domingo, 25 de mayo de 2008

La Leyenda para 25-05-08


Los trabajadores del CORAH, y la Policía que resguarda sus operativos, saben muy bien lo difícil que es erradicar cultivos de hoja de coca en Yanajanca (Cholón, provincia de Marañón, Huánuco). En abril del año pasado, uno de ellos murió luego de recibir un disparo de un francotirador que se encontraba camuflado en el monte. En la misma ocasión cinco policías fueron heridos de bala.

También
en Yanajanca, dos meses después, cuatro del CORAH resultaron heridos luego de la explosión de minas ocultas entre las plantaciones, los llamados ‘cazabobos’.

En esa zona, al final del año y después de mucho esfuerzo, se eliminaron 2 mil 500 hectáreas de hoja de coca, la cuarta parte de todas las hectáreas erradicadas en el Valle del Huallaga en el 2007, las que llegaron a 11 mil 056.

Pero actualmente, cuando han transcurrido apenas cuatro meses del 2008, los cocaleros de Yanajanca ya han resembrado 500 hectáreas.

¿La erradicación está sirviendo para reducir la superficie cocalera?
Aun cuando se logre alcanzar la meta de erradicación a fin de año, con tal nivel de resiembra no habrá certeza de que habrá menos hectáreas plantadas con coca que al principio.

Además, a qué costo. Menos de un año después de que culminara la erradicación en Yanajanca, el CORAH tendrá que regresar a esa zona y movilizar, otra vez, ingentes recursos: 200 trabajadores, resguardados por contingentes de 100 policías, y además, en el perímetro, equipos de la DIROES y el Ejército.

Cuando el CORAH llevó a cabo la erradicación allí, el hostigamiento de Sendero Luminoso fue permanente. De hecho, ahora no será diferente. La situación, incluso, puede agravarse aun más para los trabajadores del CORAH y las fuerzas de seguridad que los resguardan.

El CORAH planea ingresar próximamente a Aucayacu. En ninguna otra zona del Huallaga como en aquella se evidencia la presencia de ‘Artemio’, quien actúa como una suerte de juez de paz y mantiene una red de colaboradores en la mayoría de los caseríos del distrito.

Ciertamente, la resistencia que el CORAH encontró en Yanajanca quizá no signifique demasiado frente a la actitud abiertamente hostil que sufrirá en Aucayacu.

Sin embargo, ingresar a Aucayacu no será tan peligroso como entrar en el Monzón. El Monzón es literalmente territorio virgen de las labores de erradicación. De todas las zonas cocaleras del Valle del Huallaga, es la única en la que no se ha erradicado jamás, en los 25 años en los que el CORAH viene realizando esta tarea. Según estimaciones de las Naciones Unidas, el 2007 se cultivaban allí 11 mil 240 hectáreas de hoja de coca.

Para el jefe del CORAH, el general (r) Juan Zárate Gambini, la razón principal de no erradicar en el Monzón es que allí no crece nada más que hoja de coca debido a que los terrenos están degradados y en muy mal estado a causa, precisamente, del permanente cultivo de cocales.

¿Es la única razón?
Sí, pero existen otros factores. Dentro de la estrategia erradicatoria, la elección de las zonas a intervenir pasa por evaluar las condiciones de seguridad que existen.

En el caso del Monzón casi todos sus 20 mil habitantes se dedican al cultivo de hoja de coca. En el VRAE, pese a las 15 mil 813 hectáreas que existen, tampoco se ha erradicado y la economía depende de la coca. Es claro que los erradicadores que traten de ingresar se encontrarán con una férrea y violenta resistencia social. Y las autoridades no cuentan con el personal y los recursos suficientes para enfrentar una misión de estas proporciones.

Eso parece saberlo el general Zárate a la hora de planificar las operaciones de erradicación. Proveniente de la Guardia Civil, Zárate fue un oficial con una sobresaliente trayectoria y experiencia operativa. Durante el gobierno aprista dirigió el Escuadrón Cóndor, una unidad táctica de operaciones que asestó duros golpes a las organizaciones de narcotráfico de la época. De hecho, gran parte de esta experiencia ha sido llevada a los operativos del CORAH.

Pero, por más respeto que suscite su trabajo y dedicación, es inevitable no reconocer las fallas de la estrategia antidrogas basada prioritariamente en la erradicación. Atacar a la base social del narcotráfico, a los campesinos cocaleros, no solo es ineficaz sino contraproducente.

¿De quiénes estamos hablando?
Luego de un sinuoso y empedrado camino de dos horas se llega al centro poblado Cachicoto, la puerta de ingreso al Monzón. Aun cuando no ocupa un cargo público, quien gobierna allí es Eduardo Ticerán, mientras que en el Monzón lo hace Iburcio Morales, desde la Alcaldía del distrito.

Ticerán se ha convertido en sucesor de Morales al frente de la Cenacop, una de las dos organizaciones nacionales de cocaleros (la otra es la Conpaccp, cuyas figuras visibles son Nancy Obregón y Nelson Palomino). La Cenacop es considerado el más radical de ambos movimientos. (Ver cuadro de ambas organizaciones y sus federaciones agremiadas).

Aun cuando su consigna continúa siendo "coca o muerte", ahora Ticerán divide su tiempo entre... Ver más



Manuel Marulanda Vélez, ‘Tirofijo’ causó muerte y destrucción por 60 años, pero nunca logró su objetivo de tomarse el poder.

