lunes, 30 de marzo de 2009

La cocaína en el café y las cintas en la caja fuerte

El cargamento de 240 sacos de café a punto de ser exportado llamó la atención de los funcionarios de Aduanas y activó los mecanismos de vigilancia.

Es que la empresa, Cayma Trading SAC, exportaba café con frecuencia desde el puerto del Callao. Pero esta vez se disponía a hacerlo por Paita.

Otra cosa que gatilló los mecanismos de alarma de Aduanas fue que los exportadores intentaran llevar la mercadería al puerto casi a último minuto, muy cerca del momento de zarpe de la nave. Eso suele ser una manera de evitar controles.

De forma que, el 17 de marzo, cuando los exportadores se aprestaron a llevar las 16 toneladas de café del Terminal de Almacenamiento de Paita, al puerto de embarque, se hizo pasar todo el cargamento a través de la inspección de un escáner de última tecnología –el IonScan 400B¬-, capaz de hacer un análisis molecular de la sustancia revisada.

El escáner dio rojo para una parte importante del cargamento. Los oficiales de aduanas, sin embargo, acompañaron el cargamento hasta el puerto y ahí, con la presencia de la Divandro (División antidrogas de la PNP) y la Fiscalía Antidrogas de Piura, procedieron a abrir el container que llevaba la carga, para revisarla saco por saco.

El resultado fue que 27 de los 240 sacos estaban “contaminados”, de acuerdo con la jerga de Aduanas. Eso quiere decir, que en lugar de llevar café, contenían cocaína: 68.6 kilos de Pasta Básica Lavada.

La Dirandro (Dirección Nacional Antidrogas), se movió con rapidez y llevó a cabo varios arrestos, bajo las órdenes de la Fiscalía especializada en tráfico ilícito de drogas.
La supuesta exportación de café iba destinada a Rotterdam, en Holanda, a la empresa LCB-BV representada por el holandés Max Paap.

Coronel EP (r) Luis Rodríguez Silva.


La identidad del exportador sí que fue una sorpresa: el dueño y gerente general de Cayma Trading SAC era nada menos que el coronel EP (r) Luis Rodríguez Silva.

¿Les suena el nombre? Es probable que no. Pero para los enterados, vaya que suena. El coronel EP (r) Rodríguez Silva fue edecán del ahora juzgado ex gobernante Alberto Fujimori, durante tres años, y otros dos como jefe de seguridad de Palacio, según informó Caretas en abril de 2001. Luego, fue agregado militar en Chile, donde permaneció tres años. A su retorno, pasó a trabajar en el SIN, bajo las órdenes directas de Montesinos.

No solo eso, cuando la dictadura fujimorista entró en resquebrajamiento terminal, y se produjo el ambiguo y ambivalente enfrentamiento entre Montesinos y Fujimori, Rodríguez Silva fue designado jefe del SIN una vez que Fujimori despidió al último de los jefes-testaferros, Humberto Rozas Bonuccelli.

Una de las acciones que aparentemente Fujimori le ordenó a Rodríguez Silva fue la de capturar a Montesinos cuando éste retornó de Panamá.

Sin embargo, de acuerdo con un informe que el periodista Jerónimo Centurión publicó en abril de 2004, Montesinos se comunicó por teléfono con Rodríguez Silva, a casa de éste durante el día en el que las acciones de búsqueda eran más arduas. También lo llamó al SIN.

Entre los dos existía una comunicación no solo fluida sino locuaz. De acuerdo con ese informe, entre 1999 y 2000, Montesinos llamó 239 veces a la casa de Rodríguez Silva.
Dos días antes de fugar en el velero Karisma, Montesinos habló 12 veces con el SIN y “la última llamada que recibió ese día provino, nuevamente, desde la casa de Luis Rodríguez Silva”, según el informe de Centurión.

Luego, al caer el gobierno de Fujimori, Rodríguez Silva continuó al frente del SIN. Todo indica que fue él quien dirigió la mudanza, ocultamiento y, en algunos casos, destrucción de equipos e información.

