martes, 22 de diciembre de 2009

Tijuana batalla contra la corrupción policial

Patricia Isaias, viuda del agente de la policía Luis Izquierdo, muerto en el cumplimiento del deber, el pasado abril, visita su tumba en el cementerio de Los Olivos, en Tijuana, México.

AP BY ELLIOT SPAGAT / AP
TIJUANA, MÉXICO


Detrás de cada delito, hay un policía corrupto.

Por lo menos eso es lo que piensa el jefe de la policía de Tijuana, Julián Leyzaola, que está ensayando una profunda reforma a ese cuerpo, la cual combina medidas antiterroristas y la participación del público.

Si las cosas salen bien, éste podría ser un modelo a seguir y un gran golpe en la guerra contra el narcotráfico, que ha cobrado más de 14,000 vidas en los últimos tres años.

Se trata de una tarea monumental, comparable a la que se libró en Chicago en las décadas de 1920 y 1930 contra Al Capone. Muchos policías de ésta y otras ciudades trabajan para el narcotráfico. Y quienes no lo hacen, a menudo terminan muertos.

La AP observó de cerca a Leyzaola durante ocho meses, en los que alentó a sus fuerzas, consoló a las viudas de los agentes y pidió el apoyo de los residentes. La AP participó en patrullajes, observó prácticas de tiro y clases de entrenamiento para analizar de cerca las reformas deLeyzaola.

Leyzaola, de 49 años, se unió a la policía de Tijuana en el 2007, luego de servir 25 años en el Ejército y de dirigir brevemente cárceles y a la policía de Baja California. Hace un año, asumió la dirección de la fuerza policial más grande de Baja, un cuerpo en el que 90 por ciento de sus integrantes no pasaron un control de seguridad del gobierno nacional el año pasado.

"Fíjate bien'', dijo el militar retirado. ``Ningún delincuente puede subsistir sin el apoyo de la autoridad. Del nivel que quiera, si no tiene la protección de la policía, de la autoridad, no puede subsistir''.

En otras palabras, para ganarle la guerra al narcotráfico, es vital eliminar los elementos corruptos de la policía.

La campaña para recuperar el control de la ciudad comenzó a principios del año y llega a un distrito nuevo cada tres meses. El plan es terminar en el 2011 en el sector oriental de la ciudad, el más violento, donde Teodoro García Simental, ``El Teo'', libra una guerra feroz para controlar el tráfico de drogas en Tijuana.

La estrategia de Leyzaola se inspira en varias fuentes, incluidas las operaciones antiterroristas de Francia en Argelia en la década del 50 y la guerra que libra Colombia contra el narcotráfico. El funcionario cuenta con un presupuesto para este año de $7 millones del gobierno federal.

El objetivo es hacer arrestos en cada distrito y reemplazar a los agentes con elementos que pasaron severos controles de antecedentes. Además, nombran a ex militares en los puestos de comando. Patrullan sectores pequeños en camionetas nuevas y son responsables de todo lo que sucede en su zona.

Todo empezó en el centro de Tijuana.

Felipe Gándara, de 37 años, es uno de 400 agentes de Tijuana que pasaron los controles de antecedentes y prestan servicios en el centro. Se presentó en todos los bancos, casas de cambio y restaurantes, para que supiesen quién es.

``Es importante perder tu anonimato'', dijo Leyzaola. ``Los policías abusan de su posición porque nadie sabe quiénes son''.

A Gándara le gusta la estrategia de Leyzaola.

``Fue un cambio radical, ahora tenemos mucha más responsabilidad'', comentó. ``Cada delito es tu responsabilidad''.

Ese mismo mes, fueron detenidos 130 agentes sospechosos de corrupción, incluido Ricardo Omar Medina, que había sido guardaespaldas de Leyzaola por 18 meses.

Medina recibió una llamada por la noche un día de marzo en la que Leyzaola lo citó para que se encontrase con él a las ocho de la mañana, supuestamente para entregarle una radio nueva. Al llegar, le pidieron su chaleco, su insignia y el resto de su equipo.

``No confío más en ti'', le dijo Leyzaola.

Unos 250 agentes fueron despedidos o presionados para que renunciasen. Cuando Leyzaola sospecha que un agente es corrupto, lo obliga a hacer guardia en las palmas frente al edificio central de la policía. Es una humillación que empuja al agente a renunciar.

Según documentos presentados ante un juzgado, uno de los agentes detenidos dijo que recibía $500 al mes de El Teo para asegurarse de que no hubiera policías a mano cuando se planeaba algún asesinato o secuestro. Otro confesó que cobraba entre $300 y $500 cada vez que liberaba a algún elemento de la banda.

A Leyzaola le gusta encarar personalmente a los corruptos, en su oficina, en las comisarías o durante las patrullas. A veces los lleva él mismo a un cuartel del Ejército, donde son detenidos.

