domingo, 17 de enero de 2010

Haití: Es un infierno.

Escrito por elmercuriodigital

En la fotografía de Gregory Bull (AP), cadáveres de víctimas yacen fuera de la morgue de Puerto Príncipe, el viernes 15 de enero de 2010, luego del terremoto que devastó la capital de Haití el martes.

El caos sigue reinando en Haití cinco días después del terremoto que ha dejado decenas de miles de muertos bajo los escombros o en las calles. El colapso del aeropuerto principal dificulta la llegada de asistencia humanitaria y los haitianos, desesperados, cortan las rutas con barricadas de cadáveres.

La ONU pidió a la comunidad internacional 562 millones de dólares para ayudar a la población haitiana damnificada por el reciente terremoto durante los próximos cuatro meses.

El Coordinador de Asuntos Humanitarios, John Holmes, presidió una reunión en la que los países hicieron promesas de contribuciones.

Holmes calculó que el dinero requerido permitirá asistir a unos 3 millones de haitianos que se encontraban en la zona más golpeada por la tragedia.

“Estamos asignando 240 millones de dólares para ayuda alimentaria en los próximos seis meses, para dar de comer a unos dos millones de personas. El agua, saneamiento e higiene son cruciales, y buscamos 59 millones de dólares, y para nutrición 48 millones”, dijo Holmes.

El resto sería para comenzar la recuperación, albergues, salud, logística, protección y educación.

Holmes aclaró que estas cifras van a ser revisadas en cuanto se tengan más datos sobre las necesidades.

El Coordinador indicó que se mucha gente se está yendo de Puerto Príncipe hacia otras partes del país y a República Dominicana.

“Esa es una respuesta natural y a corto plazo puede ayudar, pero nos aseguraremos en las próximas semanas y meses de rastrear esos movimientos y ayudar a esas personas en donde se encuentren, así como a las familias y comunidades que los hayan acogido”, subrayó Holmes.

El funcionario observó que la comunidad internacional ha respondido inicialmente de una manera muy alentadora y generosa, tanto por parte de individuos como de empresas, gobiernos e instituciones.

Calculó que ya se han prometido cerca de 360 millones de dólares, aunque aclaró que no todas esas donaciones son para asistencia humanitaria inmediata.

Mientras la comida, el agua y otras formas de ayuda comenzaban a llegar a Haití en grandes cantidades, las organizaciones de asistencia y los funcionarios se concentraban en hacer llegar esas provisiones desde el atiborrado aeropuerto a los sobrevivientes hambrientos y demacrados que pululaban por las calles de la capital.

La secretaria de Estado estadounidense Hillary Rodham Clinton tenía planeado llegar a Puerto Príncipe el sábado para hablar con el presidente haitiano René Preval y funcionarios civiles y militares de varios países sobre cuál es la mejor manera de colaborar con las tareas de asistencia y con el gobierno local.

Un miembro del equipo médico japonés carga suministros ayudados por otra persona antes de partir hacia Haití desde el aeropuerto internacional de Narita, al este de Tokio, el sábado 16 de enero del 2010. Foto AP/Junji Kurokawa

Clinton dijo el viernes que hay "una carrera contra el tiempo" antes de que la ansiedad y la furia de las víctimas generen problemas adicionales. Los socorristas advertían que Puerto Príncipe se sumirá en el caos si las provisiones no se reparten con rapidez.

El Comando Sur de Estados Unidos dijo que tiene 24 helicópteros en misiones de ayuda _muchos de los cuales parten de buques anclados frente a la costa_, con 4.200 efectivos en el terreno y 6.300 más que arribarían el lunes.

Pero había escasas señales de ayuda en la ciudad cuatro días después del sismo, y muchas señales de que los desesperados _y los delincuentes_ estaban tomando la delantera.

Un conductor de un camión de agua dijo que fue atacado en uno de los barrios precarios de la ciudad. También había informes de saqueos aislados, con jóvenes que caminaban por el centro con machetes. Un grupo de ladrones presuntamente mató de un disparo a un hombre que quedó tirado en la calle.

"No sé cuánto tiempo más podemos aguantar", dijo Dee Leahy, un misionero laico de San Luis, Misurí, que repartía provisiones junto a un grupo de monjas. "Necesitamos comida, necesitamos insumos médicos, necesitamos medicamentos, necesitamos vitaminas y necesitamos analgésicos. Y los necesitamos urgente".

