viernes, 11 de junio de 2010

OEA Miradas Opuestas

Gobierno propuso reducir armamentismo ante escaso entusiasmo del secretario general José Miguel Insulza.

Alan García y José Miguel Insulza hablaron distintos idiomas.

El Presidente peruano dedicó buena parte de su discurso inaugural en la 40a Asamblea de la OEA a la necesidad de reducir en el continente el gasto en armamento militar.

Pero el secretario general de la organización limitó el pedido a tomar medidas para asegurar la transparencia de la desorbitada inversión.

Como lo señala un alto funcionario de Torre Tagle, al chileno Insulza “le resultaba muy difícil pisar tantos callos”.

Discursos Divergentes

García fue elocuente la noche del domingo 6 en las instalaciones del Museo de la Nación: “Nuestros gastos militares ordinarios, cuarteles, soldados y viejas armas en las fronteras, alistar y preparar nuestros soldados y oficiales, que son más de un millón 300 mil en Sudamérica solamente, nos cuesta en los últimos cinco años US$ 125 mil millones, que son los gastos ordinarios, más 25 mil millones de adquisición de nuevas armas, y nos preparamos a comprar 35 mil millones más en nuevas armas y a gastar otros 125 mil o 150 mil millones”.

Y elaboró en sus cálculos. “Con esos 35 mil millones podríamos darles a 10 millones de familias, 50 millones de personas, agua potable, electricidad, educación y salud integral por los próximos 20 años. Eso es exactamente lo que cuesta para 50 millones de personas salir de la pobreza y tener condiciones de vida mejores”.

Recordó que, de los US$ 100 mil millones adquiridos en armas desde que la OEA inició sus funciones cuarenta años atrás, “ni siquiera usamos el 5% de esas armas en los conflictos que hemos tenido... Por eso el Perú ha insistido en este tema y naturalmente frente al concepto de limitar, reducir, mejor sería no comprar armas”.

Insulza lo antecedió con un mensaje muy diferente.

“Es importante recordar que la transparencia de los gastos militares como una medida de fomento de la confianza, constituye una parte importante de la agenda de desarme de la OEA y cuenta ya con tres mecanismos principales: La Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales, las medidas de fomento de la confianza y la seguridad acordadas en la declaración de Santiago, la Declaración de San Salvador y el Consenso de Miami y los Libros Blancos y de Defensa Nacional”.

Argumentos insuficientes si se toma en cuenta que el artículo 2, inciso H de la Carta Interamericana determina el objetivo de limitar los armamentos convencionales para dedicarle mayores recursos al desarrollo económico y social. Exactamente lo propuesto por el Perú.

Auditorio Reticente

Los anfitriones, encabezados además por el canciller José Antonio García Belaunde, que instaló sus cuarteles en el tercer piso del museo, se encontraron con un auditorio poco receptivo en la materia. La reducción en el gasto de armas no es un tema popular entre los ejecutivos de la región.

No le gusta ni a un país cercano al Perú, como es Colombia, que sigue enfrentada a la guerrilla de las FARC y cuya compra de armamento ascendió a más de US$ 20 mil millones el año pasado. La cifra, según el Instituto Internacional de la Paz de Estocolmo, supera el 4% del PBI.

Lo mismo Chile, patria de Insulza y vecino sin amenazas que adquiere armamento de manera compulsiva. Igual Brasil, que además de comprar, vende a gran escala, y la Venezuela chavista.

El resultado final de la declaración de Lima tuvo toma y daca. En el párrafo 5 se declara “la importancia de continuar promoviendo en el hemisferio un ambiente propicio para el control de armamentos, la limitación de armas convencionales y la no proliferación de armas de destrucción en masa, que permita que cada Estado miembro pueda dedicar un mayor número de recursos a su desarrollo económico y social, teniendo en cuenta el cumplimiento de los compromisos internacionales, así como sus legítimas necesidades de defensa y seguridad”.

Si el Perú no pudo imponer la claridad perseguida en la materia, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Bolivia y Ecuador tampoco consiguieron pasar un párrafo que se refería a que las “fuerzas militares extranjeras” no deben amenazar la soberanía de la región. Se referían por supuesto al acuerdo firmado el año pasado entre Colombia y Estados Unidos, que le permite al personal militar de la potencia hacer uso de hasta siete bases del país sudamericano.

La secretaria de Estado Hillary Clinton rechazó el párrafo y se respaldó con el voto de otros once países. Al final solo se incluyó la referencia al artículo 19 de la carta de la OEA, que estipula que ningún Estado puede intervenir directa o indirectamente en los asuntos de otro.

