domingo, 19 de junio de 2011

La controvertida trayectoria de Ketín Vidal





Antonio Ketín Vidal: una larga y compleja relación con Montesinos. Memorias de otra incómoda vinculación con Reynaldo Rodríguez López (Foto: La República).

Por Gustavo Gorriti.-


En 1996, el narcotraficante Demetrio Chávez Peñaherrera sorprendió a todos con su estentórea confesión en el juzgado, de los sobornos mensuales que había tenido que pagar a Vladimiro Montesinos desde julio de 1991 hasta junio de 1992, cuando éste quiso duplicar el cupo de 50 a 100 mil dólares mensuales.

El gobierno de Fujimori quedó aturdido en medio del resonante escándalo. Mientras encerraban a Vaticano y lo ‘preparaban’ para que saliera días después a retractarse, con la cara de zombi y la pronunciación de quien ha pasado por sesiones de electroshock sin transformador, varios de los personajes del régimen de Fujimori y Montesinos salieron a defender a éste. Blanca Nélida Colán, la entonces fiscal de la Nación, fue una de ellos. Se la conocía bien. Era de esperar.

Pero hubo un personaje cuya defensa de Montesinos sí que sorprendió. Fue el general PNP Antonio Ketín Vidal, entonces jefe de la Policía, quien salió a respaldar a Montesinos en una entrevista hecha con el entonces periodista de televisión Gonzalo Quijandría.

“A mí me parece francamente inverosímil [la acusación de Vaticano]” dijo Vidal, “… yo no puedo pensar que una persona que tiene una responsabilidad tan alta en el país [como el doctor Montesinos] esté involucrado en estas cosas”.

Quienes veían entonces –y hasta vieron después– a Ketín Vidal como una suerte de alternativa democrática al montesinismo, tuvieron entonces lo que caritativamente se puede llamar una disonancia cognitiva. ¿Cómo? ¿El perícleo “Cazador” avalando al corrupto Svengali de Fujimori?

El futuro les iba a deparar una conmoción todavía mayor. El 25 de diciembre de 1999, cuando ya todo estaba dicho, violentado y, sobre todo, robado, Ketín Vidal y Montesinos se reunieron en la sala con truco del SIN. El video grabado subrepticiamente quedaría luego registrado con el número 1809 en el Congreso. Ahí, los viejos conocidos se hablan en diminutivo (de ‘Antoñito’ a ‘Vladicito”) , rajan de enemigos comunes, coinciden en la aparente inevitabilidad de la re-reelección de Fujimori.

Una parte del diálogo es memorable:
– Y sobre todo trabajé con lealtad, con lealtad, siempre – dice Ketín Vidal.
– Solamente hay dos cosas que no nos pueden decir, hermano –repone Montesinos –, ni que somos homosexuales ni que somos rateros.

La relación entre Ketín Vidal y Montesinos es no solo antigua sino que cruzó a través de los momentos más controvertidos y reveladores en la vida de ambos, sobre todo en la de Vidal.

Ambos se conocieron muy jóvenes, como cadetes, en el primer año de la Escuela Militar de Chorrillos, en 1962. Vidal abandonó la Escuela Militar a fines de año y pasó a la de la entonces Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Luego, como oficial de la Policía, se especializó en inteligencia.

En 1985, cuando era un coronel PIP, Vidal fue comprendido en la investigación a la que quizá haya sido la mayor organización peruana de narcotráfico, la de Reynaldo Rodríguez López. Ninguna otra organización llegó a penetrar tanto a las autoridades del Estado, sobre todo a la Policía y, en especial, a la de Investigaciones.

El atestado policial describe las responsabilidades de Vidal en las páginas 85 y 86. Ahí está no solo la evidencia de una relación continua entre Vidal y Rodríguez López, documentado en la agenda de éste, sino hasta gestiones realizadas por Vidal pidiendo visas para Estados Unidos a gente designada por Rodríguez López.

Reynaldo Rodríguez López (Foto: La República).

