LA LUCHA FRONTAL contra el narcotráfico que da el presidente mexicano Felipe Calderón entró al campo de la corrupción institucional. En los últimos días han sido capturados más de 30 funcionarios públicos, entre ellos 10 alcaldes.
Alexandre Meneghini, Ap - Ciudad De México, Mexico
La captura del lugarteniente del cártel de Sinaloa, Filiberto Parra Ramos, alias "La Perra" y la retención de 10 alcaldes, supuestos auxiliadores del narcotráfico, fue el último gran golpe del ejercito mexicano a los carteles de la droga.
Hace dos años, mientras José Nemesio Lugo manejaba por el distrito de Coyoacán, un Pontiac rojo bloqueó su camino. En cuestión de segundos tres hombres en motocicleta le dispararon al nuevo jefe antinarcóticos de la inteligencia mexicana. Lugo de 55 años, murió de forma instantánea.
"No puedo hablar, no me lo permiten hacer, nadie lo hace", fue la respuesta que encontró EL COLOMBIANO cuando intentó hablar con la Fiscalía General mexicana. Existe el miedo constante y la desconfianza por esta creciente ola de violencia que azota a los mexicanos y que tiene infiltrada a los principales entes públicos.
Han transcurrido tres años desde que el presidente Felipe Calderón le declaró la guerra frontal a los dos mayores carteles de la droga en México en lo que llama "una batalla sin precedentes".
De los fuertes golpes a los capos del narcotráfico que se registraron a principios de este año, ahora el gobierno mexicano apunta a atacar la corrupción gubernamental e institucional.
En los últimos días esa nueva lucha al interior de las organizaciones gubernamentales ha llevado a la destitución de más de 30 funcionarios públicos, entre ellos diez alcaldes, que fueron arrestados por sus supuestos nexos con los carteles de la droga.
Según la fiscalía General de México, existen "pruebas sólidas" de que todos los detenidos son auxiliadores e informantes de los narcotraficantes y que, aprovechando sus posiciones públicas, favorecieron a estos criminales.
"Hay desconfianza entre los propios cuerpos del estado. A veces no sabes quién es tu compañero de trabajo y así es muy difícil coordinar esfuerzos para una acción efectiva contra el narcotráfico", indicó a este diario Óscar Aguilar, analista político de la Universidad Iberoamericana de México.
Sin embargo, algunos políticos contrarios a Calderón dicen que lo que se vive en el país es una cacería de brujas y una violación a los derechos humanos y civiles. Según ellos las detenciones buscan golpear a la oposición y tienen fines electorales.
Ronda un aire de desconfianza entre los 78 millones de mexicanos habilitados para votar sobre la jornada electoral del próximo 5 de julio, donde se eligen 500 curules de la Cámara de Diputados, 6 gobernadores, 606 alcaldes, 12 congresos locales y 16 delegados de la capital del país.
El director ejecutivo de Amnistía Internacional en México, Alberto Herrera Aragón le dijo a EL COLOMBIANO que el Ejército mexicano no está equipado ni preparado para asumir funciones de policía federal y no se pueden violar los derechos humanos justificando la seguridad pública.
En eso coincide Óscar Aguilar quien agrega que México no se puede enfrentar sólo a este problema pues "se necesita un esfuerzo global, para poder ganar la guerra contra las drogas".
Una guerra de tres años
La ofensiva del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico comenzó en diciembre de 2006, cuando miles de soldados y policías federales fueron enviados al Estado Central de Michoacán, rico en la producción de campos de opio y marihuana además de ser un conveniente puerto de salida para los traficantes.
Desde que los militares iniciaron su intervención, se han extendido a Baja California en el norte y Guerrero que incluye el famoso centro turístico de Acapulco.
Esa arremetida del gobierno para reducir el crimen organizado y a las mafias más sanguinarias y poderosas del mundo fue definido por la revista Progreso, una de las de mayor circulación en ese país, como "El Irak de Calderón".
Para los analistas hay grandes similitudes entre México y Colombia que han utilizado su poder militar contra los tentáculos del narcotráfico. Al igual que Calderón, el presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, fortaleció sus fuerzas armadas contra la guerrilla para desmantelar sus nexos con el tráfico de drogas.
"El México de hoy luce como la Colombia de la década de los 80 y principios de los 90" manifestó a esta diario Adam Isacson, experto en el tema de Colombia del Centro Internacional de Política en Washington, "Calderón está leyendo claramente el libro de instrucciones de Uribe", dijo.
La abierta ofensiva del gobierno mexicano ahora no solo contra las bandas sino contra la corrupción gubernamental se da en respuesta a la creciente violencia en Sinaloa y al ajuste de cuentas entre bandas disputando rutas y territorios para manejar su negocio.
Cada vez aparecen más cadáveres en las calles de México en una guerra que parece interminable. El miedo es el gran protagonista de una historia que aparentemente Colombia dejó atrás y que la nación azteca está comenzando a reescribir.
Contexto
El alto costo de la guerra antidrogas
De acuerdo al diario mexicano El Universal, en 2008 las muertes relacionadas con el tráfico de drogas ascendieron a más de seis mil.
El gobierno no da cifras oficiales, pero representantes de la ley afirman que el número es correcto.
Esta alta cifra de mortalidad, hace preguntarse si la guerra contra las drogas en México será exitosa, mientras los carteles reaccionan con amenazas a altos funcionarios de la policía, el ejército y periodistas. Hasta el presidente Felipe Calderón ha recibido amenazas en contra su vida.