La portavoz de la ONU, Elizabeth Byrs dijo a la BBC que el terremoto de Haití fue "uno de los desastres más grandes que hemos debido enfrentar".

La Cruz Roja calcula que entre 45.000 y 50.000 personas murieron por el terremoto de magnitud 7 del martes. Los trabajadores enterraban cuerpos en tumbas colectivas, pero numerosos cadáveres seguían en las calles y aún se veían extremidades que sobresalían entre los escombros de escuelas y hogares.

Otros cuerpos terminaron amontonados en camiones el viernes para luego ser quemados en las afueras de la ciudad. Los pobladores se ponen pasta de dientes en las fosas nasales y ruegan por barbijos para no sentir el olor.

"Si el gobierno aún existe y Naciones Unidas anda por aquí, espero que nos puedan ayudar a sacar los cuerpos", dijo Sherine Pierre, una estudiante de comunicación de 21 años que perdió a su hermana al derrumbarse su casa.

Se estima que un tercio de los 9 millones de haitianos necesitarían ayuda. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que el Programa Mundial de Alimentos repartía galletas de alto contenido energético y comidas listas para consumir a unas 8.000 personas "varias veces por día".

"Obviamente, es sólo una gota en el mar ante la enorme necesidad, pero la agencia irá incrementando (la ayuda) para alimentar a alrededor de un millón de personas en 15 días y a dos millones de personas en un mes", dijo.

Los funcionarios estadounidenses el viernes reconocieron que enfrentan obstáculos en sus intentos de asistencia y prometieron aumentar los envíos de provisiones pronto.

Las tareas de ayuda se topaban con caminos bloqueados, la congestión del único aeropuerto, falta de equipamiento y otros problemas. Los soldados de la fuerza de paz de la ONU que patrullan la capital dijeron que la gente se mostraba cada vez más enojada y advirtieron a las caravanas de ayuda que llevaran seguridad adicional ante el riesgo de saqueos.

"Por el momento no se puede llevar nada por aire a Puerto Príncipe. El aeropuerto está totalmente congestionado", dijo el portavoz Paul Conneally a The Associated Press vía telefónica desde Santo Domingo.

Conneally dijo que la caravvana llevaba un hospital de campaña de 50 camas, equipos quirúrgicos y una unidad de telecomunicaciones. En Ginebra, el vocero Matthew Cochrane dijo que dos hospitales de campaña más grandes llegarían en las próximas horas.

La Organización Mundial de la Salud dijo que el sismo destruyó ocho hospitales en Puerto Príncipe.

Milero Cedamou, un haitiano de 33 años dueño de un pequeña compañía de reparto de agua, llevó dos veces su camión tanque a un campamento de gente sin hogar, donde cientos se arremolinaron a su alrededor con baldes de plástico.

"Esta es una crisis de una magnitud indescriptible, es normal que todos los haitianos ayuden", dijo. "Esto no es caridad".

Equipos médicos extranjeros armaron hospitales improvisados para atender a los heridos más graves. Sin embargo, el tiempo se acababa para la gente que puede estar atrapada bajo los escombros.

"Más allá de tres o cuatro días sin agua, la gente estará muy enferma", dijo el doctor Michael VanRooyen de la Iniciativa Humanitaria de Harvard en Boston. "Alrededor de los tres días, la gente empezaría a sucumbir".

Aún así, había algunos triunfos increíbles.

"Es un milagro", exclamó Anne-Marie Morel con los brazos levantados al cielo cuando un vecino fue encontrado vivo en los restos de su casa.

"¡Tonterías, no hay Dios ni hay milagro!", le gritó Remi Polevard, otro vecino, cuyos cinco hijos estaban enterrados en los escombros. "¿Cómo pudo hacernos esto?"

AGUA

Centenares de miles de haitianos necesitan desesperadamente agua potable debido al daño causado por el sismo en el sistema municipal de distribución, en tanto los conductores de los camiones cisterna no pueden o no desean arriesgarse a repartir su carga.

"Muchos conductores temen ser atacados si salen, otros han desaparecido en el desastre y otros siguen buscando a sus familiares desaparecidos", dijo Dudu Jean, un conductor de 30 años atacado el viernes cuando llegó con su camión al suburbio capitalino de Cité Soleil.

