viernes, 23 de julio de 2010

Despliegue militar norteamericano en AL

La militarización de las relaciones diplomáticas se acrecienta bajo el régimen de Obama.


(1) Obama usa al narcotráfico como pretexto para justificar el despliegue militar en América Latina, sin embargo EE.UU. es el primer productor de marihuana. (2) Tropas militares de EE.UU. de gran poder de fuego se dirigen a la pacífica Costa Rica. (3) La presencia militar de EE.UU. en diversos países no ha reducido el narcotráfico.

Bajo el pretexto del combate al narcotráfico, el gobierno de Barack Obama acaba de anunciar que a partir del primero de agosto serán desplegados 1,200 guardias nacionales en la frontera con México y que se utilizarán aeronaves de vigilancia a control remoto (drones), como las empleadas en la guerra en Afganistán.

Con el envío de las nuevas fuerzas, un total de 20 mil efectivos custodiarán la frontera a lo largo de los estados de Texas, Nuevo México, Arizona y California. Además, se movilizarán agentes de aduanas con el objeto de impedir el tráfico de Drogas y armas y la inmigración ilegal.

Las tropas estarán armadas con fines de autodefensa, afirma el jefe de la oficina de la Guardia Nacional, Craig McKinley. Pero pocos creen en esta versión, pues el número de muertes de indocumentados que ingresan por el desierto de Arizona colapsó la oficina del forense.

Desde el primero de julio, 40 cadáveres se acumulan en las oficinas forenses del condado de Pima y se teme que el total mensual supere el récord de 68, de julio de 2005.

“Definitivamente, está en curso de ser tal vez el mes más mortal de todos los tiempos”, afirma el médico Bruce Parks. De enero a mediados de julio, él recibió los cuerpos de 134 indocumentados.

Lo cierto es que el origen del mal se da en Estados Unidos y no al revés. Las bandas de narcotráfico mexicanas surgieron hace 15 años cuando los grandes compradores del norte decidieron que México debería ser también un país consumidor. Y empezaron a pagar con droga los cargamentos, dando lugar a la formación de carteles.

Todo ello sumado a la crisis del campo, la migración y la falta de oportunidades, lo que dio lugar a que miles de mexicanos encontraran una fuente de subsistencia en el mercado de la droga. Miles de pobres fueron reclutados para el negocio. En el 2006, era claro para todos que las fuerzas del Estado habían perdido el control de gran parte del territorio. Y Felipe Calderón decidió meter al Ejército en la lucha contra el narcotráfico, lo que hasta el momento ha costado casi 25 mil muertos.

¿La decisión de Obama ayudará en algo a resolver esta situación? Pocos creen en ella.

En Costa Rica

El anuncio de tropas en la frontera mexicana se suma a la decisión del gobierno de Costa Rica de autorizar el ingreso de 46 buques de guerra, 200 helicópteros y aviones de combate, y 7.000 marines, bajo el pretexto del combate al narcotráfico. Todo parece indicar que fue Washington quien hizo el pedido, aceptado generosamente por el gobierno liderado por Laura Chinchilla, un personaje vinculado a la agencia USAID. Lo que se le informó al país centroamericano fue que la situación en México había forzado a los cárteles de la droga a modificar sus rutas tradicionales de ingreso a Estados Unidos y que para desbaratar la maniobra era preciso garantizar el despliegue de un contingente de fuerzas en el istmo centroamericano.

El permiso concedido por el Congreso de Costa Rica se extiende por seis meses, a partir del 1 de julio, aunque con los yankis y sus socios nunca se sabe. Los marines tendrán total inmunidad ante la justicia y podrán entrar y salir del país a entera voluntad, y circular por todo el territorio nacional con sus pertrechos y armamentos de combate.

La autorización del Congreso costarricense permite el ingreso de guardacostas y pequeños navíos pero también de portaaviones de última generación, como el MakinIsland, dotado de capacidad para albergar a 102 oficiales y 1.449 marines, 42 helicópteros CH-46, cinco aviones AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawks; o el USS Freedom, con capacidad para combatir a submarinos e internarse en aguas poco profundas.