Pedro Antonio Marín falleció, según el Ministro de Defensa, tras 60 años de huirle a la muerte, de eludir balas y bombazos, de haber sido enterrado y resucitado una y otra vez, de haberse convertido, gracias a su astucia y la incapacidad de las Fuerzas Armadas, en el guerrillero más viejo del mundo. Y habría muerto, paradójicamente, como su abuelo, un combatiente de la Guerra de los Mil Días, de viejo y de muerte natural.

Como todo en su vida, hasta la fecha de nacimiento fue un misterio. Al periodista y escritor Arturo Alape, en el libro Tirofijo, le confesó: “Yo nací, no sé cuándo propiamente la fecha, el mes sí lo sé, en mayo de 1930. En ese mes, yo nací”. Sin embargo, su padre, Pedro Pablo Marín Quiceno, afirmó que nació el 12 de mayo de 1932 en Génova (Quindío).Su abuelo, Ángel Marín, como el resto de su familia, fue muy importante en sus primeros años. Era un antioqueño corpulento, simpático y amable, que le enseñó desde consignas de asalto hasta asestar un machetazo. Sus relatos le permitieron crear en su mente un imaginario negativo hacia el Partido Conservador y las estrategias de resistencia contra el agresor.

Tácticas que le ayudarían a encarar desde muy temprano la vida, que estaría signada por la violencia. No en vano, este buen estudiante de escuela, que sólo cursó hasta quinto de primaria por la pobreza de su familia, aprendió, a la par con los números y las letras, principios de esgrima y tiro al blanco, de la mano de sus tíos.

Apenas a los 13 años se fue de la casa a buscarse la vida, sin poder compartir mucho con su madre, Rosa Delia Marín, y sus hermanos, Rosa Helena, Jesús Antonio, Obdulia y Rosa María, que vivían en una finca de no más de 20 hectáreas cerca de Ceilán (Valle).Salió tras una suma de dinero que le permitiera tener su casa, su finca y sus animales. Lo intentó de distintas maneras: fue expendedor de carne, panadero, vendedor de dulces, constructor, tendero y comerciante. “Cosas así que le daban a uno para pasar el día y sobrevivir, pero digamos no para conseguir un patrimonio estable, aunque uno fuera un muchacho con ideas de ganador”, le dijo a Alape.

Su vida daría un dramático giro a partir del 9 de abril de 1948, cuando se encendió la chispa de la violencia que él, con sus crecientes guerrilleros, ayudó a esparcir por todo el país. “Alzarse en armas era la única manera de sobrevivir”, admitiría. Se convirtió en guerrillero liberal, más por herencia que por convicción. “Toda la familia de nosotros era liberal y los que iban naciendo, pues también eran liberales, porque mi papá, mi mamá, mis tíos y una interminable cadena de la cual nadie escapa, era liberal. Era como un nudo de pura tradición. Era como la señal de la cruz que siempre se lleva en la frente. La familia de nosotros era gaitanista”.

Cuando los ‘pájaros’ y los ‘chulavitas’ llegaron a Ceilán, la familia Marín fue uno de los blancos de sus acciones y fueron acusados de ‘nueveabrileños’. Pedro Antonio se refugió de la arremetida en la finca de uno de sus tíos. Allí pasó seis meses, hasta cuando regresó a Génova, donde se dio a la tarea de armar una guerrilla con familiares y amigos, con la que comenzaron a atacar a los conservadores de la región.

Porque después de los hechos de Ceilán, ‘Tirofijo’ concluyó: “Ya ahí sí me puse a pensar distinto. Esta situación está muy complicada, parece que todo cambió. Entonces hay que buscar una solución. ¿A quién recurrimos? ¿Dónde están las armas? ¿Cómo se consiguen? El cuerpo ya no resiste más humillaciones, si seguimos así, si nos quedamos así, nos van a matar”.

En su lucha contra los ‘godos’, se alió con Jacobo Prías Álape, alias ‘Charronegro’; Jesús María Oviedo, ‘Mariachi’, e Isauro Yosa, alias ‘Lister’. Ese encuentro cambió la historia de Marín y del país, pues empezó a acercarse a las ideas marxistas-leninistas y a recibir entrenamiento militar, apoyado por el Partido Comunista. Cuando las amnistías de la dictadura llegaron, había dejado de ser un guerrillero liberal y estaba en camino de ser un revolucionario.

En 1953, gracias a la buena puntería, uno de sus compañeros le dijo: “Este es un verdadero tiro fijo”. Y así se quedó. Dos años después, por la molestia del apodo que no era bien visto en la organización, y por sugerencia de varios de sus compañeros, adoptó el nombre de ‘Manuel Marulanda Vélez’, en honor a un líder sindical comunista asesinado en Bogotá, en enero de 1951. Pero Pedro Antonio Marín siempre sería ‘Tirofijo’.

Así nació el mito popular y la leyenda. “Todo el mundo aseguraba haberlo visto aquí y allá al mismo tiempo; surgían relatos de combates inverosímiles del hombre solo contra batallones enteros, se componían canciones sobre su vida y se especulaba de pactos con el diablo. Incluso la prensa llegó a dar cuenta de su entierro, con fotos y todo, en 1951”, dice el historiador Orlando Villanueva, en su libro Guerrilleros y bandidos.

En 1960, se alió con Ciro Trujillo, quien comandaba una columna guerrillera en Riochiquito (Cauca) y se fue al mando de la Columna Sur del Tolima. ‘Tirofijo’ fundó una zona de resistencia campesina, que el entonces congresista Álvaro Gómez llamaría “Repúblicas independientes”.

El 27 de mayo de 1964 comenzó la Operación Marquetalia del presidente Guillermo León Valencia una semana antes, cuando había ordenado al Ejército... Ver más

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