sábado, 21 de febrero de 2009

Colombianos condenan asesinato de los indígenas Awá.

La prensa, los colombianos y la comunidad internacional condenan el comunicado de las FARC con el que intenta justificar el alevoso asesinato de los indígenas AWÁ.

El comunicado de las Farc, donde aceptan ser los autores del asesinato de los indígenas Awá, puede clasificarse entre las peores infamias contra la dignidad del ser humano y una afrenta contra el derecho a la vida. Con ello muestran la violencia que han querido ocultar con sus reiterados llamados a un acuerdo humanitario para liberar a algunos de los secuestrados en su poder.

Indignación, rabia y desconcierto es lo que los colombianos sintieron al conocer el asesinato de 17 indígenas, todos indefensos, a manos de la guerrilla. A diferencia del fusilamiento del cual hicieron víctimas a los once diputados del Valle, esta vez sus verdugos ejecutaron a sus víctimas con arma blanca, quizás para que el estruendo de sus disparos no causaran más alarma. Y para tratar de atenuar su responsabilidad, reconocen apenas ocho de los más de 17 homicidios que cometieron, según la narración de un sobreviviente.

Pero el asunto adquiere proporciones de un crimen atroz y bárbaro cuando se analiza el infame comunicado. Según las Farc, “ la acción no fue contra indígenas”. Y entonces, ¿qué son los Awá? ¿Acaso no sabían que estaban en su territorio, donde son fácilmente identificables? ¿Y qué diferencia hace que los crímenes hayan sido cometidos con sevicia contra seres humanos? ¿Quién o qué norma del Derecho Internacional Humanitario que se refiere a las acciones de guerra, les ha otorgado el derecho a “ejecutar” a las personas?

En fin, las preguntas se agolpan ante tan espantosa carnicería. Y nada puede justificar ese crimen, producido por el afán de mantener el dominio en una zona vital para el narcotráfico que alimenta a las Farc. Por que esa, y no “su responsabilidad en la muerte de numerosos guerrilleros”, como dice el infame comunicado, es la verdadera motivación de los cabecillas de las Farc que ordenaron el crimen y de los que la ejecutaron. Con lo cual se demuestra que ese grupo está entrando en la fase de bandolerización, donde se pierde el mando, sus fuerzas se dispersan y el asesinato se convierte en rutina para defender los delitos comunes que generan enriquecimiento.

Ese es el grupo que aún tiene secuestrados a 22 policías y militares como canjeables, y a cientos de ciudadanos del común por extorsión económica. Es el que ahora reclama un intercambio humanitario, cuando hace apenas pocos años exigía un canje. Es el que, con la liberación de seis de sus víctimas, quiso dar a entender que ha cambiado y está dispuesto a un diálogo. Como puede verse, estamos ante la reiteración de sus métodos salvajes, en los cuales las consideraciones humanitarias son mera retórica.

El asesinato masivo de los Awá no puede quedar impune. Y tiene que servir de advertencia de lo que le espera a Colombia si repite la historia de ignorar la atrocidad sin límites de las Farc. Aunque todos queremos la paz que nace de un diálogo, es evidente que nada ha cambiado en quienes durante décadas han utilizado ese deseo para fortalecer su capacidad de causar daño, sembrar el terror y “ejecutar” a cualquiera que no acepte sus designios, como hicieron con esos colombianos.

Tomado de:
http://www.elpais.com.co/historico/feb192009/OPN/editorial.html

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