domingo, 26 de octubre de 2008

La FAO propone revisar las subvenciones a los biocombustibles para mantener la seguridad alimentaria mundial

La palma aceitera es uno de los cultivos que deforesta y destruye el ecosistema, junto con cultivos temporales y permanentes que requieren limpiar el terreno para instalarlos. Su destino a la producción de combustibles no tendría razón de ser y menos rentabilidad de ser por una inmoral política de subvención que aplican países desarrollados en contra de derecho alimentario de los países pobres y en desarrollo. Lamentablemente no es solo la palma aceitera, también la caña de azúcar, el maíz y la soja son utilizados con estos objetivos que no tiene un fin práctico en la contención de la contaminación ambiental que acelera el cambio climático.

La nueva edición de "El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación", principal publicación anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), señala que las políticas y subvenciones de los biocombustibles deberían ser reconsideradas con urgencia para mantener el objetivo de la seguridad alimentaria mundial, proteger a los campesinos pobres, promover un desarrollo rural de amplia base y asegurar la sostenibilidad medioambiental.

La producción de carburantes a partir de productos agrícolas se triplicó entre 2000 y 2007

La nueva edición de "El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación", principal publicación anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), señala que las políticas y subvenciones de los biocombustibles deberían ser reconsideradas con urgencia para mantener el objetivo de la seguridad alimentaria mundial, proteger a los campesinos pobres, promover un desarrollo rural de amplia base y asegurar la sostenibilidad medioambiental.

Y es que la producción de carburantes a partir de productos agrícolas creció más del triple entre 2000 y 2007, y ahora supone casi el 2% del consumo mundial de combustibles para el transporte. Se espera que este crecimiento continúe, aunque la contribución de los biocombustibles líquidos (principalmente etanol y biodiesel) para la energía del transporte, y, más aún, para el consumo energético mundial, seguirá siendo limitada. A pesar de la escasa importancia de los biocombustibles líquidos en términos del suministro energético mundial, la demanda de materias primas agrícolas (azúcar, maíz, semillas oleaginosas) para obtenerlos seguirá aumentando en la próxima década y quizás más adelante, incrementando la presión sobre los precios alimentarios.

"Los biocombustibles ofrecen oportunidades pero también plantean riesgos. El resultado dependerá del contexto específico del país y de las políticas adoptadas", dijo Jacques Diouf, director general de la FAO. "Las políticas actuales tienden a favorecer a los productores de algunos países desarrollados frente a los de la mayoría de los países en desarrollo. El desafío reside en reducir o gestionar los riesgos compartiendo al mismo tiempo las oportunidades de forma más amplia", añadió.

Desarrollo rural

La FAO indica que si los países pobres pueden obtener beneficios de la producción de biocombustibles y estos pueden llegar a la población pobre, una mayor demanda de estos carburantes podría ayudar al desarrollo rural. "Las oportunidades para los países en desarrollo podrían aumentar mediante la supresión de las subvenciones agrícolas y a los biocombustibles y de las barreras comerciales, que crean un mercado artificial y benefician actualmente a los productores de los países de la OCDE", afirmó Diouf.

La organización de la ONU plantea que la creciente demanda de biocombustibles y el consiguiente aumento del precio de los productos agrícolas ofrecen grandes oportunidades para algunos países en desarrollo. Así, la agricultura podría convertirse en el motor de crecimiento para la reducción del hambre y la mitigación de la pobreza, apunta. La producción de las materias primas de los biocombustibles puede crear empleos y generar ingresos, especialmente si los pequeños campesinos pobres reciben ayuda para ampliar su producción y conseguir acceso a los mercados, detalla la FAO.

Riesgos

No obstante, también existen riesgos, entre ellos la preocupación por la seguridad alimentaria. Los elevados precios de los productos agrícolas ya están teniendo un impacto negativo en los países en desarrollo que dependen en gran medida de las importaciones para satisfacer sus necesidades alimentarias.

"Las decisiones sobre los biocombustibles deberían tener en cuenta la situación de la seguridad alimentaria, pero también la disponibilidad de tierra y agua", dijo Diouf. "Todos los esfuerzos deberían encaminarse a mantener el principal objetivo: liberar a la humanidad del azote del hambre", agregó.

Tomado de:
http://www.ecoportal.net/content/view/full/81978

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