La falta de agua es uno de los mayores peligros que encaran los haitianos, debido en parte a que los sobrevivientes viven al aire libre todo el día pese al calor por temor a los temblores secundarios y a los edificios en mal estado. Mientras que la ayuda ha comenzado a llegar de todo el mundo, los suministros no llegan con premura a todos aquellos que los necesitan.

Incluso antes del sismo del martes, el sistema municipal en esta ciudad de 3 millones de habitantes no era confiable. Los pobres de Haití viven en viviendas precarias sin agua corriente y traen el agua para beber desde los pozos públicos. La mayoría de la gente depende del agua repartida por camiones, que cargar el líquido con la ayuda de bombas activadas por combustible diesel procedente de enormes depósitos subterráneos.

"No hay carestía de agua, aquí hay agua, aquí hay camiones, como pueden ver", indicó Jean, según el cual sus atacantes lo dejaron ileso tras reconocerlo.

Desde el sismo, por lo menos una planta purificadora de agua fue clausurada ante la falta de electricidad. Las tuberías del servicio municipal de agua resultaron dañadas y no hay agua corriente en Cité Soleil, donde residen más de un millón de personas.

Al problema se suma que los comercios que cuentan con agua y alimentos no abren por temor a la violencia y los saqueos.

Los grupos de ayuda, empresas y gobiernos de todo el mundo se han apresurado a satisfacer las demandas de todo tipo.

Oxfam contaba con agua embotellada en Haití, que quedó de la tormenta del 2008 y ha logrado repartir tanques de 2.000 y 5.000 litros en la capital. Los mandos militares estadounidenses indicaron que los helicópteros trasladas agua y otros pertrechos del portaaviones USS Carl Vinson. Procter & Gamble Co. despachó 3 millones de paquetes purificadores de agua, junto con donaciones en metálico para ayudar a las víctimas.

Aunque los organismos gubernamentales y la tropa intentan sacar los suministros del congestionado aeropuerto, algunos haitianos y otras organizaciones más modestas trabajan por su cuenta a fin de repartir la ayuda entre los hambrientos y los sedientos.

Milero Cedamou, a sus 33 años propietario de una pequeña empresa repartidora de agua, realizó dos viajes para recorrer 16 kilómetros (10 millas) en las afueras de Puerto Príncipe, pagando cada vez 25 dólares para cargar combustible y regresó luego a un campamento de carpas en el que viven miles de personas sin hogar.

"Es una crisis de inmencionable magnitud, es normal que todos los haitianos ayuden", dijo Cedamou. "No se trata de caridad".

Jean Ponce, un albañil de 36 años, figuró entre las 200 personas con cubos de plástico congregados en torno al camión _ pintado con la consigna "Esperen a Dios" _ cuando regresó. perdió a uno de sus hijos en el sismo y agregó que el agua que recogió sería la primera potable que probaron sus cuatro hijos sobrevivientes desde el desastre.

"Es casi como un milagro", dijo Ponce.

MUERTOS
La tensión aumentaba el sábado entre los haitianos desesperados y ansiosos por recibir ayuda internacional en agua y alimentos, que comienzan a escasear tres días después de un sismo que según autoridades de la isla podría haber dejado hasta 200.000 muertos.

El golpeado Gobierno de Haití entregó a Estados Unidos el control de su principal aeropuerto para ordenar los vuelos de ayuda de todo el mundo y distribuir los suministros en la empobrecida nación caribeña.

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, se dirigía a Puerto Príncipe para reunirse con el presidente haitiano, Rene Preval, en el aeropuerto de la ciudad. Clinton planea entregar ayuda humanitaria y regresar con los estadounidenses evacuados.

"También vamos a transmitir de manera muy directa y personal al pueblo de Haití nuestro apoyo incondicional a largo plazo, solidaridad y empatía", dijo Clinton.

Camiones cargados con cadáveres han estado transportando los cuerpos a fosas comunes excavadas con rapidez en las afueras de la ciudad, pero se cree que miles de muertos aún están sepultados bajo los escombros.

"Ya hemos recogido alrededor de 50.000 cadáveres y anticipamos que habrán entre 100.000 y 200.000 muertos en total, aunque nunca sabremos la cifra exacta", dijo a Reuters el ministro del Interior, Paul Antoine Bien-Aime.

El secretario de Estado de seguridad pública, Aramick Louis, dijo más temprano que ya habían sido sepultados unos 40.000 cadáveres en fosas comunes.

Si las cifras se confirman, el terremoto de magnitud 7,0 que azotó a la empobrecida nación caribeña el martes sería uno de los 10 más letales de los que se tenga memoria en el mundo.

