Entre la violencia y la muerte, las marchas por la paz sirven muy poco. Foto: Internet.
“La gran causa de la paz entre los pueblos tiene necesidad de todas las energías de paz latentes en el corazón del hombre. A suscitarlas y cultivarlas.” Juan Pablo II
El 28 de noviembre se realizó la cuarta marcha del año para pedir la liberación de todos los secuestrados en Colombia. Autoridades distritales, pueblo y promotores de la jornada, se desplazaron por las ciudades del país.
Un periodista preguntó a un estudiante universitario que participaba de la marcha ¿tú crees que las marchas por la paz sirvan? la respuesta fue contundente “¡Yo creo que no!, solo sirven para que los delincuentes se sientan mas orgullosos de si mismos, a los criminales los alimenta el temor de las demás personas, cuando vean que miles marcharon de blanco, ellos lo interpretaran como un blanco que hay que manchar de sangre, saben que tienen al país aterrado y eso les gusta, además no creo que el gobierno o las autoridades se deban encargar de convocar las marchas, la iniciativa debe nacer del pueblo que es el más afectado.”
Un profesor terció en la conversación “El fuego se ataca con fuego, creo que es totalmente inútil gritar o pedir por la paz, porque los delincuentes no la conocen y eso les facilita sus objetivos.”
Las armas serían parte del ciudadano en el futuro ante el incremento incontenible de la violencia de todo tipo. Foto Internet.
Un empresario que observaba la interminable fila de marchantes, alcanzó a decir, “Creo que hasta que todos nos pongamos de acuerdo y saquemos las armas y comencemos a defendernos, a matar delincuentes, a reunirnos contra los narcos, ellos recién comenzaran a tener miedo al pueblo.” Morirían muchos inocentes, pero como alguien una vez dijo "prefiero morir luchando contra el enemigo a morir sin intentar vencerlo" y las siguientes generaciones lo agradecerían. Lo digo porque veo que mucha gente vive esperanzada a que los demás hagan algo, veo en la tele y culpan al gobierno y a la policía, sin admitir que entre ellos están los delincuentes y secuestradores.
En nuestro país un alto funcionario del gobierno expresó "Los pueblos de Perú reclamamos paz, pues su ausencia quiebra la gobernabilidad y deteriora sus valores colectivos y de cooperación, impide las inversiones y constituye uno de los mayores obstáculos para la democracia"
Los afectados por el conflicto interno del país no solamente claman por la construcción de nuevas vías de pacificación, sino principalmente exigen que la sociedad asuma el costo de la guerra y a reconocer la existencia de millares de víctimas, no sólo de la confrontación armada, sino también de la violencia social y económica, de la exclusión, la persecución por razones ideológicas y de la violencia ejercida tanto por fuerzas armadas legales como ilegales.
No contribuyen a la reconciliación las declaraciones desafinadas y de desprecio al pueblo de las boquitas de caramelo Lourdes Alcorta, Mercedes Cabanillas, Carlos Raffo y otros defensores a ultranza de los que violaron los derechos humanos de los pobres y humildes con las armas que el pueblo les entregó para pacificar zonas convulsionadas y en grave conflicto. Aquellos que bajo el manto pacificador y de luchar contra el terrorismo se convirtieron en los mercenarios del terror y la muerte, deben ser castigados ejemplarmente.
En el Perú y en las regiones del Huallaga, VRAE y otras los actores político-militares, militares con poder político o políticos con poder económico, no puede lanzar la primera piedra contra los violentistas y menos contra el pueblo por que nos parece que no acredita a favor de la causa por la paz caer en la trampa del viejo cuento del ladrón gritando: ¡Cojan al ladrón! o ¡Cojan al violentista!
Un poco confiable para la lucha o el rechazo a la violencia en todas sus formas y orígenes sería poner en la agenda de la marcha por la paz o en las pancartas que porten los manifestantes, los siguientes slogans o mensajes:
¡NO A LA VIOLENCIA CRIMINAL TERRORISTA!
¡NO AL TERRORISMO DE ESTADO!
¡NO AL SECUESTRO!
¡NO A LA DESAPARICIÓN FORZADA!
¡NO A LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICALES!
