Ocho años de secuestro sólo generaron las dificultades de salud sabidas de Óscar Tulio Lizcano, pero la lección que él nos da es que, a pesar de que el cuerpo es prisionero, el intelecto brinda libertad.
ÓSCAR TULIO LIZCANO habló con EL COLOMBIANO y narró cómo la poesía fue la que lo hizo soportar tremenda montaña rusa.
Faltaban cinco días para que Óscar Tulio Lizcano cumpliera la horrenda, escabrosa e infame cifra de 3.000 días secuestrado.
Fueron 71.880 horas durante las que Colombia cambió de Presidente, su hijo llegó al Congreso (Óscar Mauricio), al otro lo secuestraron (Juan Carlos); y como aún le dice Martha, su siempre radialmente incondicional esposa, Lizcanito seguía en las manos de las Farc.
Los 4.312.800 minutos de Óscar Tulio en la selva lograron afectar su salud y la paciencia de su familia, en la que nos incluimos todos los colombianos, pero no su lucidez intelectual y su fortaleza para seguir arrasando con cuanto molino de viento se le presente después de semejante calvario, como todo Quijote que es y que quería volver leer en medio de las montañas chocoanas.
EL COLOMBIANO conversó con este guerrero que llegó triunfante de su batalla con nuestro peor enemigo común, el secuestro, y que ahora se recupera rodeado de los suyos en una cama caleña.
¿Alguna vez perdió la esperanza de salir con vida del cautiverio?
Faltaban cinco días para que Óscar Tulio Lizcano cumpliera la horrenda, escabrosa e infame cifra de 3.000 días secuestrado.
Fueron 71.880 horas durante las que Colombia cambió de Presidente, su hijo llegó al Congreso (Óscar Mauricio), al otro lo secuestraron (Juan Carlos); y como aún le dice Martha, su siempre radialmente incondicional esposa, Lizcanito seguía en las manos de las Farc.
Los 4.312.800 minutos de Óscar Tulio en la selva lograron afectar su salud y la paciencia de su familia, en la que nos incluimos todos los colombianos, pero no su lucidez intelectual y su fortaleza para seguir arrasando con cuanto molino de viento se le presente después de semejante calvario, como todo Quijote que es y que quería volver leer en medio de las montañas chocoanas.
EL COLOMBIANO conversó con este guerrero que llegó triunfante de su batalla con nuestro peor enemigo común, el secuestro, y que ahora se recupera rodeado de los suyos en una cama caleña.
¿Alguna vez perdió la esperanza de salir con vida del cautiverio?
"Sí, claro. Hubo momentos en que ya uno desfallecía y veía que la alternativa no era sino morir porque no había más de otra. Además, enfermo y todo..."
¿Cómo hizo para conservar la cordura en medio de la selva, sin otra compañía más que guerrilleros que se negaron a hablarle? ¿Cómo eran las clases a troncos a los que usted ponía nombres?
"Sí, porque ese ejercicio de la palabra no lo podía perder y... al lado de la caleta ponía cinco o seis palos y les ponía nombres de los que fueron algunos ex alumnos míos en la universidad. Preparaba las clases y me imaginaba que había un escenario de salón de clases y les dictaba clases normalmente".
¿Qué clases les daba?
"A veces de historia, de filosofía, de la misma historia de Bolívar para que ellos, por lo menos como bolivarianos, no fueran tan indiferentes de la historia del Libertador".
El domingo recordó a Homero (La Iliada) y a Margarite Yourcenar (Memorias de Adriano).
¿Logró leer algo en el cautiverio?
"Yo he sido muy amante de la lectura y en las noches hacía el ejercicio mental para memorizar aquello que había leído y también me llegaron muchos libros..."
¿Lo dejaban leer?
"Yo he sido muy amante de la lectura y en las noches hacía el ejercicio mental para memorizar aquello que había leído y también me llegaron muchos libros..."
¿Lo dejaban leer?
"Sí, bastante. Me llevaban libros cuando estaba en un campamento, hasta seis meses antes de llegar el presidente Uribe... La cosa estaba más calmada y llegué a tener hasta 60 libros como biblioteca y ellos (los guerrilleros) me los remolcaban, entonces los podía volver a leer".
¿La poesía fue una ruta de escape?
"Sí, de escape... escribí mucha poesía y se me quedaron 20 poemas que le había escrito a la Barquerita (Martha, su esposa)".
¿Qué libro quiso tener en cautiverio y nunca consiguió? ¿Por cuál libro hubiera hecho lo que fuera?
¿Qué libro quiso tener en cautiverio y nunca consiguió? ¿Por cuál libro hubiera hecho lo que fuera?
"He tenido el deseo de leer a (Miguel de) Cervantes nuevamente. Aquellos libros clásicos y volver a Cien años de soledad. Me cogió un estado de ansiedad por leer Cien años de soledad después de ese evento que hubo en Cartagena, que hizo (Gabriel) García Márquez... Esa extraordinaria intervención que hizo, me levantó el deseo nuevamente de leer, pero no pude conseguir el libro porque ya estábamos en unas condiciones muy diferentes. Quise leer a Cervantes y a Cien años de soledad... eran los libros que yo había querido volver a leer. Y un libro de Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado".
¿Cómo fue el primer Contacto con "Isaza"? ¿Creyó en él cuando le dijo hace 15 días que lo iba a sacar de allá?