En cambio, la señora Clinton no pudo más que rendirse ante el tiradito y arroz con pato ofrecidos por Marisa Guiulfo en el almuerzo del lunes. Ella y su marido, el ex presidente demócrata Bill Clinton, fueron recibidos por separado en Palacio de gobierno.

El ex presidente no participó en la asamblea de la OEA pero sí cumplió con una cargada agenda. Además de recibir las llaves de la ciudad del alcalde Luis Castañeda, visitó en Miraflores el Instituto de Ojos Sacro Cuore, que forma parte del programa de operaciones de catarata para los más necesitados impulsado por la Iniciativa Clinton Giustra de Crecimiento Sostenible y la Fundación Carlos Slim, con el apoyo del Ministerio de Salud.

El programa planea practicar 50 mil intervenciones en 14 instituciones. Hasta ahora se han realizado 5 mil y solo el Sacro Cuore ostenta el récord de 1,500.

Para ofensa del inmenso ego gastronómico patrio, Clinton paró en el Starbucks del Óvalo Gutiérrez para tomarse un café con muffin. También compró artesanías en un mercado de la avenida Petit Thouars. Finalmente recaló en el parque Reducto, donde participó en la firma de una alianza entre su fundación, el gobierno regional de Cajamarca y empresas mineras para destinar US$ 5.6 millones a combatir la desnutrición crónica infantil en los niños menores de tres años.

Honduras en Vilo

Detrás del gran segundo debate de la asamblea, el del retorno de Honduras al seno de la OEA, llamó la atención tras bambalinas que las delegaciones de los países centroamericanos, incluyendo Nicaragua, se mostraran a favor de acelerar todo lo posible el proceso. Tanto la economía como la frágil democracia de la región están en juego.

Donde más oposición hubo, sin embargo, fue en los estados más distantes. “Resultó paradójico que Sudamérica quiera imponerles su visión a los países afectados”, reflexionó una fuente participante del debate.

Como era de esperarse, Venezuela, Ecuador y Bolivia siguen sin reconocer al gobierno de Porfirio Lobo y exigen el retorno de Manuel Zelaya. Pero de la misma posición también son Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile.

Insulza se mostró a favor de un “pronto” retorno de Honduras. Sus palabras motivaron la respuesta tanto de Zelaya, desde su exilio en Santo Domingo, y Lobo, que se encontraba en Miami con inversionistas estadounidenses.

Zelaya consideró en carta abierta al secretario general que “no se ha restaurado la democracia en Honduras” y el actual presidente pidió a los cancilleres que permitan el regreso de Honduras. Dijo que su gobierno tiene “un alto espíritu democrático, de respeto a las instituciones y a las leyes”.

Una fuente del gobierno peruano señaló a CARETAS que la reciente propuesta hecha por Lobo de recoger personalmente a Zelaya de Santo Domingo para garantizarle que no le espera ninguna represalia en Honduras salió de Alan García.

Insulza nombrará a los miembros de la comisión de alto nivel que estudiará en las próximas semanas las posibilidades del reintegro de Honduras.

En el Área Chica

Si la de Honduras fue una operación con muchos doctores en desacuerdo, el canciller peruano aprovechó la asamblea para trabajar tranquilizadoras microcirugías con los vecinos. El lunes por la noche cenó en el restaurante La Huaka con su homólogo chileno, Alfredo Moreno. Todo indica que el currículum empresarial de Moreno, que proviene del todopoderoso sector del retail chileno, podría volver más pragmáticas y fáciles las relaciones entre ambos sectores de Relaciones Exteriores. Los dos ministros de Michelle Bachelet, Alejandro Foxley y Mariano Fernández terminaron muy distanciados con “Joselo”.

Por cierto, en Torre Tagle se espera que Ecuador se tome su tiempo para sentar posición sobre la demanda marítima peruana. El gobierno de Rafael Correa tiene de plazo hasta la fase oral del proceso, que se iniciará a fines del próximo año (ver más en Mar de Fondo).

García Belaunde también sostuvo una larga reunión con el canciller boliviano Daniel Choquehuanca, durante la que se estableció un plan de cooperación entre los dos países que abarcará varias áreas. Vuelve a confirmarse que, en los tiempos que corren, los puntos diplomáticos se ganan en partidos de a dos y no en la cancha de las declaraciones conjuntas.

Tomado de:
http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=882&idSTo=0&idA=46850

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