El ministro de Salud haitiano, Alex Larsen, dijo a Reuters que tres cuartos de Puerto Príncipe deberán ser reconstruidos.

Tres días después del sismo, pandillas comenzaron a atacar a los sobrevivientes que viven en las calles en campamentos de toldos improvisados con sábanas y palos, entre escombros y cadáveres en descomposición, mientras réplicas del temblor continuaban sacudiendo Puerto Príncipe.

Las autoridades reportaron algunos saqueos y creciente molestia entre los sobrevivientes, desesperados por la demora en la entrega de ayuda que podría salvar la vida de muchos. En tanto, Estados Unidos y otros países se apresuran para entregar comida, agua, suministros médicos a través de un aeropuerto repleto, un puerto destruido y caminos cubiertos de escombros.

LUCHANDO POR COMIDA

Residentes hambrientos luchaban entre sí por bolsas de alimento entregadas por los camiones de Naciones Unidas en el centro de Puerto Príncipe.

Un funcionario de alto rango de la ONU advirtió que el hambre fomentará problemas si la ayuda no llega pronto, aunque la situación de la ley y el orden sigue bajo control "por el momento".

"Ha habido algunos incidentes en los que la gente estaba saqueando o peleando por comida. Ellos están desesperados, han estado tres días sin alimentos ni ayuda", dijo el subsecretario general de Naciones Unidas para las fuerzas de paz, Alain Le Roy al programa "The PBS NewsHour".

"Tenemos que asegurarnos de que la situación no empeore, pero para eso necesitamos mucho asegurar que la ayuda viene lo más rápido posible, para que la gente que está muriendo por alimentos y medicinas los reciba lo antes posible", agregó.

La misión de Naciones Unidas responsable por la seguridad en Haití perdió al menos 36 de sus 9.000 miembros cuando su sede central se derrumbó. Sus dos máximos funcionarios no han sido hallados.

El debilitado Gobierno haitiano no está en mejor posición para manejar la crisis. El sismo destruyó el palacio presidencial, cortó las comunicaciones y la energía.

El presidente Rene Preval y el primer ministro Jean-Max Bellerive están viviendo y trabajando en el cuartel general de la policía judicial.

"No tengo casa, no tengo teléfono. Este es mi palacio ahora", dijo el presidente a Reuters en una entrevista.

"Tenemos que asegurarnos de que haya gasolina disponible (...) para los camiones que recogen los cadáveres. Los hospitales están llenos, ellos están abrumados", agregó.

PROMESA DE EEUU

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien prometió un paquete de ayuda inicial de 100 millones de dólares, prometió que su país hará lo que sea necesario para salvar vidas y poner a Haití nuevamente de pie.

"La escala de la devastación es extraordinaria (...) y las pérdidas son desgarradoras", dijo Obama en la Casa Blanca.

Obama dijo que Estados Unidos, Brasil, México, Canadá, Francia, Colombia, Rusia, Japón, el Reino Unido y otros países lograron llevar personal de rescate y logística, además de suministros. Mientras parte de la ayuda está llegando, la Casa Blanca espera que la logística mejorada hará más efectivo el esfuerzo.

Aviones y barcos llegaron con equipos de rescate, perros de búsqueda, tiendas de campaña, unidades de purificación de agua, comida, médicos y equipos de telecomunicaciones, pero enfrentan congestionamientos en el pequeño aeropuerto.

El control del tráfico aéreo, complicado por los graves daños que sufrió la torre del aeropuerto, ahora será controlado por el Ejército de Estados Unidos con el respaldo de un portaaviones nuclear.

SUMINISTROS

La Organización Panamericana de Salud dijo que al menos ocho hospitales y centros de salud en Puerto Príncipe se habían derrumbado o sufrido daños y no estaban en condiciones de operar

"No tenemos suministros. Necesitamos guantes quirúrgicos, antibióticos, desinfectantes, antisépticos. No tenemos nada. Ni siquiera agua. Tenemos niños acá con las bocas secas y no tenemos agua para darles", dijo el doctor Jean Dieudonne Occelien.

La policía apenas se ve en las calles y aunque algunas fuerzas de paz de la ONU con soldados brasileños patrullaban, hubo informes esporádicos de robos, algunos saqueos y un reporte de disparos en el centro de Puerto Príncipe el viernes.