"Fue muy coyuntural, no le creí porque pensé que era un trabajo de inteligencia. Luego tuve la sorpresa cuando me dijo 'bueno, nos vamos, póngase las botas"... él programó los guardias y salimos (hace cuatro días) a las nueve de la noche, y salimos... porque yo estaba con la salud muy deteriorada, muy deteriorada porque estuvimos aguantando mucha hambre... porque tenían cercada la entrada de los alimentos..."
Otros ex rehenes de las Farc intentaron fugarse con anterioridad. ¿Usted también lo intentó en algún momento?
"En alguna ocasión un guardia, un muchacho muy joven también de Riosucio... llegamos de una marcha en una noche lluviosa y a las ocho de la noche me jaló, me sacó de la caleta y me dijo: 'Lizcano (un muchacho de 17 años) está muy cerca el Ejército, vámonos, póngase las botas, yo llevo dos fusiles, una granada y un radio', y le dije 'no, no, me da miedo, yo no soy capaz, no tengo las condiciones para irme'. Entonces el muchacho de tanto insistirme... pues ya a lo último se fue y a las 6 de la mañana tuve la sorpresa. Desafortunadamente pasó por un camino donde había una compañía de la guerrilla, 50 hombres estaban ahí acampados y cogieron al muchacho y lo fusilaron. De tal manera que si yo hubiera ido con él, a mi me habrían fusilado. Me escapé milagrosamente".
¿Cómo vivió en la selva las marchas por la libertad del 4 de febrero y del 20 de julio pasados? ¿Cree que sí hacen efecto entre los guerrilleros?
"Ellos no creían mucho porque decían que eso era manipulado por el Gobierno, pero ciertamente uno sentía eso como un estímulo y apoyo del Gobierno y apoyo de los colombianos".
¿Cuál fue la reacción de los guerrilleros al enterarse de la operación Jaque?
"Ellos desestiman eso y no lo comentan para no comprometerse y para no tener problemas con los superiores. Ellos se supeditan a lo que dice el Secretariado".
¿Cuál fue la reacción por la muerte de "Raúl Reyes", de "Iván Ríos" y de "Tirofijo"?
"No, ellos guardan silencio. No quieren comprometerse".
¿Con quiénes de los guerrilleros se hizo amigo, si pudiera existir esa palabra, durante el tiempo que estuvo secuestrado?
"No, no, era imposible porque ellos... como estaba sólo, no le permitían a uno hablar con los guerrilleros. Yo estaba aislado... solamente podía hablar con el comandante y ahí fue cuando se presentó la parte coyuntural con el comandante que me sacó".
En cautiverio se enteró del secuestro de su hijo Juan Carlos y la elección de Mauricio como congresista. ¿Cómo se hace uno la película de lo que pasa en su casa con su familia?
"Lo de Juan Carlos fue un golpe bastante fuerte. Esos son contrastes duros... me dolió mucho lo de Juan Carlos y tuve la oportunidad de agradecerle personalmente al Presidente, que ha estado muy atento de mi caso, me ha llamado, y al general Montoya y al general Erazo, quienes estuvieron pendientes en el caso del hijo mío. Logré volver a nacer porque estaba muy angustiado allá en el cautiverio".
Doña Martha y su hermana Luz Amparo, decían que vivían en una montaña rusa entre la esperanza por el intercambio y el dolor por las negativas de las partes. ¿Cómo fue esa montaña rusa para usted?
"Pues de altibajos, pero me gustaba leer mucho poesía... la poesía... tenía a Neruda, tenía a Benedetti, a Miguel Hernández, a Machado... La poesía me animaba mucho. Cuando me sentía muy deprimido me ponía a leer poesía y a escribir... y esa es una terapia espectacular para no vivir muy duro esa montaña rusa".
Usted contó que a veces, cuando dormía, soñaba que iba en una ambulancia, pero se despertaba y seguía en cautiverio. Ahora que está libre, y no en sueño, ¿cómo ve las cosas, cómo se siente?
"Increíble, increíble... rodeado de mucho calor humano, unas bellísimas actuaciones de la gente que ha sido muy solidaria. Pero realmente uno... el proceso de adaptación psicológica... uno queda muy afectado. Estamos ahora en ese proceso de adaptación".
Lo que más añoraba obviamente era la libertad y reencontrarse con su familia, pero uno guarda deseos materiales. ¿Qué podría ser esa cosa que más quiso tener?
"No, no. Solamente la libertad, que es la primera posesión del hombre sobre la tierra. La libertad como citaba a Homero en La Iliada, que 'la libertad está por encima de cualquier riqueza guardada".
Pero usted ayer estaba que se babeaba por una bandeja paisa...
"Ah, sí claro, claro, claro... ese fue el primer pedido que hice".
¿Y ya se la dieron?
"No, no, no, porque este es un proceso que raciona la alimentación, porque aguanté mucha hambre y mucho cogollo de palma comía".
¿Vale la pena volver a la política?
"Noooo, eso ya lo asumió Mauricio (su hijo mayor). Yo tengo que hacer un replanteamiento...".
¿Qué quiere hacer?
"No sé, de pronto por ahora dedicarme a la academia, escribir en un periódico y descansar por ahora...".
Tomado de:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/el_quijote_suena_con_macondo/el_quijote_suena_con_macondo.asp?CodSeccion=40
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