La mitad de los homicidios en la ciudad obedecen a venganzas y ajustes de cuentas. Persisten las ‘oficinas de cobro’.
Los 21 asesinatos múltiples y las muertes macabras registradas en Cali como la de un hombre que hace una semana fue decapitado e incinerado no sólo evidencian la existencia de las llamadas ‘oficinas de cobro’ o de sicarios sino la sombra del narcotráfico.
También reflejan cómo la tipología de los homicidios ha ido cambiando este año, de manera que cada mes hay un asesinato doble o triple.
El más reciente fue el jueves pasado cuando tres hombres, con antecedentes penales por hurto, fueron acribillados a tiros en el interior de un vehículo.
La situación es alarmante dado que la mitad de las muertes violentas en Cali corresponden a venganzas y a ajustes de cuentas.
Entre enero y el 16 de septiembre pasado, 992 homicidios se han registrado en el perímetro urbano, de los cuales 519 fueron motivados por venganzas y ajustes de cuentas, es decir el 52%, de acuerdo con los datos de la Policía. La mayoría fueron perpetrados con armas de fuego.
A este panorama se suma que en los últimos dos meses han aumentado los índices de asesinatos en comparación con el mismo periodo del 2007.
Los informes del Observatorio Social del Municipio muestran que en julio del 2007 hubo 121 casos, mientras que en julio del 2008 la cifra fue de 135. En agosto del año pasado 92 personas fueron ultimadas, mientras que en el mismo mes del 2008 el número de muertos llegó a 124.
La secretaria de Gobierno Municipal, Eliana Salamanca, insiste en que en el 2008 hay una disminución en las muertes violentas en comparación con el año pasado e incluso subraya que en los últimos 16 años.
Por su parte, la directora seccional del CTI, Marta Janeth Mancera, se mostró preocupada por el alto índice de hechos cometidos por intolerancia que desencadenan en riñas entre vecinos. Sin embargo, los análisis de criminalidad indican que el 10% del total de los casos obedece a riñas.
Para la Defensoría del Pueblo se requiere un análisis riguroso, pues no sólo se demuestra el fenómeno del sicariato, sino que hay una falla en la política de seguridad pública. “En Cali cualquier ciudadano contrata a un sicario para resolver un inconveniente”, señaló el defensor regional, Andrés Santamaría.
De hecho, en mayo pasado una mujer contrató por diez millones de pesos a un menor de 17 años para matar a su ex marido y quedarse con sus propiedades, un seguro de vida, vehículo y bodegas.
Aunque la Policía insiste en que las organizaciones sicariales han sido desmanteladas, algunos investigadores criminalógicos aseguran que éstas siguen vivas en la ladera y el oriente.
Un estudio de la Vicepresidencia de la República explica que éstas trabajan al servicio de oficinas de cobro que dependen de un pequeño cartel. “Sus integrantes son reclutados de la delincuencia común o pandilleros destacados que se movilizan en motos de alto cilindraje o en carros polarizados”.
Anteriormente estas oficinas actuaban bajo las fachadas de compraventas, peluquerías o lavanderías, pero tras la persecución de la Policía han cambiado su modo de operar, no tienen una sede fija y cuentan con una extensa red de logística.
La directora de Cisalva, María I. Gutiérrez, sostiene que el sicariato está asociado al narcotráfico y al ajuste de cuentas. Sin embargo, la médica epidemióloga dijo ayer que desde el 2004 a la fecha los homicidios a través del sicariato siguen disminuyendo.
Manifestó que en el 2004 se registraron 453 muertos teniendo como móviles el sicariato, en el 2005 un total de 288, en el 2006 bajó a 210, el año pasado se tuvo una cifra de 193 y hasta el 21 de septiembre es de 92 casos.
Con relación al narcotráfico, una de las hipótesis que barajan las autoridades sobre las muertes selectivas es que están relacionadas con las capturas de capos del Cartel del Norte del Valle como Óscar García Varela, alias Capachivo, y Gildardo Rodríguez, alias El Señor de la Camisa.
Esas detenciones y el posterior reacomodamiento de la mafia tienen su efecto en la capital del Valle.
Para los investigadores judiciales, el hombre que fue decapitado y quemado en el barrio Industrial es un claro ejemplo de mensajes entre las mafias.
El defensor regional del Pueblo, Andrés Santamaría, insiste en que no hay una política pública clara en materia de seguridad. “No está claro cómo están articulados operativamente la Policía y la Alcaldía. Qué objetivos quieren conseguir, nadie conoce eso”, acota.
Además, señala que la ciudad tiene una Policía golpeada, sin sede propia.
Por su parte, el ex secretario de Gobierno Municipal Miguel Yusty dice que el problema está en que no se le ha dado continuidad a una política pública de seguridad, la cual debe estar articulada con la política de seguridad democrática.
“No se puede estar a la saga del plan operativo de la Policía, no se han vuelto a reactivar los consejos de seguridad en los barrios”, añade Yusty.
El catedrático señaló que tanto en Cali como en Bogotá y Medellín es claro que hay disputas territoriales entre las bandas delincuenciales. “Las Farc están apostando a las ciudades, en alianzas con los narcos y eso genera crímenes”.
Cifras
• 19 homicidios dobles y dos casos triples se han registrado en Cali.
• 1.023 muertes violentas han ocurrido desde enero hasta el 25 de septiembre pasado en la ciudad.
Los 21 asesinatos múltiples y las muertes macabras registradas en Cali como la de un hombre que hace una semana fue decapitado e incinerado no sólo evidencian la existencia de las llamadas ‘oficinas de cobro’ o de sicarios sino la sombra del narcotráfico.
