La versión oficial dio cuenta de un enfrentamiento o una emboscada donde resultó muerto el camarada “Piero” y otros dos senderistas heridos en Sachavaca valle del Monzón, el domingo 18 de mayo. Sin embargo pese a la contundencia del ataque surgieron dudas respecto al abatimiento del subversivo por que su cadáver no aparecía, se dijo entonces que “se llevaron el cuerpo” entre otras presunciones que no convencían ni al propio ministro de defensa. Sin entrar en detalles sobre la cobertura que se dio a la confrontación bélica, era necesario conocer la otra versión que confirmara o desvirtuara la muerte del dirigente senderista, esta no fue nada fácil conseguir desde la perspectiva del periodismo independiente.
“Piero” fue herido gravemente junto con otros dos subversivos en el ataque militar sorpresivo y en esas condiciones lograron huir, el segundo de SL en el Comando Regional Huallaga de Sendero Luminoso falleció horas más tarde, por lo que el diezmado grupo teniendo un contingente militar y policial pisándoles los talones decidió sepultarlo superficialmente a varios kilómetros del lugar porque era imposible continuar cargando el pesado cuerpo sin exponerse a ser alcanzados por sus perseguidores. Esta versión fue la que dieron en algún punto lejano de Magdalena los otros integrantes del grupo de “Piero” que salieron del lugar en un bote a motor pero planeaban retornar para rescatar los restos y brindarle los honores al combatiente caído en armas.
“Piero” fue herido gravemente junto con otros dos subversivos en el ataque militar sorpresivo y en esas condiciones lograron huir, el segundo de SL en el Comando Regional Huallaga de Sendero Luminoso falleció horas más tarde, por lo que el diezmado grupo teniendo un contingente militar y policial pisándoles los talones decidió sepultarlo superficialmente a varios kilómetros del lugar porque era imposible continuar cargando el pesado cuerpo sin exponerse a ser alcanzados por sus perseguidores. Esta versión fue la que dieron en algún punto lejano de Magdalena los otros integrantes del grupo de “Piero” que salieron del lugar en un bote a motor pero planeaban retornar para rescatar los restos y brindarle los honores al combatiente caído en armas.
De acuerdo a la versión de un agricultor en Madre Mía que tomó conocimiento de la versión de los subversivos, se conoce además que efectivamente el grupo senderista previo al ataque militar estuvo celebrando el 28 aniversario del Inicio de la lucha Armada - ILA en un improvisado refugio ubicado en... Ver más
Perú.
En la década de los 60 y 70 fueron leyendas los capos del narcotráfico: Guillermo Porto Cárdenas “mosca loca” quien intentó pagar la deuda externa del Perú a cambio de operar libremente con las drogas en el Huallaga Central. “Pata cala” y “Tío José” en el Alto Huallaga, fueron secundados por decenas de jefes mafiosos en los 80 y 90: “El vampiro”, Armando Ríos “Tío Ríos”, Catalino Escalante; Nicolás, Segundo y Adolfo Cachique, Waldo Vargas “Ministro”, Willer Alvarado “Champa”, Luís Pineda “Trompa de Buque”, Luís Lagos “Cristal”, Raúl Chávez “Mongol”, entre otros que “revolucionaron” el negocio de la droga y ejercieron poder económico y político con cierta influencia social.Sumado a ellos, de lo que siempre se habló y denunció fue la participación directa o indirecta en el narcotráfico de casi todos los jefes de las bases policiales y militares en el Huallaga, Monzón y Aguaytía en 30 años, quienes salvo excepciones nunca fueron investigados como recicladores de dólares del negocio de las drogas (pago de cupos y asaltos a narcos). Hoy son los nuevos ricos de una sociedad condescendiente con las prácticas corruptas. Pocos están en el banquillo de los acusados y todos tienen el respaldo de sus instituciones. Aseguran que por haber pacificado el país, nadie los puede tocar, es más deberíamos rendirles pleitesía y sumo agradecimiento. Nadie ha querido esclarecer los viajes y reiteradas visitas de presidentes o ministros a zonas donde eran bastión del narcotráfico. El presidente Alan García durante su primer mandato visitaba Uchiza y Tocache. Los pobladores tienen versiones interesantes que se van convirtiendo en leyenda.
