Publicado el Abril 1, 2009 por colombiadrogas
Oír hablar de Afganistán es como oír hablar de Colombia. Con motivo de la conferencia internacional sobre Afganistán presidida por las Naciones Unidas que se realizó el martes 31 de marzo en la ciudad de La Haya, se organizaron también diversos eventos informativos sobre ese país. En uno de esos tuve oportunidad de escuchar al embajador afgano en los Estados Unidos, Said T. Jawad. Escuchar al embajador presentando las cifras positivas alcanzadas por el Gobierno de Karzai en los últimos años -el alto número de niños y niñas en las escuelas, y otros indudables logros- fue como escuchar a los altos funcionarios del Gobierno de Uribe cuando salen del país a presentar las estadísticas que demuestran los avances en seguridad, a la espera de que Europa y EEUU sigan financiando al Gobierno colombiano.
Sin desconocer los avances de estos gobiernos en algunos sectores, llama la atención sin embargo su interés en minimizar los grandes problemas en que se encuentran sus países porque las políticas aplicadas por ellos no han sido efectivas. El embajador afgano mencionó, por supuesto, de pasada que ‘tenemos todavía problemas’ por eso estaban ahí reunidos con la comunidad internacional, pero que lo estaban haciendo bien y por eso necesitaban más ayuda. Lo mismo que dice el ministro de defensa colombiano en Washington. Y así como los altos funcionarios colombianos se enfurecen cuando alguien dice que el Plan Colombia ha sido un fracaso, el embajador afgano se refirió críticamente a los recientes comentarios de Richard Holbrooke, enviado de Obama para Afganistán y Pakistán, quien dijo literalmente que todos los esfuerzos de EEUU para erradicar la amapola de Afganistán habían sido un desperdicio. Lo dice ahora Holbrooke pero en el TNI lo venimos diciendo desde hace años.
Parece que los gobiernos de Karzai y Uribe sólo quieren hablar de las bellezas, y se disgustan cuando se menciona lo malo que pasa en sus países, prefiriendo ignorar que esto último representa mucho más. No se trata de llevar la contraria y de querer resaltar sólo lo negativo, sino de preguntarse: ¿son los datos positivos que ustedes ostentan suficientes para lograr sacar al país de la postración actual?
También, oír hablar de una nueva estrategia para Afganistán me hizo recordar todo lo que se dijo hace unos años en Colombia con la reorientación del Plan Colombia hacia un mayor acento social y menos militar. En el caso afgano, luego de que finalmente todos -es decir, Europa y Estados Unidos- parecen reconocer que el enfoque de la era Bush ha sido un fracaso para ganar las mentes y corazones de los afganos, la administración de Obama lanzó una ‘nueva’ propuesta. La nueva administración habla de ‘crear instituciones’ y de reducir el acento militar. No está, sin embargo, muy claro cómo va funcionar esta reducción de lo militar cuando al mismo tiempo Obama habla de enviar 17.000 nuevos soldados a Afganistán. Con lo cual, lo más probable es que en la práctica, siga sucediendo más o menos lo mismo, una combinación de militar y social, el viejo símbolo del garrote y la zanahoria. A veces un poco más de zanahoria, a veces un poco más de garrote. Igual que en Colombia.
Es especialmente en el tema de las drogas en lo que más se parecen estos dos países. Afganistán es el mayor productor y exportador ilegal de opio. Colombia es el mayor productor y exportador ilegal de cocaína. En ambos países, la producción y tráfico de estas sustancias está entretejida con la actividad de los grupos armados. Los 880 millones de dólares al año en antinarcóticos invertidos por EEUU en Afganistán, lo dijo Holbrooke, han sido un desperdicio. La erradicación ha sido ineficiente y el narcotráfico y su poder han aumentado. Con unos cuantos dólares menos el señor Holbrooke habría podido estar hablando de Colombia.
