.
La Última Cena. Otro de los grandes momentos de la
historia se encuentra aquí: Jesús
ofrece una cena en la que están sentados todos sus discípulos, incluido
Judas Iscariote, el que lo traicionaría momentos después. El momento se retrata
en el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci y muestra al Hijo de Dios en el centro de la mesa, rodeado por
los apóstoles y compartiendo el pan y el vino. De allí sale el
simbolismo de 'el cuerpo y la sangre de Cristo.
El lavatorio de los pies. Este evento también se da
en el marco de la Última Cena: luego
de compartir el pan y el vino, Jesús lava los pies de sus apóstoles, uno a uno.
Mientras lo hace, lanza dos de las profecías más importantes, previas a su
muerte. La primera es que Judas Iscariote lo traicionará y lo entregará, Este fue a donde los escribas y los Sumos
Sacerdotes, quienes le dieron dinero, a cambio de la información para
apresar a Jesús. La segunda fue la negación de Pedro, quien lo negó tres veces,
antes de su muerte. Esta profecía se cumplió tras el arresto de Jesús, pues
tres veces señalaron a este apóstol de acompañar a Cristo y estas tres veces
dijo que no.
El Arresto en Getsemaní. Jesús y sus discípulos, salvo
Judas, fueron a orar al monte de los Olivos. Él se retiró para hacerlo en soledad y sufrir la agonía previa de
su muerte en silencio, pidiendo a Dios que pueda liberarlo de lo
que viene, pero que se haga su voluntad y no la de él. En ese instante, Judas aparece e identifica a Jesús con el
famoso beso de Judas. Allí es que lo arrestan, no sin antes ver
como Simón Pedro cortaba la oreja de uno de los sirvientes de Caifás. Jesús es
conducido al templo y allí empieza su famoso enjuiciamiento, en el que fue
humillado, torturado y entregado por el mismo pueblo a la muerte.
Flagelación, coronación y condena antes de su
muerte. Antes de su crucifixión, Jesús es flagelado violentamente en un sitio
al aire libre. Los soldados fueron
los encargados de darle los golpes y de abofetearlo y burlarse de él. Ellos
recibieron las órdenes de Poncio Pilato de azotar a Jesús. En ese instante, le
pusieron una corona de espinas para provocarle más dolor y poder decirle con
ironía 'mírenlo, aquí está el 'Rey de los Judíos'.
Jesús de Nazareth, en 7 milagros. Estas son las siete
acciones milagrosas de Jesús de Nazareth, hijo de Dios, que quedaron
registradas en la biblia y perduran por toda la eternidad. Jesús de Nazareth,
hijo de Dios, vivió toda su vida predicando, sirviendo a su pueblo y llevando
el mensaje de su padre al mundo. Pero también se le reconocen importantes e
históricos milagros, como dos resurrecciones, momentos que quedaron registrados
en la biblia, para toda la eternidad. Los siete milagros de Jesús:
1. Las bodas de Caná. Al
tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de
Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y
faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo,
mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo
que os dijere. Y estaban allí
seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los
judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas
de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y
llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua
hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el
buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has
reservado el buen vino hasta ahora. Juan
2.
3. Jesús sana a un leproso. Cuando
Jesús bajó de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. Un hombre que
tenía lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. Señor, si quieres,
puedes limpiarme le dijo. Jesús
extendió la mano y tocó al hombre. Sí quiero le dijo. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la lepra.
Mira, no se lo digas a nadie le dijo Jesús; solo ve, preséntate al sacerdote, y
lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Mateo 8.
5. Jesús sana a un endemoniado. Después,
Jesús fue a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y enseñaba a la gente en el día de
descanso. Ellos se admiraban de sus enseñanzas porque su mensaje tenía
autoridad. En la sinagoga había un hombre que tenía un espíritu maligno, quien
gritó con fuerza: ¡Oye! ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!