Las familias denuncian sistemáticamente torturas: descargas eléctricas en los genitales, ahogamientos y golpizas. Leyzaola dice que no es responsable de lo que sucede en los cuarteles del Ejército.

Las amenazas comenzaron el 24 de abril. A través de las viejas radios policiales, que los traficantes interceptan cuando quieren, llega el siguiente mensaje: Si Leyzaola no renuncia, morirán muchos policías.

Tres días después, el agente Luis Izquierdo, ex compañero de Gándara y un verdadero mentor, patrullaba la frontera con San Diego con otros tres policías. Entró a un comercio justo cuando llegaba una caravana de camionetas todoterreno negras. Varios hombres salieron de los vehículos y acribillaron a Izquierdo y sus tres acompañantes con más de 200 disparos.

En los escáners de la policía se escucha un narcocorrido. Otros tres agentes son asesinados en ataques coordinados.

Gándara toma su radio y llama a su esposa.

``Mataron a Luis'', le cuenta.

Ella llama a su vez a la esposa de Izquierdo para darle la mala noticia: siete agentes asesinados en 45 minutos.

Al día siguiente, Leyzaola suspende los patrullajes de pocos agentes, apenas dos meses después de haber iniciado su programa. Dispone patrullajes en grupo, con hasta seis vehículos.

Los 2,000 agentes de la fuerza reciben dos semanas de entrenamiento en el manejo de la escena de un crimen, la vigilancia de sospechosos y otras técnicas básicas.

A principios de junio llega el dato: el traficante Filiberto Parra Ramos, buscado por las muertes de dos agentes y otros delitos, es visto en Playas de Tijuana. El Ejército ya se movilizó.

Leyzaola se suma a la operación.

Luego de una falsa alarma, Parra es arrinconado en un centro comercial cerca del aeropuerto. Leyzaola hace personalmente el arresto de uno de los principales asesinos de El Teo sin disparar un solo tiro.

La guerra cobra intensidad en julio.

Aparece el cadáver del agente Gerónimo Calderón, rociado de disparos y con una nota: ``Si no renuncias, Leyzaola (sic), voy a matar cinco por semana''.

Esa noche, un agente sobrevive a un intento de asesinato cuando estaba parado, sin armas, frente a un comercio. Otro muere baleado al día siguiente, mientras hacía guardia en un centro de la Cruz Roja y un tercero es asesinado cinco días después en una emboscada.

Hacia septiembre, los funerales son parte de la rutina deLeyzaola.

Leyzaola debe luchar por conservar su puesto en vista de que la persona que lo contrató, el alcalde Jorge Ramos, deja el cargo al completar su mandato en diciembre del 2010.

``Ese es apenas el primer año'', dijo Leyzaola. ``Dentro de dos años, se notará ladiferencia''.

Después de las matanzas de septiembre, Leyzaola lleva su campaña a Playas de Tijuana tres meses antes de lo previsto.

Llegan nuevas radios y 58 Ford F250 nuevas. Antes había apenas 14 vehículos.

Cunde el temor entre los policías, que hacen sus patrullajes fusil en mano.

Mario Peña, un agente de otro distrito, deja de usar el uniforme cuando va a trabajar y cambia de ruta constantemente. Ya no se encuentra con otros agentes en un café ni los fines de semana, por temor a que los identifiquen como policías y los ataquen.

De todos modos, dice que los asesinatos son una muestra de que la campaña de Leyzaola está dando resultados.

``Estamos acabando con la mafia'', expresó.

Pero El Teo no se sentíaacorralado.

A finales de septiembre, el ejército recibe el dato de que las autoridades estadounidenses creen que se está tramando una operación para asesinar aLeyzaola.

Siguiendo la pista, van a una zapatería donde arrestan a Edgar Zúñiga, hombre de El Teo. Zúñiga los hace ir a una hacienda en las afueras de Tijuana, donde pistoleros pintaban unos vehículos con colores militares para usarlos en un atentado contra Leyzaola.

La idea era que 12 individuos se acercasen a Leyzaola en una caravana militar falsa y que uno de ellos lo matase. Pensaban filmar la operación, hacer un video al ritmo de un narcocorrido y colgarlo en la internet.

Pero los militares se adelantaron y tomaron por asalto la hacienda el 31 de octubre, arrestando a 13 personas en medio de una balacera. Confiscaron más de 3,400 proyectiles y las camionetas camufladas.

El atentado, ordenado personalmente por El Teo, debía haberse hecho al día siguiente, el 1ro. de noviembre.

Leyzaola no quiere hablar del atentado. Es un hombre que siempre mira hacia adelante.
``Dios me protege'', asegura.

Tomado de:
http://www.elnuevoherald.com/370/v-fullstory/story/613879.html

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