¡NO A LA POLITICA ANTIDROGAS GENERADORA DE: NARCOGUERRILLAS, NARCOGOBIERNOS Y NARCOLAVADORES DE DINERO!
¡NO A LA GRAN CORRUPCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL!
¡NO A LAS PRÁCTICAS DELICTIVAS DE LAS AUTORIDADES REGIONALES Y LOCALES!
También esta en cuestión si el vestirse de blanco para marchar por la paz, ¿sirve de algo? Voceros de las autoridades dicen que hay que vestirse de blanco para marchar por la paz y así emitir el mensaje que estamos hartos de la violencia. Sin embargo hay quienes piensan que pasarán las marchas y seguiremos viendo la misma delincuencia, la misma violencia, a las mismas autoridades corrompiéndose. Vestirán de blanco y protestaran por un momento pero todo seguirá igual, entonces ¿cuál es la gracia? No creemos que los asesinos y mucho menos los gobiernos violadores de los derechos políticos, económicos y sociales, van a decir después de una marcha: "mira como están hartos de la violencia, ya no hay que seguir dándoles mas dolor, vamos a parar de hacerles sufrir"
“A ellos no les importan nada, verán como después de la marcha por la paz, esa marcha no cambiará nada, pues todo seguirá igual. En mi opinión creo que las marchas contra la violencia solo sirven para expresar nuestro rechazo a la agresión y clamar por justicia social, pero creo que es mejor estar prevenidos a que no nos suceda algo malo.” Afirma un agricultor que ya antes participó en marchas por la paz en Aucayacu.
Es cierto que todos sufrimos de un incremento palpable de la violencia a nuestro entorno. Las noticias son alarmantes: Robos con lujo de violencia, secuestros, asesinatos a plena luz del día, se volvieron acontecimientos cotidianos. Todos tenemos vecinos y familiares víctimas de la criminalidad, eso si no nos tocó en persona. ¿Por qué entonces nos genera tanta desconfianza las marchas ideadas y aprobadas por los funcionarios del gobierno? Por que como siempre algunos generadores de la violencia pasarán por pacificadores y ostentarán con mal entendido orgullo aquello de ‘por fuera flores y por dentro temblores’.
Pero, ¿Quién estaría en contra de la seguridad? Nadie, hasta los mismos secuestradores tienen equipos de seguridad bastante rechonchos, y no hay narcotraficante a quien le guste que le roben en su casa o su empresa, por tanto vive rodeado de guardaespaldas armados hasta los dientes y ni hablar de los que roban a manos llenas, ellos tienen seguridad pagada por el pueblo y vehículos blindados o con lunas polarizadas.
Piden que se termine la violencia pero olvidan o prefieren olvidar que muchos de ellos la originan. Olvidan la impunidad, los fraudes, el enriquecimiento ilícito, el despojo, la violencia institucional, la pauperización de la población, las alianzas con los poderes fácticos del narcotráfico y el crimen organizado. Así la supremacía origina la violencia y exige acabar con ella. Y hasta la indignación es selectiva: lacera a la sociedad el crimen de los policías pero nadie se acuerda del crimen de los modestos pobladores en el área rural. La marcha por la paz del 04 de diciembre en Tingo María que concentró a mil 200 personas el 50% estudiantes de los niveles iniciales fue convertida por decisión de los funcionarios de gobierno en una marcha en homenaje a los cinco policías caídos en la emboscada de Sendero Luminoso el 26 de noviembre.
Pero, ¿Por que tendría más valor una marcha por la paz ligada al trabajo y al pan de los pobres? Por que todo esto tiene dependencia entre sí, de manera que sin paz no es posible trabajar y llevar el pan a casa. Y por que sin trabajo ni pan no habrá paz posible, por que esta se construye sobre la base de la justicia social. Los arados cantan una vez que callan los cañones de guerra. Como no darnos cuenta que después de los aspectos humanos vienen las repercusiones económicas y sociales que a su vez se transforman y repercuten en aspectos humanos nuevamente.
Pero el desafío está lanzado y las preguntas planteadas no encuentran respuestas:
¿Quienes defenderán el salario de los subempleados e informales explotados?