Fue él también quien entregó el cascarón del SIN a la comisión del gobierno de Paniagua que llegó a recibirlo.

“Era su hijo de Montesinos [sic]” dice un militar con conocimiento de causa, utilizando el término que en jerga militar señala una relación de mentor o padrino con un oficial de menor grado. Arequipeño, artillero y en inteligencia, como Montesinos, Rodríguez Silva gozó obviamente de la confianza de aquél. Sin embargo, extrañamente, este oficial logró salir de las pantallas de radar sobre la mafia de Montesinos, y apenas fue investigado.

Ahora, nueve años después de la caída del fujimorato, la Policía llegó a la casa de Rodríguez Silva en La Encantada, de Villa, pero por el caso de tráfico de drogas.
Al hacer el registro de la residencia, que tiene más de mil metros cuadrados y una piscina, la Policía, junto con el fiscal Alejandro Camargo, de la Cuarta Fiscalía de Criminalidad Organizada, encontraron una caja de seguridad de marca Ofitecmer. El propio Rodríguez Silva la abrió, a pedido del fiscal y los policías.

Adentro, no encontraron nada que tuviera interés para la investigación sobre narcóticos, pero sí mucho del mayor interés posible para la investigación sobre la mafia de Montesinos.

Entre otras cosas, se encontró lo siguiente:

- Un anillado con el título: Servicio de Inteligencia Nacional- Información presupuestal y contable del SIN al 30 Sept. 2000. El anillado contenía:
- El cierre de caja y banco del SIN al 30-9-00.
- Las remuneraciones y bonificaciones percibidas por Vladimiro Montesinos entre el 1 de enero de 1992 y el 30 de septiembre de 2000.
- El estado de ejecución del presupuesto del SIN al 30 de septiembre de 2000.

Pero lo más importante que se encontró fueron una serie de cintas para almacenamiento masivo de datos. Se trataba de 18 cintas que contienen los backups o copias de la información más importante del SIN el año dos mil. Las cintas, Maxell e Imation, eran el mecanismo preferido de almacenamiento masivo de datos hacia el año dos mil.

Rodríguez Silva indicó que se trataba de documentación del SIN “antes de tomar el cargo de dicha jefatura”.

Como no era, aparentemente, material relacionado con la investigación sobre drogas, los funcionarios intervinientes cerraron y lacraron el contenido, aunque, increíblemente, lo dejaron bajo la custodia de la esposa de Rodríguez Silva. Eso fue el 18 de marzo. El 19 lo llevaron a la Dinandro.

El plazo del juez para la investigación fue de apenas siete días. Y ver el material incautado significaba obtener el equipo y el software para hacerlo. Los detectives aparentemente, no tuvieron tiempo de realizarlo por lo que, hasta ahora, la información guardada en esas cintas no ha sido revelada, pese a la inmensa importancia que pudiera tener. Se encuentran ahora en el despacho del juez Segismundo León.

En cuanto a la investigación sobre drogas, Rodríguez Silva adujo haber sido engañado por la persona – Artemio Huaqui- que contrató los servicios de su compañía para la exportación del supuesto café. El relato, que es un libreto de sorprendente ingenuidad en un profesional de inteligencia (aunque a veces es cierto que en casa de herrero…), aparentemente persuadió al fiscal de crimen organizado, Víctor Quispe, quien determinó su libertad el 24 o 25 de marzo.

Las investigaciones, sin embargo, continúan, a cargo del juez León. En cuanto al narcotráfico, ahora hay un solo detenido, Huaqui. En lo referente a información de inteligencia, las 18 cintas de backup aun permanecen en silencio cibernético, sin revelar ningún secreto, y en peligro de perderse.

IDL-SC, que continuará informando sobre el caso, intentó contactar por teléfono al coronel (r) Rodríguez Silva. No se pudo hablar con él.

Tomado de:
http://www.seguridadidl.org.pe/destacados/2009/27-03/la-cocaina-en-el-cafe-y-las-cintas-en-la-caja-fuerte.htm

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