Algo similar sucedió con la supuesta alianza entre un poderoso jefe del narcotráfico colombiano, el oscuro ex capitán del Ejército de Perú y abogado especializado en defensa de narcotraficantes, y un desconocido aspirante a presidente del Perú, Alberto Fujimori, que se cimentó, a fines de la década de los años 80, según un libro que pretendió ser testimonial y que dio mucho que hablar en Colombia, Perú y el Estados Unidos. Entre otros detalles desconocidos, el libro presentaba a Pablo Escobar Gaviria, como el narco más célebre de Colombia a lo largo de toda su historia.
En la década de los 60 y 70 fueron leyendas los capos del narcotráfico: Guillermo Porto Cárdenas “mosca loca” quien intentó pagar la deuda externa del Perú a cambio de operar libremente con las drogas en el Huallaga Central. “Pata cala” y “Tío José” en el Alto Huallaga, fueron secundados por decenas de jefes mafiosos en los 80 y 90: “El vampiro”, Armando Ríos “Tío Ríos”, Catalino Escalante; Nicolás, Segundo y Adolfo Cachique, Waldo Vargas “Ministro”, Willer Alvarado “Champa”, Luís Pineda “Trompa de Buque”, Luís Lagos “Cristal”, Raúl Chávez “Mongol”, entre otros que “revolucionaron” el negocio de la droga y ejercieron poder económico y político con cierta influencia social.Sumado a ellos, de lo que siempre se habló y denunció fue la participación directa o indirecta en el narcotráfico de casi todos los jefes de las bases policiales y militares en el Huallaga, Monzón y Aguaytía en 30 años, quienes salvo excepciones nunca fueron investigados como recicladores de dólares del negocio de las drogas (pago de cupos y asaltos a narcos). Hoy son los nuevos ricos de una sociedad condescendiente con las prácticas corruptas. Pocos están en el banquillo de los acusados y todos tienen el respaldo de sus instituciones. Aseguran que por haber pacificado el país, nadie los puede tocar, es más deberíamos rendirles pleitesía y sumo agradecimiento. Nadie ha querido esclarecer los viajes y reiteradas visitas de presidentes o ministros a zonas donde eran bastión del narcotráfico. El presidente Alan García durante su primer mandato visitaba Uchiza y Tocache. Los pobladores tienen versiones interesantes que se van convirtiendo en leyenda.
Algo similar sucedió con la supuesta alianza entre un poderoso jefe del narcotráfico colombiano, el oscuro ex capitán del Ejército de Perú y abogado especializado en defensa de narcotraficantes, y un desconocido aspirante a presidente del Perú, Alberto Fujimori, que se cimentó, a fines de la década de los años 80, según un libro que pretendió ser testimonial y que dio mucho que hablar en Colombia, Perú y el Estados Unidos. Entre otros detalles desconocidos, el libro presentaba a Pablo Escobar Gaviria, como el narco más célebre de Colombia a lo largo de toda su historia.
Roberto "Osito'' Escobar, hermano mayor y lugarteniente del mafioso puso en circulación “Mi hermano Pablo”, el libro que ofrecía "los secretos de Pablo Escobar”. El autor sostiene que su hermano llegó a dominar el mercado mundial de la cocaína gracias a una alianza estratégica que conformó desde la década de los años 80 con el ex capitán peruano Vladimiro Montesinos a quien él llamaba "Montecristo''. La historia de Montesinos y Fujimori se ventila en el mega juicio que lleva 39 sesiones.El Departamento de Estado norteamericano presentó el viernes 29 de febrero de 2008, su "Informe sobre la Estrategia para el Control Internacional de Narcóticos", en el que reconocen los logros de la política antidrogas del Perú al superar -durante el 2007- las metas de erradicación de los cultivos ilegales de hoja de coca. Según el informe, Perú sobrepasó la meta de 10 mil hectáreas, al eliminarse 11 mil 057 hectáreas ilícitas de dicho cultivo. Sin embargo, estas cifras están en cuestión por que según indicios y testimonios existentes no serían reales desde 1981, año en que el CORAH inicia la erradicación violenta de cultivos de coca. La erradicación concertada vigente desde el 2003 no funcionó por una serie de defectos que hicieron posible que por cada hectárea de coca erradicada se volviera a plantar otras dos.