En un supermercado derrumbado, decenas de personas pululaban por los escombros para tratar de llegar a la comida bajo las ruinas. En las afueras del barrio periférico de Cité Soleil, la gente desesperada se reunía alrededor de una tubería de agua para beber de la cañería o llenar baldes.

SAQUEOS
La desesperación y la ira aumentaban en Haití tras el seísmo que destruyó Puerto Príncipe, donde saqueadores armados añadían más terror en sus calles mientras las autoridades criticaban problemas de "coordinación" para la distribución de ayuda humanitaria.


La muerte, presentada de la manera más cruda y despiadada, inundaba irremediablemente las calles de Puerto Príncipe, destruida por el temblor del martes de 7,0, que dejó un saldo parcial de más de 50.000 muertos.

Mientras funcionarios de las Naciones Unidas clamaban por más ayuda, los saqueos se propagaban y se registraban enfrentamientos en los puestos de distribución de ayuda.

"Hay hombres armados, muchos saqueos", dijo Eglide Victor, cuya precaria casa es la única que permanece en pie en toda una manzana en el corazón de Puerto Príncipe.

En el Mercado de Hierro, uno de los barrios más pobres de Puerto Príncipe, los habitantes buscaban frenéticamente en los edificios destruidos bienes para su supervivencia, ignorando a los cadáveres hacinados, abrasados por el sol.

Pero la irrupción en las últimas horas de los primeros contigentes extranjeros de ayuda lograba al menos cambiar el humor de algunos haitianos.

"La falta de electricidad es menos grave que el hambre, la sed y la falta de medicamentos, sobre todo algo para las infecciones. Estamos rodeados de muertos", explica Victor, una profesora de 26 años.

La inseguridad reinante y la falta de coordinación con las autoridades locales son las principales dificultades señaladas por las autoridades y los equipos de rescate.

El presidente de Haití, René Preval, destacó la respuesta internacional, pero se quejó de mala coordinación en la entrega de la ayuda que llega a diario desde el exterior.

"Necesitamos la ayuda internacional, pero el problema es la coordinación", declaró el mandatario en una entrevista con AFP.

Preval destacó que 74 aviones que venían de varios países, entre ellos Estados Unidos, Francia o Venezuela, llegaron en un solo día al saturado aeropuerto de Puerto Príncipe.

"Lo que vamos a hacer (...) es pedirle a los donantes que trabajen con comités que establecimos en el seno del gobierno", indicó Preval, que estableció la sede temporal del gGobierno en una comisaría próxima al aeropuerto internacional de Puerto Príncipe -bajo control de Estados Unidos-, debido a la destrucción de varios edificios públicos, incluido el palacio presidencial.

La ONU lanzó el viernes un llamamiento a la comunidad internacional para recolectar 560 millones de dólares con destino a las víctimas.

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, indicó que viajará a Haití este sábado para observar la organización de la asistencia al país.

Unos 30 países, entre ellos Cuba, Venezuela, México Estados Unidos y Francia, participan en las operaciones de ayuda y están presentes en el país, según el Departamento de Estado norteamericano, pero las dificultades son inmensas.

Una vanguardia de 10.000 tropas estadounidenses desplegadas en Haití tomó el control del aeropuerto, cargados con toneladas de reservas, y comenzaron la primera distribución masiva de ayuda.

La misión está concentrada en el rescate de vidas humanas pero las tropas norteamericanas podrían ser llamadas a mantener el orden si las condiciones de seguridad se llegan a deteriorar, según responsables en Washington.

Haití, una de las naciones más pobres del mundo, que hace tiempo vive inmersa en violencia y baños de sangre, no tiene ejército y sus fuerzas de policía casi han desaparecido en el caos que siguió al terremoto.

El mantenimiento del orden descansaba casi totalmente en la fuerza de la ONU: unos 7.000 soldados y 2.000 policías de Naciones Unidas desplegados desde 2004 para contribuir a la estabilización del país.

Tras el seísmo, unos 6.000 presos huyeron de las cárceles de Haití, que quedaron parcialmente destruidas y sin vigilancia.

Los contigentes extranjeros tienen aún varios frentes que resolver. En una carrera contrarreloj, intentaban rescatar a las personas que pudieran estar vivas bajo los escombros.

Mientras tanto, varios cuerpos comenzaban a apilarse en una fosa común que las autoridades cavaron en un intento de limpiar las calles de cientos de cadáveres.