También reflejan cómo la tipología de los homicidios ha ido cambiando este año, de manera que cada mes hay un asesinato doble o triple.
El más reciente fue el jueves pasado cuando tres hombres, con antecedentes penales por hurto, fueron acribillados a tiros en el interior de un vehículo.
La situación es alarmante dado que la mitad de las muertes violentas en Cali corresponden a venganzas y a ajustes de cuentas.
Entre enero y el 16 de septiembre pasado, 992 homicidios se han registrado en el perímetro urbano, de los cuales 519 fueron motivados por venganzas y ajustes de cuentas, es decir el 52%, de acuerdo con los datos de la Policía. La mayoría fueron perpetrados con armas de fuego.
A este panorama se suma que en los últimos dos meses han aumentado los índices de asesinatos en comparación con el mismo periodo del 2007.
Los informes del Observatorio Social del Municipio muestran que en julio del 2007 hubo 121 casos, mientras que en julio del 2008 la cifra fue de 135. En agosto del año pasado 92 personas fueron ultimadas, mientras que en el mismo mes del 2008 el número de muertos llegó a 124.
La secretaria de Gobierno Municipal, Eliana Salamanca, insiste en que en el 2008 hay una disminución en las muertes violentas en comparación con el año pasado e incluso subraya que en los últimos 16 años.
Por su parte, la directora seccional del CTI, Marta Janeth Mancera, se mostró preocupada por el alto índice de hechos cometidos por intolerancia que desencadenan en riñas entre vecinos. Sin embargo, los análisis de criminalidad indican que el 10% del total de los casos obedece a riñas.
Para la Defensoría del Pueblo se requiere un análisis riguroso, pues no sólo se demuestra el fenómeno del sicariato, sino que hay una falla en la política de seguridad pública. “En Cali cualquier ciudadano contrata a un sicario para resolver un inconveniente”, señaló el defensor regional, Andrés Santamaría.
De hecho, en mayo pasado una mujer contrató por diez millones de pesos a un menor de 17 años para matar a su ex marido y quedarse con sus propiedades, un seguro de vida, vehículo y bodegas.
Aunque la Policía insiste en que las organizaciones sicariales han sido desmanteladas, algunos investigadores criminalógicos aseguran que éstas siguen vivas en la ladera y el oriente.
Un estudio de la Vicepresidencia de la República explica que éstas trabajan al servicio de oficinas de cobro que dependen de un pequeño cartel. “Sus integrantes son reclutados de la delincuencia común o pandilleros destacados que se movilizan en motos de alto cilindraje o en carros polarizados”.
Anteriormente estas oficinas actuaban bajo las fachadas de compraventas, peluquerías o lavanderías, pero tras la persecución de la Policía han cambiado su modo de operar, no tienen una sede fija y cuentan con una extensa red de logística.
La directora de Cisalva, María I. Gutiérrez, sostiene que el sicariato está asociado al narcotráfico y al ajuste de cuentas. Sin embargo, la médica epidemióloga dijo ayer que desde el 2004 a la fecha los homicidios a través del sicariato siguen disminuyendo.
Manifestó que en el 2004 se registraron 453 muertos teniendo como móviles el sicariato, en el 2005 un total de 288, en el 2006 bajó a 210, el año pasado se tuvo una cifra de 193 y hasta el 21 de septiembre es de 92 casos.
Con relación al narcotráfico, una de las hipótesis que barajan las autoridades sobre las muertes selectivas es que están relacionadas con las capturas de capos del Cartel del Norte del Valle como Óscar García Varela, alias Capachivo, y Gildardo Rodríguez, alias El Señor de la Camisa.
Esas detenciones y el posterior reacomodamiento de la mafia tienen su efecto en la capital del Valle.
Para los investigadores judiciales, el hombre que fue decapitado y quemado en el barrio Industrial es un claro ejemplo de mensajes entre las mafias.
El defensor regional del Pueblo, Andrés Santamaría, insiste en que no hay una política pública clara en materia de seguridad. “No está claro cómo están articulados operativamente la Policía y la Alcaldía. Qué objetivos quieren conseguir, nadie conoce eso”, acota.
Además, señala que la ciudad tiene una Policía golpeada, sin sede propia.
Por su parte, el ex secretario de Gobierno Municipal Miguel Yusty dice que el problema está en que no se le ha dado continuidad a una política pública de seguridad, la cual debe estar articulada con la política de seguridad democrática.
“No se puede estar a la saga del plan operativo de la Policía, no se han vuelto a reactivar los consejos de seguridad en los barrios”, añade Yusty.
El catedrático señaló que tanto en Cali como en Bogotá y Medellín es claro que hay disputas territoriales entre las bandas delincuenciales. “Las Farc están apostando a las ciudades, en alianzas con los narcos y eso genera crímenes”.
Cifras
• 19 homicidios dobles y dos casos triples se han registrado en Cali.
• 1.023 muertes violentas han ocurrido desde enero hasta el 25 de septiembre pasado en la ciudad.
El analista político Diego Arias sostiene que las desaveniencias entre los ciudadanos que en otros tiempos generaban enojos o riñas, hoy se manifiestan en mandar a matar. Eso está ligado a la disponibilidad de armas de fuego. Fuentes judiciales aseguran que algunos sicarios provienen de Buenaventura, sino se controla ese ingreso, difícilmente la ciudad recuperará su tranquilidad.
* Imagen: Crimen. En junio tres hombres, entre ellos un ex oficial de la Policía, fueron acribillados a tiros en el norte de Cali. La muerte fue atribuida a vendettas. Fuente: El País.
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