Me consta que Vidal tuvo una relación cercana con Rodríguez López y con los cómplices policiales de éste. Yo investigué por cerca de tres años a la organización de éste hasta que la explosión del laboratorio de cocaína en 1985, forzó a adelantar por varios días la publicación programada en la revista Caretas, donde trabajé todos esos años.

En el derrame informativo que siguió a nuestra primera publicación, vi que Vidal, quien había sido una de mis fuentes durante el largo y difícil proceso de investigación, había informado a la vez sobre el desarrollo de ésta a los generales de la Policía cómplices de Rodríguez López (sobre todo a José Jorge) y a éste. Confrontado con los hechos, Vidal lo reconoció pero me dijo que lo había hecho porque no tenía alternativa.

Le dieron de baja. Y pasó a trabajar en el estudio de su ex compañero de la EMCH, Vladimiro Montesinos, quien entonces ya llevaba algunos años como abogado especializado en la defensa de narcotraficantes. En el caso de la organización de Rodríguez López, Montesinos se convirtió en su estratega de defensa, en lo legal y fuera de ello. Y defendió a Vidal quien por un buen tiempo trabajó en el estudio de Montesinos.

Aunque Montesinos afirma que Vidal pudo reingresar a la Policía gracias a sus gestiones, eso no me consta. Lo cierto es que trabajó muy cerca de él desde la victoria de Fujimori en 1990.

Montesinos, que terminó controlando todo el país empezó el proceso controlando el Servicio de Inteligencia (SIN). Tuvo ahí a Vidal como jefe de contrainteligencia hasta 1991, cuando fue enviado a la Dincote, primero como subdirector y luego como director.

Ahí, gracias a los logros del GEIN, Vidal estableció una cierta autonomía y luego un gran prestigio propio cuando los policías bajo su comando capturaron a Abimael Guzmán.

La visión que tuvo la gente del general ‘demócrata’, no fue obstáculo para que, como queda dicho, Vidal defendiera a Montesinos en 1996 de una acusación que él tenía que saber que era cierta.

Ni fue obstáculo tampoco para que a fines de diciembre de 1999, le asegurara a su amigo ‘Vladicito’ haber trabajado “con lealtad, siempre”.

Antes que pasaran dos años desde ese momento, cuando el entonces fugitivo Montesinos fue capturado en Caracas, Vidal, convertido en ministro del Interior del régimen democrático de Valentín Paniagua, fue a Iquitos, a darle alcance al vuelo que traía a Montesinos.

Flanqueado por dos policías, Montesinos estaba sentado al medio del avión, contándole historias a sus custodios, que estos escuchaban muy divertidos. Y sus grabadoras también.
Entonces subió Vidal al avión y cruzó por un momento miradas con Montesinos. La de éste fue tan burlona y despectiva que el camarógrafo que filmó todo el retorno hizo un close-up que permitió ver cómo la sola expresión de Montesinos relataba una historia entre sorprendente y esperpéntica que abarcaba varias décadas y cambios de roles y personajes.

Circunspecto, no sé si contrito, Vidal se sentó en primera fila y no volteó, según testigos del vuelo, hasta aterrizar en Lima.

La historia no terminó entonces. Ahora, Vidal es mencionado como candidato para ser ministro del Interior en el gobierno de Ollanta Humala.

Que Humala sepa a qué se atiene si opta por esa elección. En todo caso, si precisa alguna información adicional, se la puede preguntar al periodista Carlos Paredes, autor del premiado libro “La caída del héroe: La verdadera historia de Ketín Vidal” (Planeta. Lima, 2006), quien llega a Lima este lunes 20 desde México, para declarar, defenderse y quizá contraatacar en el juicio que Ketín Vidal le tiene abierto.

Tomado de:



Revelaciones censuradas

Lo que Vidal contó sobre Fujimori y Montesinos, en la embajada de Estados Unidos, en enero de 1993.
Antonio Ketín Vidal en foto tomada hacia el final de su carrera policial (Foto: La República).


Por Gustavo Gorriti.