¿Quién le dará trabajo a millones de peruanos que de tanto patear latas tienen los pies hinchados o están más famélicos que perro abandonado a su suerte?
¿Quiénes pelearan por el aumento de las jubilaciones y pensiones de la tercera edad?
¿Quiénes lucharán por sábanas, gasas y medicamentos de los hospitales y postas médicas que están quebrados?
¿Quienes defenderán los escasos derechos sociales que aún le quedan a las mujeres, la asignación familiar, las vacaciones por embarazo? ¿Quién impedirá que se ejerza el abuso y la violencia contra ellas?
¿Quiénes defenderán el derecho a crear, a la cultura, a la educación, y a la formación intelectual de la juventud, se dice, el futuro del mañana?
¿Quiénes tendrán la tarea de seguir soñando, de seguir echando alas libremente y continuar su trabajo creador educando a las nuevas generaciones en la paz y contra la guerra?
Por lo pronto, marchan por la paz: los burócratas, muchos de ellos insensibles y arrogantes. Los alcaldes autoritarios e ineptos, salvo excepciones; un consejero regional conocido por sus enfrentamientos con el jefe en el intento por frenar la corrupción. El jefe policial sin antes haber esclarecido las denuncias en torno a la muerte de los cinco policías. Un juez o un fiscal con anteojos negros para no mirarlos a los ojos, por que aseguran que a través de los ojos se ve el alma. Un comunicador sometido y adicto al celular para las entrevistas bajo libreto a 500 kilómetros de distancia. Un funcionario de proyecto especial que no quiere desprenderse del cargo, etc. Esperemos que el supremo esfuerzo que realizaran sirva para cambiar la actitud mental antes que las apariencias.
Se esperaba que esa marcha no utilizarían a niños estudiantes de los niveles iniciales por que ellos aún no entienden las sesudas inventivas de sus mayores para acabar con la violencia, mientras ellos practican la violencia mañana, tarde y noche; dentro o fuera del hogar o en la propia oficina, a veces vedada para los calatos de a pie.
Si las marchas por la paz no sirven para acabar con el crimen organizado o el terrorismo ilegal y de Estado, la fe si puede cambiar este estado de cosas, por ello, sugerimos acompañar las marchas con la oración pronunciada por el Alto Comisionado por la Paz de Colombia en uno de sus actos públicos:
Ayúdanos Señor
A conducir el arca de la paz a buen destino. A sortear con pericia los fuertes vientos. A salir airosos de destructivas tempestades. Ayúdanos a construir desde ya, en medio de la intolerancia, relaciones respetuosas de la libertad y la diferencia, a convencer con nuestro ejemplo a quienes están enceguecidos por el odio y la violencia.
Enséñanos Señor
A establecer sincera solidaridad con los que sufren, con los que padecen a causa de la violencia, la injusticia y el terror. No nos dejes olvidar que millares de personas son diariamente despojadas: De su vida. De su dignidad. De su libertad. De su comida. De su ropa. De su techo, salud y habitación.
Concédenos Señor
La fuerza para enfrentar a quien nos oprime, pero no permitas que en nuestra lucha por la libertad y la justicia, olvidemos el supremo mandamiento de no matar, no aplastar, no ofender. Ayúdanos a no caer en la tentación de la violencia, pues tú derramaste tu preciosa sangre para que nunca más sangre humana fuese derramada por nosotros.
Señor,
Tu que te levantaste victorioso sobre la muerte, sanando con ternura las heridas que te había causado la insensatez humana, ayúdanos a encontrar en esta larga noche de la violencia el camino que nos conduzca a la reconciliación y a la paz.
Las reflexiones que anteceden no significan que no reconozcamos los esfuerzos que se hacen por lograr la paz, y acabar con todo tipo de violencia, sobre todo si la acción proviene de personas bien intencionadas con conductas transparentes y comprometidas con los que menos tienen, con los que más sufren.
Quienes promueven la paz deben asumir el reto de la verdad y la conciliación que empieza por decirle no a toda manifestación que signifique corrupción y violencia para ello están obligados no solo a ser coherentes en sus actos y actitudes y sobre todo a predicar con el ejemplo, entre otras condiciones éticas y morales. No olvidemos que los diablos predicadores acabarán quemándose en el infierno de su conciencia o lapidados por el pueblo.