Tomado de:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/M/mexico_pelea_una_guerra_a_dos_bandas/mexico_pelea_una_guerra_a_dos_bandas.asp?CodSeccion=5
Alexandre Meneghini, Ap - Ciudad De México, MexicoLa captura del lugarteniente del cártel de Sinaloa, Filiberto Parra Ramos, alias "La Perra" y la retención de 10 alcaldes, supuestos auxiliadores del narcotráfico, fue el último gran golpe del ejercito mexicano a los carteles de la droga.
Hace dos años, mientras José Nemesio Lugo manejaba por el distrito de Coyoacán, un Pontiac rojo bloqueó su camino. En cuestión de segundos tres hombres en motocicleta le dispararon al nuevo jefe antinarcóticos de la inteligencia mexicana. Lugo de 55 años, murió de forma instantánea.
"No puedo hablar, no me lo permiten hacer, nadie lo hace", fue la respuesta que encontró EL COLOMBIANO cuando intentó hablar con la Fiscalía General mexicana. Existe el miedo constante y la desconfianza por esta creciente ola de violencia que azota a los mexicanos y que tiene infiltrada a los principales entes públicos.
Han transcurrido tres años desde que el presidente Felipe Calderón le declaró la guerra frontal a los dos mayores carteles de la droga en México en lo que llama "una batalla sin precedentes".
De los fuertes golpes a los capos del narcotráfico que se registraron a principios de este año, ahora el gobierno mexicano apunta a atacar la corrupción gubernamental e institucional.
En los últimos días esa nueva lucha al interior de las organizaciones gubernamentales ha llevado a la destitución de más de 30 funcionarios públicos, entre ellos diez alcaldes, que fueron arrestados por sus supuestos nexos con los carteles de la droga.
Según la fiscalía General de México, existen "pruebas sólidas" de que todos los detenidos son auxiliadores e informantes de los narcotraficantes y que, aprovechando sus posiciones públicas, favorecieron a estos criminales.
"Hay desconfianza entre los propios cuerpos del estado. A veces no sabes quién es tu compañero de trabajo y así es muy difícil coordinar esfuerzos para una acción efectiva contra el narcotráfico", indicó a este diario Óscar Aguilar, analista político de la Universidad Iberoamericana de México.
Sin embargo, algunos políticos contrarios a Calderón dicen que lo que se vive en el país es una cacería de brujas y una violación a los derechos humanos y civiles. Según ellos las detenciones buscan golpear a la oposición y tienen fines electorales.
Ronda un aire de desconfianza entre los 78 millones de mexicanos habilitados para votar sobre la jornada electoral del próximo 5 de julio, donde se eligen 500 curules de la Cámara de Diputados, 6 gobernadores, 606 alcaldes, 12 congresos locales y 16 delegados de la capital del país.
El director ejecutivo de Amnistía Internacional en México, Alberto Herrera Aragón le dijo a EL COLOMBIANO que el Ejército mexicano no está equipado ni preparado para asumir funciones de policía federal y no se pueden violar los derechos humanos justificando la seguridad pública.
En eso coincide Óscar Aguilar quien agrega que México no se puede enfrentar sólo a este problema pues "se necesita un esfuerzo global, para poder ganar la guerra contra las drogas".
Una guerra de tres años
La ofensiva del gobierno de Felipe Calderón contra el narcotráfico comenzó en diciembre de 2006, cuando miles de soldados y policías federales fueron enviados al Estado Central de Michoacán, rico en la producción de campos de opio y marihuana además de ser un conveniente puerto de salida para los traficantes.
Desde que los militares iniciaron su intervención, se han extendido a Baja California en el norte y Guerrero que incluye el famoso centro turístico de Acapulco.
Esa arremetida del gobierno para reducir el crimen organizado y a las mafias más sanguinarias y poderosas del mundo fue definido por la revista Progreso, una de las de mayor circulación en ese país, como "El Irak de Calderón".
Para los analistas hay grandes similitudes entre México y Colombia que han utilizado su poder militar contra los tentáculos del narcotráfico. Al igual que Calderón, el presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, fortaleció sus fuerzas armadas contra la guerrilla para desmantelar sus nexos con el tráfico de drogas.
"El México de hoy luce como la Colombia de la década de los 80 y principios de los 90" manifestó a esta diario Adam Isacson, experto en el tema de Colombia del Centro Internacional de Política en Washington, "Calderón está leyendo claramente el libro de instrucciones de Uribe", dijo.
La abierta ofensiva del gobierno mexicano ahora no solo contra las bandas sino contra la corrupción gubernamental se da en respuesta a la creciente violencia en Sinaloa y al ajuste de cuentas entre bandas disputando rutas y territorios para manejar su negocio.
Cada vez aparecen más cadáveres en las calles de México en una guerra que parece interminable. El miedo es el gran protagonista de una historia que aparentemente Colombia dejó atrás y que la nación azteca está comenzando a reescribir.
Contexto
El alto costo de la guerra antidrogas
De acuerdo al diario mexicano El Universal, en 2008 las muertes relacionadas con el tráfico de drogas ascendieron a más de seis mil.
El gobierno no da cifras oficiales, pero representantes de la ley afirman que el número es correcto.
Esta alta cifra de mortalidad, hace preguntarse si la guerra contra las drogas en México será exitosa, mientras los carteles reaccionan con amenazas a altos funcionarios de la policía, el ejército y periodistas. Hasta el presidente Felipe Calderón ha recibido amenazas en contra su vida.
Tomado de:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/M/mexico_pelea_una_guerra_a_dos_bandas/mexico_pelea_una_guerra_a_dos_bandas.asp?CodSeccion=5
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