"Hemos perdido cualquier dignidad ante la muerte", afirma Mezen Dieu Justi, un anciano que apenas soporta las náuseas al pasar ante esta sórdida escena.
PREVAL

Instalado en una comisaría de policía próxima al aeropuerto de Puerto Príncipe, el presidente haitiano, René Préval, intenta con dificultad asegurar la supervivencia del Estado, que prácticamente se quedó sin oficinas gubernamentales en el devastador sismo del martes.

El Palacio Nacional, un enorme y soberbio edificio blanco que albergaba la presidencia, se derrumbó, al igual que varios ministerios ubicados en el corazón de la capital haitiana.

"Hemos decidido ubicar de forma provisional la sede de la presidencia y del Gobierno en esta instalación de la policía para estar más cerca de nuestros aliados internacionales", justificó Preval.

El aeropuerto sirve para conectar a Haití con el resto del mundo. Actualmente está tomado por centenares de soldados estadounidenses que intentan organizar la llegada de ayuda. La temporal sede presidencial podría ser desplazada en cualquier momento, confió una fuente allegada al presidente.

Detrás de la puerta de la sede de turno de la presidencia, se erigen dos guardias para proteger al jefe de Estado. En la habitación contigua, el primer ministro, Jean-Max Bellerive, se reúne con los pocos ministros que pueden desplazarse.

Su otrora oficina, en las colinas de la capital, sirve ahora de albergue para centenares de familias.

"El Gobierno ha perdido sus capacidades para funcionar, pero no está destruido", asegura el presidente de Haití, visiblemente agotado.

Sentado detrás de una mesa redonda de menos de 4 m2, René Preval debate por teléfono con su homólogo dominicano, Leonel Fernández.

"Te agradezco Leonel", lanza en el teléfono que le tendió el embajador dominicano. "La comunicación es difícil, voy a desplazarme", continúa, y se aleja, posiblemente para no ser escuchado.

Lo que no es un secreto para nadie es que el Gobierno funciona prácticamente sin seguridad. El presidente recuerda que pocas horas después del seísmo del martes se desplazaba en moto, al igual que sus ministros, para constatar los graves daños en la capital.

"A mí me ha afectado personalmente, duermo en la casa de amigos. Aunque no logro dormir por las noches", cuenta el presidente haitiano a AFP.

"Han muerto muchas personas entre mis allegados", comenta con tristeza Preval y las enumera: dos senadores, el escritor y geógrafo Georges Anglade y su esposa, los padres de un ministro, los hijos de otro y un amigo de hace mucho tiempo. "Somos todos víctimas", se lamenta.

Las gotas de sudor afloran el rostro del jefe de Estado. Su oficina no está climatizada.

En medio de la conversación, el presidente se excusa para escuchar la información de que un senador acaba de ser rescatado entre los escombros y debe ser trasladado a República Dominicana para tratar sus heridas.

"Nadie está solo. Comprendo que hay gente que sufre porque tienen a sus padres entre los escombros, pero deben saber que hay miles de personas en la misma situación", dice Preval.

El mandatario insta a los haitianos a tener paciencia y condena a aquellos que acusan al Gobierno de inacción. "Hay gente que subestima la extensión de los daños e insinúa que no vamos lo suficientemente rápido para dar seguridad. Es indecente aprovecharse del dolor de la gente para hacer política", retruca.

Preval comenta las prioridades de su gobierno, que comienzan con la distribución de gasolina para facilitar los desplazamientos y así poder asistir, sanar y alimentar a las víctimas.

Al igual que Puerto Príncipe, otras dos ciudades de Haití fueron destruidas por el seísmo de magnitud 7: Petit-Goave y Jacmel (sur). Preval tiene previsto sobrevolarlas este sábado para hacerse una idea de los daños.

*Con información de las agencias France Presse, Reuters, Associated Press, Efe, Ansa, IAR, y, entre otros, de los periodistas Catherine Bremer, Andrew Cawthorne, Joseph Guyler Delva , Patrick Worsnip, Phil Stewart, Andrew Quinn, John Crawley, Anthony Boadle, Marion Giraldo, Ricardo Figueroa, Alfred de Montesquiou, Jonathan M. Katz, Paul Haven, Tamara Lush, Jennifer Kay,Ramón Almanzar, Bradley S. Klapper , Edith M. Lederer, Danica Coto, David McFadden.

Tomado de:
http://elmercuriodigital.es/content/view/24553/406/

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