miércoles, 21 de mayo de 2008

Superpíldora contra el infarto

Fue presentada en el Congreso Internacional de Cardiología, que se lleva a cabo en Buenos Aires, aunque todavía no está en el mercado. Al ser más económica, dicen, favorecerá la lucha contra el crecimiento de los males cardíacos en los países en desarrollo.

Por Pedro Lipcovich

Se inventó una polipíldora polisémica y política, para prevenir nuevos infartos de miocardio en quienes ya sufrieron uno. La píldora, que reúne tres fármacos, es polisémica, es decir, tiene varios significados, porque, a diferencia de muchos otros compuestos, no responde a los intereses de las empresas farmacéuticas y, al revés, limita sus posibilidades de lucro. Al reunir varios medicamentos, facilita que los pacientes no abandonen el tratamiento. Y, por su bajo costo, contribuirá a enfrentar el mayor problema actual de la cardiología: qué hacer ante el crecimiento exponencial de los problemas del corazón en el mundo en desarrollo. Los principales cardiólogos del mundo, reunidos en Buenos Aires, pidieron que los organismos internacionales actúen ante la epidemia de enfermedades crónicas que la globalización ha traído a los países periféricos.

“Cuando una persona ya tuvo un infarto, debe tomar tres medicamentos: una estatina (contra el colesterol), un inhibidor de la ECA (para la presión arterial) y aspirina (contra la coagulación). Pero resulta que, un año después de sufrido el infarto, casi la mitad de los pacientes ha dejado de tomar los fármacos –contó el español Valentín Fuster, ex presidente de la Federación Mundial del Corazón y actual director del Instituto de Cardiología del Hospital Monte Sinaí, de Nueva York–: porque se sienten bien, porque es arduo tomar tantos remedios todos los días, porque no quieren ni acordarse del infarto que tuvieron. Una forma de mejorar la ‘adherencia’ al tratamiento es reunir los tres medicamentos en una polipíldora.”

Otra ventaja es que “distribuir internacionalmente un solo producto, compuesto por drogas genéricas, es mucho más barato que distribuir tres”, agregó Fuster.

El cardiólogo contó que “las empresas farmacéuticas no se entusiasmaron con este proyecto, ya que cada una defiende sus propios productos con patente. Finalmente, una compañía española aceptó esta filosofía”. Las tres drogas que componen el medicamento ya son ampliamente utilizadas: “Para que el medicamento sea aprobado en Europa y Estados Unidos, sólo faltan las pruebas clínicas que ratifiquen su eficacia tomadas en conjunto”, anunció Fuster, en el marco del Congreso Internacional de Cardiología que se efectúa en Buenos Aires.

Fuster recordó también que, entre los Objetivos del Milenio fijados por Naciones Unidas, “se destaca la lucha contra las enfermedades trasmisibles y no se nombran enfermedades crónicas como la diabetes y las cardiovasculares, que aumentan exponencialmente en los países en desarrollo. Desde hace varios años pedimos que la comunidad internacional dé a las enfermedades cardiovasculares la atención que necesitan, pero no se nos escuchaba. Hace un año, el economista Jeffrey Sachs (director del Instituto de la Tierra y un artífice de los Objetivos del Milenio) me invitó a trabajar con él para que la lucha global contra la pobreza incluya a las enfermedades crónicas cardiovasculares, renales, pulmonares y la diabetes”, contó Fuster.

“Empezaremos en Ruanda –anticipó–; el plan es aprovechar la infraestructura ya dispuesta para las enfermedades trasmisibles. Supongamos, alguien está con fiebre y va a un puesto de salud: además de tratarle la infección, se aprovechará para medirle la presión arterial, para pesarlo. A partir de estos datos, se comenzaría con acciones como el control de la hipertensión, el mejoramiento de las pautas de nutrición, la educación sanitaria. Lo primero es hacer factible este proyecto, sin restar recursos a la lucha contra las enfermedades trasmisibles.”

Fuster aprovechó para recordar los siete principales factores de riesgo cardíaco: “La alta presión arterial; la obesidad, medida por el perímetro abdominal; el colesterol, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo, la mala nutrición, por ejemplo el exceso de sodio, que internacionalmente es importante causa de hipertensión”.

El cardiólogo finlandés Pekka Puska –designado próximo presidente de la Federación Internacional de Cardiología– agregó que “esta semana, la Asamblea de la OMS discutirá cómo incluir las enfermedades crónicas entre los Objetivos del Milenio. A veces la gente piensa que la globalización trae el riesgo de que las enfermedades trasmisibles circulen con más facilidad, pero las trasmisibles siempre se globalizaron: el problema es que la globalización del estilo de vida occidental provoca un aumento explosivo de las enfermedades crónicas”.

*Imágen: El finlandés Pekka Puska y su par español Valentín Fuster, en el Congreso de Cardiología. Por: Guadalupe Lombardo

Tomado de:
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-104506.html

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