Pero Jesús reprendió al espíritu maligno y le dijo: ¡Cállate y sal de
él! Entonces delante de todos,
el demonio tiró al hombre al suelo y después salió de él sin hacerle ningún
daño. Todos se quedaron atónitos
y se decían unos a otros: « ¿Qué clase de enseñanza es esta? Jesús ordena con
autoridad y poder a los espíritus malignos que salgan, ¡y ellos salen!» Entonces
la fama de Jesús se extendió por toda la región. Marcos 5.
7. La resurrección de Lázaro Un
hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con sus hermanas María y
Marta. María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso
sobre los pies del Señor y los secó con su cabello su hermano, Lázaro, estaba
enfermo. Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía:
«Señor, tu querido amigo está muy enfermo». Cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no
acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que
el Hijo de Dios reciba gloria como resultado». Aunque Jesús amaba a Marta, a
María y a Lázaro, se quedó dónde estaba dos días más. Jesús contestó: ¿Dónde lo
pusieron? les preguntó. Ellos le dijeron: Señor, ven a verlo. Entonces Jesús
lloró. Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva
con una piedra que tapaba la entrada. «Corran la piedra a un lado», les
dijo Jesús. Entonces Marta, la hermana del muerto, protestó: Señor, hace cuatro
días que murió. Debe haber un olor espantoso. Jesús respondió: ¿No te dije que
si crees, verás la gloria de Dios? Así que corrieron la piedra a un lado.
Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú
siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que
está aquí, para que crean que tú me enviaste». Entonces Jesús gritó:
«Lázaro, sal de ahí». Y el muerto salió de la tumba con las manos y los
pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza enrollada en un lienzo. Jesús
les dijo: «Quítenle las vendas y déjenlo ir». Juan 11.
El poder tirano e inicuo. “Al comienzo del
Capítulo IX del Libro VII, Aristóteles describe con cierta minuciosidad algunos
de los medios que los tiranos emplean para conservar el poder hasta donde sea
posible. Resulta así interesante constatar cómo a través de los tiempos se
repiten los mismos métodos, cómo el tirano representa un arquetipo histórico
cuya aparición constituye una constante en la vida de todos los pueblos,
cualquiera que sea su ubicación geográfica, su religión y su raza. El tirano,
según esta descripción aristotélica, reprime en torno suyo toda superioridad
que se levante. Esta característica no es sino la consecuencia de que el tirano
no puede permitir cerca suyo a nadie que pueda hacerle sombra y que en algún
momento pueda desplazarlo del poder. Tampoco el tirano puede aceptar hombres de
corazón en su gobierno, por lo que se deshará rápidamente de eI; prohibirá las
asociaciones, ya que el pueblo organizado puede hacer valer sus derechos con
mayor eficacia ante el tirano, siendo ésta una de las primeras medidas que
aplican los tiranos cuando acceden al poder, ya que la asociación de los
ciudadanos siempre constituirá un peligro potencial para sus designios y para
el uso ilimitado del poder. Consecuente con esta línea, está la de sembrar la
discordia y la calumnia entre los ciudadanos, para precisamente mantenerlos
divididos y poder así reinar con mayor facilidad , así "como hacer lo
posible para que los súbditos permanezcan sin conocerse los unos a los otros,
porque las relaciones entre los individuos dan lugar a que nazca entre ellos
una mutua confianza". Es importantísimo además para el tirano "saber
los menores movimientos de los ciudadanos, y obligarles en cierta manera a que
no salgan de las puertas de la ciudad, para estar siempre al corriente de lo
que hacen y acostumbrarles, mediante esta continua esclavitud, a la bajeza y a
la pusilanimidad". Porque "es uno menos franco cuando se teme el
espionaje y si se habla, todo se sabe". Aquí encontramos el fundamento de
todas las policías secretas del mundo, que normalmente a través de la historia
han sido utilizadas por los tiranos no tanto para preservar la seguridad
nacional, sino más bien para mantenerse en el poder, mediante el terror y la
compulsión a los ciudadanos que les paraliza e inhibe en cualquier acción que
pretendan intentar en su contra” (Alfonso Ansieta Núñez, Universidad Católica
de Valparaíso).
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