“La gran causa de la paz entre los pueblos tiene necesidad de todas las energías de paz latentes en el corazón del hombre. A suscitarlas y cultivarlas.” Juan Pablo II
El 28 de noviembre se realizó la cuarta marcha del año para pedir la liberación de todos los secuestrados en Colombia. Autoridades distritales, pueblo y promotores de la jornada, se desplazaron por las ciudades del país.
Un periodista preguntó a un estudiante universitario que participaba de la marcha ¿tú crees que las marchas por la paz sirvan? la respuesta fue contundente “¡Yo creo que no!, solo sirven para que los delincuentes se sientan mas orgullosos de si mismos, a los criminales los alimenta el temor de las demás personas, cuando vean que miles marcharon de blanco, ellos lo interpretaran como un blanco que hay que manchar de sangre, saben que tienen al país aterrado y eso les gusta, además no creo que el gobierno o las autoridades se deban encargar de convocar las marchas, la iniciativa debe nacer del pueblo que es el más afectado.”
Un profesor terció en la conversación “El fuego se ataca con fuego, creo que es totalmente inútil gritar o pedir por la paz, porque los delincuentes no la conocen y eso les facilita sus objetivos.”
Las armas serían parte del ciudadano en el futuro ante el incremento incontenible de la violencia de todo tipo. Foto Internet.
Un empresario que observaba la interminable fila de marchantes, alcanzó a decir, “Creo que hasta que todos nos pongamos de acuerdo y saquemos las armas y comencemos a defendernos, a matar delincuentes, a reunirnos contra los narcos, ellos recién comenzaran a tener miedo al pueblo.” Morirían muchos inocentes, pero como alguien una vez dijo "prefiero morir luchando contra el enemigo a morir sin intentar vencerlo" y las siguientes generaciones lo agradecerían. Lo digo porque veo que mucha gente vive esperanzada a que los demás hagan algo, veo en la tele y culpan al gobierno y a la policía, sin admitir que entre ellos están los delincuentes y secuestradores.
En nuestro país un alto funcionario del gobierno expresó "Los pueblos de Perú reclamamos paz, pues su ausencia quiebra la gobernabilidad y deteriora sus valores colectivos y de cooperación, impide las inversiones y constituye uno de los mayores obstáculos para la democracia"
Los afectados por el conflicto interno del país no solamente claman por la construcción de nuevas vías de pacificación, sino principalmente exigen que la sociedad asuma el costo de la guerra y a reconocer la existencia de millares de víctimas, no sólo de la confrontación armada, sino también de la violencia social y económica, de la exclusión, la persecución por razones ideológicas y de la violencia ejercida tanto por fuerzas armadas legales como ilegales.
No contribuyen a la reconciliación las declaraciones desafinadas y de desprecio al pueblo de las boquitas de caramelo Lourdes Alcorta, Mercedes Cabanillas, Carlos Raffo y otros defensores a ultranza de los que violaron los derechos humanos de los pobres y humildes con las armas que el pueblo les entregó para pacificar zonas convulsionadas y en grave conflicto. Aquellos que bajo el manto pacificador y de luchar contra el terrorismo se convirtieron en los mercenarios del terror y la muerte, deben ser castigados ejemplarmente.
En el Perú y en las regiones del Huallaga, VRAE y otras los actores político-militares, militares con poder político o políticos con poder económico, no puede lanzar la primera piedra contra los violentistas y menos contra el pueblo por que nos parece que no acredita a favor de la causa por la paz caer en la trampa del viejo cuento del ladrón gritando: ¡Cojan al ladrón! o ¡Cojan al violentista!
Un poco confiable para la lucha o el rechazo a la violencia en todas sus formas y orígenes sería poner en la agenda de la marcha por la paz o en las pancartas que porten los manifestantes, los siguientes slogans o mensajes:
¡NO A LA VIOLENCIA CRIMINAL TERRORISTA!
¡NO AL TERRORISMO DE ESTADO!
¡NO AL SECUESTRO!
¡NO A LA DESAPARICIÓN FORZADA!
¡NO A LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICALES!