Falsa premisa

Este despliegue de fuerzas sucede a los realizados tras el terremoto de Haití, así como el que se realizó tras la aprobación del Plan Colombia y la instalación de bases militares en el país de Álvaro Uribe. Esos acuerdos también tuvieron como pretexto el combate al narcotráfico. Sin embargo, fuentes de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen demuestran que desde que las tropas de Estados Unidos se instalaron en Colombia se registraron notables incrementos en los cultivos de coca.

Todo eso pese a que entre el 2000 y 2006, el Plan Colombia recibió US$2.800 millones de dólares, cifra que sumada a la asistencia del Departamento de Defensa promedió los US$4.900 millones de dólares. Estas partidas convirtieron a Colombia en el tercer mayor receptor de ayuda de los Estados Unidos, pero los avances en la lucha contra las Drogas no tuvieron éxitos significativos.

Lo mismo ocurre en Afganistán, país ocupado con récords en la producción y exportación de opio y la fabricación de heroína. Lo que sucede es que el país que se arroga el derecho a combatir el narcotráfico en el mundo demuestra una nula capacidad para hacer lo propio dentro de sus fronteras y para desarticular las redes de las mafias con autoridades y policías, que hacen posible el negocio.

El poder narco

El narcotráfico mueve una cifra que supera los 400.000 millones de dólares, anuales, que son “lavados” en los numerosos paraísos fiscales que existen a lo largo y a lo ancho del planeta. Esos dineros luego son introducidos al sistema bancario oficial y, de ese modo, fortalecen los negocios del capital financiero.

Además, Estados Unidos es el primer productor mundial de marihuana. Según la Fundación Drug Science, ese producto reporta una suma superior a los 35.000 millones de dólares, cifra que supera el valor combinado de la producción de trigo y maíz.

Pero existen otras razones adicionales para explicar la incapacidad de Estados Unidos de combatir al poder del narcotráfico y la corrupción. ¿Acaso no es conveniente para la potencia tener una América latina con gobiernos desgastados por la corrupción, las mafias y los paramilitares. ¿Gobiernos incapaces de ofrecer soluciones a sus problemas y sin la menor resistencia a los designios imperiales?

Todo este despliegue demuestra que está en curso una creciente militarización de la política exterior de los Estados Unidos, que se expresa en la reactivación de la Cuarta Flota, la firma del tratado Obama-Uribe, la ocupación militar de Haití, la construcción del muro entre México y Estados Unidos, el golpe de Estado en Honduras y la posterior legitimación del fraude electoral, la concesión de nuevas bases militares por el gobierno de Panamá. A eso se suma el bloqueo a Cuba y el hostigamiento a los gobiernos nacionalistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

De acuerdo a diversos analistas, el despliegue de fuerzas en Costa Rica debe ser interpretado en el marco de una inminente guerra contra Irán y la abierta provocación a Corea del Norte, sobre cuyas consecuencias viene advirtiendo el comandante Fidel Castro. Si la agresión a Irán llega a consumarse, la situación internacional impulsaría a Estados Unidos a garantizar a cualquier precio el control absoluto de lo que sus estrategas denominan la gran isla americana, un enorme continente que se extiende desde Alaska a Tierra del Fuego, y que según ellos desempeña un papel fundamental para su seguridad nacional.

Esa y no otra es la razón de la militarización de la política exterior estadounidense. Es ridículo que se pretenda que la veintena de bases militares establecidas en Centro y SudAmérica y en el Caribe, a las que ahora se suma el desembarco en Costa Rica, y la activación de la Cuarta Flota, tienen por objetivo combatir al narcotráfico, afirma el analista Atilio Borón.

“El desembarco de los marines en Costa Rica tiene por objetivo reforzar la dominación estadounidense en la región, derrocar por diversos métodos a los gobiernos considerados “enemigos” (Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador), debilitar aún más a los vacilantes y ambivalentes gobiernos de “centro-izquierda” y fortalecer a la derecha que se ha hecho fuerte en el litoral del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras y México), reordenando de ese modo el “patio trasero” del imperio para así tener las manos libres y la retaguardia asegurada para salir a reafirmar la prepotencia imperial guerreando en otras latitudes”, concluye.

Tomado de:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/informe-especial/despliegue-militar-norteamericano-en-al_66635.html

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