El 22 de enero de 1993, el entonces encargado de negocios (DCM, en las iniciales en inglés) de la embajada de Estados Unidos en Perú, Charles Brayshaw, envió un cable secreto al Departamento de Estado, en el que reseñó la conversación con un visitante que poseía el tipo de información privilegiada sobre el tormentoso Perú de entonces, que Brayshaw necesitaba captar y transmitir a su gobierno.

Fue tan interesante y delicado lo que se habló que cuando el cable fue parcialmente desclasificado nueve años después, se le borró párrafos y páginas enteras.

Pese a ello, la información que quedó es todavía muy reveladora.

Además, como sucedió en otros casos, el trabajo del censor fue más extenso que meticuloso y si bien borró la información que se puede inferir más candente y comprometedora, se olvidó de borrar en alguna línea el nombre de la fuente.

Charles Brayshaw, ex encargado de negocios de la embajada de los Estados Unidos en el Perú.

Quien habló con el experimentado Charles Brayshaw fue el entonces general PNP Antonio Ketín Vidal, quien, apenas cuatro meses después de la captura de Abimael Guzmán, se encontraba en el pináculo de su prestigio nacional e internacional. En tanto se conocía entonces muy poco sobre la historia y la organización del GEIN, se le acreditaba a Vidal el mérito de la captura que había cambiado el curso de la guerra y llevado a la derrota de Sendero Luminoso.

Brayshaw, un diplomático experimentado, que había servido y continuaría luego sirviendo en puestos difíciles en naciones en crisis, fue uno de los representantes más notables entre los funcionarios que Estados Unidos envió a su embajada en Lima en esos años de violencia e incertidumbre. Casi todos tenían experiencia en guerras internas y conflictos irregulares.

Desde Joseph McBride, que abandonó la embajada de Estados Unidos en Saigón trepando a un helicóptero desde la azotea, mientras el Vietcong y Vietnam del Norte conquistaban la ciudad; hasta, Steve McFarland, luego embajador en Guatemala, que trabajaba bajo un retrato de José Carlos Mariátegui en su oficina. Fue quizá el grupo más experimentado, interesante y en algunos casos pintoresco en servir en la embajada de Estados Unidos en Lima en muchos lustros. Así como ellos escriben sobre nosotros, creo que valdrá la pena recordar y retratar en el futuro a varios de ellos en conexión con los cables de Wikileaks y Bigwood que vayamos revelando. Pero ahora volvamos a la conversación entre Brayshaw y Vidal.

La censura del cable secreto cubrió, como vemos, hasta el sumario de la conversación. Pero quedó la opinión de Vidal de que “Fujimori comprende bien teóricamente la importancia de los Derechos Humanos, pero en los hechos está dispuesto a sacrificar principios para lograr una rápida victoria contra el terrorismo”. A Montesinos, Vidal lo describió como “consumido por la ambición”. Finalmente, Vidal dijo que el “equipo Fujimori/Montesinos” está poseído por una “obsesión por resultados rápidos que con frecuencia llevan a acciones políticas desacertadas (‘unwise’)”. La masacre de Barrios Altos, finalizó Brayshaw con un tono de seca ironía, era “demasiado caliente para [que Vidal se animara a] tocarla”.

Las dos primeras páginas del reporte de Brayshaw están borradas por el censor, excepto tres líneas al final, que revelan que parte de lo que se discutió fue, entre otras cosas, la práctica de torturas. “[él] veía esto como el mejor mecanismo de reclutamiento que tiene Sendero Luminoso. Cada persona abusada, dijo, resulta en 10 nuevos reclutas para SL”.

Brayshaw trató de espolear la elocuencia en Vidal utilizando argumentos polémicos. ¿Acaso Fujimori no había dado muestras de entender la necesidad de los derechos humanos? ¿No lo indicaba así en sus discursos? Claro que quizá no se hacía lo suficiente, ¿no pensaba Vidal que ese era un punto de vista correcto?

Luego de reconocer lo de la comprensión ‘teórica’ de los Derechos Humanos por parte de Fujimori, Vidal repuso que Fujimori está dispuesto a “tolerar cualquier método que le permita destruir a Sendero Luminoso y el MRTA dentro de su período de cinco años” [sic].