¡NO A LA POLITICA ANTIDROGAS GENERADORA DE: NARCOGUERRILLAS, NARCOGOBIERNOS Y NARCOLAVADORES DE DINERO!
¡NO A LA GRAN CORRUPCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL!
¡NO A LAS PRÁCTICAS DELICTIVAS DE LAS AUTORIDADES REGIONALES Y LOCALES!
También esta en cuestión si el vestirse de blanco para marchar por la paz, ¿sirve de algo? Voceros de las autoridades dicen que hay que vestirse de blanco para marchar por la paz y así emitir el mensaje que estamos hartos de la violencia. Sin embargo hay quienes piensan que pasarán las marchas y seguiremos viendo la misma delincuencia, la misma violencia, a las mismas autoridades corrompiéndose. Vestirán de blanco y protestaran por un momento pero todo seguirá igual, entonces ¿cuál es la gracia? No creemos que los asesinos y mucho menos los gobiernos violadores de los derechos políticos, económicos y sociales, van a decir después de una marcha: "mira como están hartos de la violencia, ya no hay que seguir dándoles mas dolor, vamos a parar de hacerles sufrir"
“A ellos no les importan nada, verán como después de la marcha por la paz, esa marcha no cambiará nada, pues todo seguirá igual. En mi opinión creo que las marchas contra la violencia solo sirven para expresar nuestro rechazo a la agresión y clamar por justicia social, pero creo que es mejor estar prevenidos a que no nos suceda algo malo.” Afirma un agricultor que ya antes participó en marchas por la paz en Aucayacu.
Es cierto que todos sufrimos de un incremento palpable de la violencia a nuestro entorno. Las noticias son alarmantes: Robos con lujo de violencia, secuestros, asesinatos a plena luz del día, se volvieron acontecimientos cotidianos. Todos tenemos vecinos y familiares víctimas de la criminalidad, eso si no nos tocó en persona. ¿Por qué entonces nos genera tanta desconfianza las marchas ideadas y aprobadas por los funcionarios del gobierno? Por que como siempre algunos generadores de la violencia pasarán por pacificadores y ostentarán con mal entendido orgullo aquello de ‘por fuera flores y por dentro temblores’.
Pero, ¿Quién estaría en contra de la seguridad? Nadie, hasta los mismos secuestradores tienen equipos de seguridad bastante rechonchos, y no hay narcotraficante a quien le guste que le roben en su casa o su empresa, por tanto vive rodeado de guardaespaldas armados hasta los dientes y ni hablar de los que roban a manos llenas, ellos tienen seguridad pagada por el pueblo y vehículos blindados o con lunas polarizadas.
Piden que se termine la violencia pero olvidan o prefieren olvidar que muchos de ellos la originan. Olvidan la impunidad, los fraudes, el enriquecimiento ilícito, el despojo, la violencia institucional, la pauperización de la población, las alianzas con los poderes fácticos del narcotráfico y el crimen organizado. Así la supremacía origina la violencia y exige acabar con ella. Y hasta la indignación es selectiva: lacera a la sociedad el crimen de los policías pero nadie se acuerda del crimen de los modestos pobladores en el área rural. La marcha por la paz del 04 de diciembre en Tingo María que concentró a mil 200 personas el 50% estudiantes de los niveles iniciales fue convertida por decisión de los funcionarios de gobierno en una marcha en homenaje a los cinco policías caídos en la emboscada de Sendero Luminoso el 26 de noviembre.
Pero, ¿Por que tendría más valor una marcha por la paz ligada al trabajo y al pan de los pobres? Por que todo esto tiene dependencia entre sí, de manera que sin paz no es posible trabajar y llevar el pan a casa. Y por que sin trabajo ni pan no habrá paz posible, por que esta se construye sobre la base de la justicia social. Los arados cantan una vez que callan los cañones de guerra. Como no darnos cuenta que después de los aspectos humanos vienen las repercusiones económicas y sociales que a su vez se transforman y repercuten en aspectos humanos nuevamente.
Pero el desafío está lanzado y las preguntas planteadas no encuentran respuestas:
¿Quienes defenderán el salario de los subempleados e informales explotados?
¿Quién le dará trabajo a millones de peruanos que de tanto patear latas tienen los pies hinchados o están más famélicos que perro abandonado a su suerte?