Está claro que hay un interés en cambiar el enfoque, más estímulo a la economía, creación de trabajo agrícola, programas de irrigación, infraestructura de carreteras para facilitar el acceso a los mercados, etc. Se ha dicho que la conferencia de La Haya ha marcado el comienzo de una nueva fase en la guerra en Afganistán en la que la ONU asume un rol destacado. Y, muy importante, por primera vez se ha hablado oficialmente de ‘reconciliación’ con los talibanes moderados.
Todo suena bien. Pero por el momento no son más que las frases bonitas cargadas de buenas intenciones que se dicen en conferencias y se ponen en el papel. Hay un gran optimismo, todo parece estar recomenzando en el mejor sentido. Pero habrá que esperar un poco a ver lo que la nueva estrategia del Gobierno de Obama significará en la práctica en los próximos años.
No está claro aún lo que será la política antinarcóticos dentro de esta nueva orientación, y por lo pronto, aunque se hable de estímulo a la economía, lo que más se nota es una tendencia continuista que persiste en copiar los errores cometidos en otros lugares del mundo. Hay quienes creen que se puede aplicar en Afganistán una especie de Plan Colombia para acabar de un solo golpe con el terrorismo y los narcóticos. Tal como, según la publicidad oficial, se habría logrado en Colombia. Esta gente no quiere ver que si bien el Plan Colombia finalmente sirvió para golpear a la insurgencia no ha servido para acabarla. Como tampoco ha servido para golpear el narcotráfico. ¿Es esto lo que se quiere en Afganistán? ¿Un aumento y desplazamiento de la producción de opio, tal como aumenta y se desplaza la coca y el narcotráfico en Colombia? Lograrán quizás mayor seguridad en las zonas urbanas, pero a costa de más violencia en las regiones apartadas.
En su discurso en La Haya, Hillary Clinton dijo que lo que ocurre en Afganistán afecta a todo el mundo, que un fracaso allí sería un retroceso para todos. Es mucho, pues, lo que está en juego.
Amira Armenta
Tomado de:
http://colombiadrogas.wordpress.com/2009/04/01/afganistan-y-colombia-paises-de-drogas-y-conflicto/
Oír hablar de Afganistán es como oír hablar de Colombia. Con motivo de la conferencia internacional sobre Afganistán presidida por las Naciones Unidas que se realizó el martes 31 de marzo en la ciudad de La Haya, se organizaron también diversos eventos informativos sobre ese país. En uno de esos tuve oportunidad de escuchar al embajador afgano en los Estados Unidos, Said T. Jawad. Escuchar al embajador presentando las cifras positivas alcanzadas por el Gobierno de Karzai en los últimos años -el alto número de niños y niñas en las escuelas, y otros indudables logros- fue como escuchar a los altos funcionarios del Gobierno de Uribe cuando salen del país a presentar las estadísticas que demuestran los avances en seguridad, a la espera de que Europa y EEUU sigan financiando al Gobierno colombiano.
Sin desconocer los avances de estos gobiernos en algunos sectores, llama la atención sin embargo su interés en minimizar los grandes problemas en que se encuentran sus países porque las políticas aplicadas por ellos no han sido efectivas. El embajador afgano mencionó, por supuesto, de pasada que ‘tenemos todavía problemas’ por eso estaban ahí reunidos con la comunidad internacional, pero que lo estaban haciendo bien y por eso necesitaban más ayuda. Lo mismo que dice el ministro de defensa colombiano en Washington. Y así como los altos funcionarios colombianos se enfurecen cuando alguien dice que el Plan Colombia ha sido un fracaso, el embajador afgano se refirió críticamente a los recientes comentarios de Richard Holbrooke, enviado de Obama para Afganistán y Pakistán, quien dijo literalmente que todos los esfuerzos de EEUU para erradicar la amapola de Afganistán habían sido un desperdicio. Lo dice ahora Holbrooke pero en el TNI lo venimos diciendo desde hace años.
Parece que los gobiernos de Karzai y Uribe sólo quieren hablar de las bellezas, y se disgustan cuando se menciona lo malo que pasa en sus países, prefiriendo ignorar que esto último representa mucho más. No se trata de llevar la contraria y de querer resaltar sólo lo negativo, sino de preguntarse: ¿son los datos positivos que ustedes ostentan suficientes para lograr sacar al país de la postración actual?