“El presidente” continuó Vidal en la versión de Brayshaw, “está convencido que la única manera de erradicar a Sendero Luminoso es por la eliminación física de los miembros de la organización; la política contraterrorista global del Gobierno así lo refleja”.

Vidal declaró que ese punto de vista era errado. Sendero, dijo, “es un movimiento con profundas raíces y no puede ser derrotado fácilmente (…) lo que se necesita es acciones políticas de largo plazo, no arreglos superficiales (‘quick fixes’)”.

Cuando Vidal se alistaba para retirarse, Brayshaw le preguntó cómo veía el papel de Vladimiro Montesinos en “los programas de contraterrorismo del Gobierno”.

Vidal dijo conocer a Montesinos desde [blanqueado por el censor]. Probablemente mencionó la Escuela Militar de Chorrillos donde ambos entraron como cadetes el mismo año antes de que Vidal decidiera pasarse a la entonces Policía de Investigaciones.

Mencionó Vidal también que Montesinos trató de “asociarse al poder desde muy temprano”, y dijo no conocer la razón por la que fue expulsado del Ejército en 1976.

Vidal y Montesinos en la salita del SIN, noviembre de 1999 (Foto: La República).

Una vez en libertad y con el título de abogado, contó Vidal, “Montesinos se enfocó en una sola cosa: el Poder, político y económico. (…) eso lo llevó a los narcotraficantes, que siempre pagaban bien”.

Vidal prosiguió contando, desde el cercano conocimiento que su estrecha relación con Montesinos le había permitido tener, las partes más conocidas de la biografía de Montesinos: su camino de la infamia al poder a través de un fiscal de la Nación (Denegri) corrupto, mediante el cual pudo utilizar la Fiscalía en el encubrimiento de la masacre de Cayara, para volver al Servicio de Inteligencia y de ahí a convertirse en asesor de Fujimori en 1990 a quien, dijo Vidal, Montesinos le ofreció el Ejército “como su base política”.

Elocuente y desinhibido por un momento, “[Vidal] describió a Montesinos como una persona lista y hábil [‘a clever and able man’], con muchas ideas pero sin concepción estratégica. Él se orienta a la acción, quiere que las cosas se hagan rápidamente”.

“En esto” dijo Vidal, “ Fujimori y Montesinos son casi idénticos. Al enfrentar el problema de Sendero, ellos lanzan ideas al problema sin pensar en las consecuencias o tener una visión estratégica”.

“[Vidal]” observó Brayshaw, “claramente no tiene una alta opinión … del equipo Fujimori/Montesinos”.

Otra característica clave de Montesinos, dijo Vidal, era “los celos extremos en su relación con el Presidente. [Montesinos] no quiere que otra persona disfrute del acceso que él tiene y sistemáticamente impide que los contendientes para el [acceso a] el proceso deliberativo del Presidente [‘thinking process’] puedan contactarlo”.

Vidal –quien presumiblemente fue uno de los afectados por los celos de Montesinos, junto con, por ejemplo, Hernando de Soto– consideró que eso era “altamente peligroso, principalmente porque Fujimori se lo ha permitido. El régimen, por eso, queda amarrado a los cálculos de corto plazo y las improvisaciones políticas que ambos desarrollan”.

En ese momento, Brayshaw le hizo la pregunta más importante de esa conversación a Vidal. Recordando la discusión previa sobre la opinión real de Fujimori sobre los derechos humanos, Brayshaw le preguntó cuál era el “significado de [la masacre de] Barrios Altos y si Montesinos tenía vinculación con ella”.

Ahí se acabó la elocuencia de Vidal. “Ese es un asunto muy sensible” dijo, “quizá pueda ser discutido en alguna otra ocasión”.

Algo más agregó, porque las siguientes dos páginas, hasta el final del documento, están completamente borradas.

La fecha prevista de desclasificación del documento es el 29 de enero de 2019.


Tomado de:
http://idl-reporteros.pe/2011/06/17/revelaciones-censuradas/

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