¿Quiénes pelearan por el aumento de las jubilaciones y pensiones de la tercera edad?
¿Quiénes lucharán por sábanas, gasas y medicamentos de los hospitales y postas médicas que están quebrados?
¿Quienes defenderán los escasos derechos sociales que aún le quedan a las mujeres, la asignación familiar, las vacaciones por embarazo? ¿Quién impedirá que se ejerza el abuso y la violencia contra ellas?
¿Quiénes defenderán el derecho a crear, a la cultura, a la educación, y a la formación intelectual de la juventud, se dice, el futuro del mañana?
¿Quiénes tendrán la tarea de seguir soñando, de seguir echando alas libremente y continuar su trabajo creador educando a las nuevas generaciones en la paz y contra la guerra?
Por lo pronto, marchan por la paz: los burócratas, muchos de ellos insensibles y arrogantes. Los alcaldes autoritarios e ineptos, salvo excepciones; un consejero regional conocido por sus enfrentamientos con el jefe en el intento por frenar la corrupción. El jefe policial sin antes haber esclarecido las denuncias en torno a la muerte de los cinco policías. Un juez o un fiscal con anteojos negros para no mirarlos a los ojos, por que aseguran que a través de los ojos se ve el alma. Un comunicador sometido y adicto al celular para las entrevistas bajo libreto a 500 kilómetros de distancia. Un funcionario de proyecto especial que no quiere desprenderse del cargo, etc. Esperemos que el supremo esfuerzo que realizaran sirva para cambiar la actitud mental antes que las apariencias.
Se esperaba que esa marcha no utilizarían a niños estudiantes de los niveles iniciales por que ellos aún no entienden las sesudas inventivas de sus mayores para acabar con la violencia, mientras ellos practican la violencia mañana, tarde y noche; dentro o fuera del hogar o en la propia oficina, a veces vedada para los calatos de a pie.
Si las marchas por la paz no sirven para acabar con el crimen organizado o el terrorismo ilegal y de Estado, la fe si puede cambiar este estado de cosas, por ello, sugerimos acompañar las marchas con la oración pronunciada por el Alto Comisionado por la Paz de Colombia en uno de sus actos públicos:
Ayúdanos Señor
A conducir el arca de la paz a buen destino. A sortear con pericia los fuertes vientos. A salir airosos de destructivas tempestades. Ayúdanos a construir desde ya, en medio de la intolerancia, relaciones respetuosas de la libertad y la diferencia, a convencer con nuestro ejemplo a quienes están enceguecidos por el odio y la violencia.
Enséñanos Señor
A establecer sincera solidaridad con los que sufren, con los que padecen a causa de la violencia, la injusticia y el terror. No nos dejes olvidar que millares de personas son diariamente despojadas: De su vida. De su dignidad. De su libertad. De su comida. De su ropa. De su techo, salud y habitación.
Concédenos Señor
La fuerza para enfrentar a quien nos oprime, pero no permitas que en nuestra lucha por la libertad y la justicia, olvidemos el supremo mandamiento de no matar, no aplastar, no ofender. Ayúdanos a no caer en la tentación de la violencia, pues tú derramaste tu preciosa sangre para que nunca más sangre humana fuese derramada por nosotros.
Señor,
Tu que te levantaste victorioso sobre la muerte, sanando con ternura las heridas que te había causado la insensatez humana, ayúdanos a encontrar en esta larga noche de la violencia el camino que nos conduzca a la reconciliación y a la paz.
Las reflexiones que anteceden no significan que no reconozcamos los esfuerzos que se hacen por lograr la paz, y acabar con todo tipo de violencia, sobre todo si la acción proviene de personas bien intencionadas con conductas transparentes y comprometidas con los que menos tienen, con los que más sufren.
Quienes promueven la paz deben asumir el reto de la verdad y la conciliación que empieza por decirle no a toda manifestación que signifique corrupción y violencia para ello están obligados no solo a ser coherentes en sus actos y actitudes y sobre todo a predicar con el ejemplo, entre otras condiciones éticas y morales. No olvidemos que los diablos predicadores acabarán quemándose en el infierno de su conciencia o lapidados por el pueblo.
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