También, oír hablar de una nueva estrategia para Afganistán me hizo recordar todo lo que se dijo hace unos años en Colombia con la reorientación del Plan Colombia hacia un mayor acento social y menos militar. En el caso afgano, luego de que finalmente todos -es decir, Europa y Estados Unidos- parecen reconocer que el enfoque de la era Bush ha sido un fracaso para ganar las mentes y corazones de los afganos, la administración de Obama lanzó una ‘nueva’ propuesta. La nueva administración habla de ‘crear instituciones’ y de reducir el acento militar. No está, sin embargo, muy claro cómo va funcionar esta reducción de lo militar cuando al mismo tiempo Obama habla de enviar 17.000 nuevos soldados a Afganistán. Con lo cual, lo más probable es que en la práctica, siga sucediendo más o menos lo mismo, una combinación de militar y social, el viejo símbolo del garrote y la zanahoria. A veces un poco más de zanahoria, a veces un poco más de garrote. Igual que en Colombia.
Es especialmente en el tema de las drogas en lo que más se parecen estos dos países. Afganistán es el mayor productor y exportador ilegal de opio. Colombia es el mayor productor y exportador ilegal de cocaína. En ambos países, la producción y tráfico de estas sustancias está entretejida con la actividad de los grupos armados. Los 880 millones de dólares al año en antinarcóticos invertidos por EEUU en Afganistán, lo dijo Holbrooke, han sido un desperdicio. La erradicación ha sido ineficiente y el narcotráfico y su poder han aumentado. Con unos cuantos dólares menos el señor Holbrooke habría podido estar hablando de Colombia.
Está claro que hay un interés en cambiar el enfoque, más estímulo a la economía, creación de trabajo agrícola, programas de irrigación, infraestructura de carreteras para facilitar el acceso a los mercados, etc. Se ha dicho que la conferencia de La Haya ha marcado el comienzo de una nueva fase en la guerra en Afganistán en la que la ONU asume un rol destacado. Y, muy importante, por primera vez se ha hablado oficialmente de ‘reconciliación’ con los talibanes moderados.
Todo suena bien. Pero por el momento no son más que las frases bonitas cargadas de buenas intenciones que se dicen en conferencias y se ponen en el papel. Hay un gran optimismo, todo parece estar recomenzando en el mejor sentido. Pero habrá que esperar un poco a ver lo que la nueva estrategia del Gobierno de Obama significará en la práctica en los próximos años.
No está claro aún lo que será la política antinarcóticos dentro de esta nueva orientación, y por lo pronto, aunque se hable de estímulo a la economía, lo que más se nota es una tendencia continuista que persiste en copiar los errores cometidos en otros lugares del mundo. Hay quienes creen que se puede aplicar en Afganistán una especie de Plan Colombia para acabar de un solo golpe con el terrorismo y los narcóticos. Tal como, según la publicidad oficial, se habría logrado en Colombia. Esta gente no quiere ver que si bien el Plan Colombia finalmente sirvió para golpear a la insurgencia no ha servido para acabarla. Como tampoco ha servido para golpear el narcotráfico. ¿Es esto lo que se quiere en Afganistán? ¿Un aumento y desplazamiento de la producción de opio, tal como aumenta y se desplaza la coca y el narcotráfico en Colombia? Lograrán quizás mayor seguridad en las zonas urbanas, pero a costa de más violencia en las regiones apartadas.
En su discurso en La Haya, Hillary Clinton dijo que lo que ocurre en Afganistán afecta a todo el mundo, que un fracaso allí sería un retroceso para todos. Es mucho, pues, lo que está en juego.
Amira Armenta
Tomado de:
http://colombiadrogas.wordpress.com/2009/04/01/afganistan-y-colombia-paises-de-drogas-y-conflicto/
No hay comentarios:
Publicar un comentario