En Perú el desarrollo alternativo se inicia con la creación del Proyecto Especial Alto Huallaga con fondos de los Estados Unidos (18.5) y el tesoro público (8.0): 26.5 millones de dólares (1981). Los otros elementos de esta estrategia, la erradicación de cultivos y la interdicción a las mafias se ha cumplido con cierto esfuerzo y logros en la incautación de drogas e insumos químicos fiscalizados - IQF con porcentajes reducidos. Para el caso de la erradicación de cultivos se informa que cumplen con la meta, pero nunca se ha mostrado las planillas de las áreas erradicadas y su ubicación exacta para hacer la verificación respectiva por que testimonios de ex trabajadores del Proyecto para la Reducción y Erradicación de los Cultivos de Coca en el Alto Huallaga - CORAH y de efectivos de la policía antidroga que brindan resguardo a los trabajos de erradicación (y prefieren mantenerse en el anonimato), otra es la realidad, según ellos las cifras no expresarían la verdad sino que son manejadas con criterio político, para justificar un pretendido éxito en la eliminación de los cultivos de coca o para quedarse con los recursos destinados para tal fin. Sostienen que bastaría con realizar un examen a los signos exteriores de riqueza entre algunos de los que fueron directores y funcionarios del CORAH para descubrir el por que de la frustración en la eliminación de cultivos de coca en 27 años. Otro de los artificios para confundir a la población son... Ver más
A lo largo de ocho días, los periodistas Gustavo Gorriti y Óscar Medrano recorrieron el VRAE, desde Pichiwillca hasta Canayre, entrevistando a los actores múltiples de los conflictos del turbulento valle. Dirigentes de los DECAS, cocaleros, agricultores, autoridades locales, comerciantes de diversa índole, jefes policiales, entre otros, fueron entrevistados en sus diversos y a veces engañosos escenarios. También acompañaron al jefe militar del VRAE en un sobrevuelo sobre el reducto senderista de Vizcatán.
Sábado 17, una de la tarde. El helicóptero MI-17 de la FAP vuela desde Pichari hacia Vizcatán, el hasta hoy inexpugnado reducto senderista. Adentro, trece comandos del Ejército en arreos de combate acompañan al general EP Raymundo Flores, jefe del frente militar VRAE.
Sábado 17, una de la tarde. El helicóptero MI-17 de la FAP vuela desde Pichari hacia Vizcatán, el hasta hoy inexpugnado reducto senderista. Adentro, trece comandos del Ejército en arreos de combate acompañan al general EP Raymundo Flores, jefe del frente militar VRAE.
Los rostros están tensos y no les falta razón. Acercarse por aire al bastión senderista, la abrupta montaña boscosa cubierta por nubes, supone casi siempre ser hostigados por los francotiradores de Sendero.
En diversas operaciones en los años recientes, –luego del ataque senderista al campamento de Techint en junio de 2003 y después de la emboscada al contingente policial en Palmapampa en diciembre de 2005, helicópteros del Ejército y de la Policía que intentaron operar en Vizcatán, fueron impactados y sufrieron heridos. El MI-17 (el único helicóptero que dispone el general Flores), lleva blindaje en la cabina del piloto pero no en el resto de la nave, donde los pasajeros –los militares y los dos periodistas a quienes se ha permitido acompañar el vuelo– son claramente conscientes de la fragilidad aerotransportada conforme se acerca la montaña y se cierran las nubes sobre los espesamente arbolados farallones.
Suena un disparo, como el de un fusil que hubiera sido detonado cerca y un olor de pólvora quemada permea por un momento la cabina. Uno de los 10 rockets que carga el MI-17 ha sido disparado a la espesura. Trato de ver si ha habido disparos desde la montaña, pero no se percibe ningún fogonazo. Momentos después se dispara un segundo rocket y luego el ametralladorista de proa dispara contra lo que, se me dirá luego, son conocidos apostaderos senderistas. No hay fuego de respuesta y a los pocos minutos el fuerte pero pesado helicóptero ruso deja el área y aterriza en el poblado de Canayre, el pueblo cercano a Vizcatán donde, en febrero de 1989, 39 personas fueron asesinadas por un contingente punitivo de Sendero. Ahora hay ahí una base militar y muchas cosas han cambiado en ese pueblo a la vera del Mantaro, cuyo tráfico fluvial y terrestre no se restringe ni mucho menos al café y el cacao sino incluye fuertemente al narcotráfico. Pero lo que queda en el pueblo es la pobreza, como en casi todo el resto del VRAE, ese valle de dos grandes ríos, dotado para la prosperidad por la naturaleza, pero que, río arriba y río abajo, tiene memorias de sangre y de tragedia, y presente de pobreza, contaminación y resurgente violencia.
Domingo 18. Local del Comité de Autodefensa (CAD-DECAS) distrital de Llochegua. En el edificio de cemento de dos pisos, resguardados por los miembros del CAD armados con escopetas y el ocasional Máuser venerable, se reúnen las víctimas sobrevivientes de... Ver más
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