Entrevista. ADAM ISACSON
Por: Miguel Vivanco Corresponsal
WASHINGTON. Las noticias vinculadas con los cárteles mexicanos de la droga y las operaciones de narcotráfico en América Latina fluyen de manera asombrosa tanto en la prensa como en los predios del Capitolio. La reciente visita a México de la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, se convirtió en tema de debate debido a que la ex primera dama reconoció públicamente la corresponsabilidad de ambos países en el problema. El Comercio conversó con Adam Isacson, investigador asociado del Centro para Política Internacional-Washington D.C., pa- ra saber su opinión sobre el espinoso tema.
¿Cuál es su visión de la actual lucha antidrogas financiada por Washington?
En los últimos ocho años todo ha sido negativo. Hoy existe frustración por no haber concretado soluciones reales a los problemas derivados del narcotráfico. La política auspiciada por el presidente George W. Bush fue un verdadero fracaso, especialmente en América Latina.
¿Pero ahora existe un nuevo presidente en la Casa Blanca?
Es verdad que el presidente Barack Obama tiene una visión distinta del problema, pero no podemos ignorar el legado dejado por su antecesor. Basta con recordar que durante la administración pasada la promocionada guerra contra las drogas se inició con conceptos equivocados y divorciados de la realidad latina.
¿Podría ser un poco más explícito?
En un primer momento se pensó que invirtiendo en cultivos alternativos, alentando la erradicación forzada de hoja de coca e incrementando las labores de interdicción fluvial, marítima y aérea sería suficiente. Luego se apostó por la militarización del problema, pero ninguna de las acciones redujo el consumo en EE.UU. ni la producción de cocaína en la región andina.
¿Pero el problema no es únicamente de los países andinos?
Es verdad. La política errada de EE.UU. permitió el surgimiento de alianzas peligrosas entre los cárteles de la droga y el crimen organizado. Hoy varios países centroamericanos sirven de tránsito a los estupefacientes y México, por su extensa zona fronteriza, se convirtió en país estratégico para los narcotraficantes.
La realidad que usted describe es conocida. ¿Dónde radica lo nuevo o preocupante?
En el peligroso incremento de la violencia. El año pasado en México se registraron más de 6.000 muertos a causa de la violencia generada por el tráfico de estupefacientes. Los homicidios y secuestros, relacionados con este tráfico, han afectado también la zona fronteriza con EE.UU.
¿La recién aprobada Iniciativa Mérida no es una solución?
La Iniciativa Mérida es insuficiente. Los fondos destinados por el Congreso estadounidense ascienden a US$405 millones; sin embargo, a México le tocarán solo US$300 millones. Con ese dinero se puede hace muy poco.
¿Qué hay de la situación que se vive en países como Colombia, Perú y Bolivia?
Los problemas generados por el narcotráfico se han incrementado y ninguna de las iniciativas apoyadas por EE.UU. han tenido soluciones positivas. Ni el Plan Colombia ni los programas apoyados por Washington han logrado reducir la producción de narcóticos, ni mucho menos eliminar las plantaciones ilegales de coca.
¿Pero los programas de cultivos alternativos no sirvieron?
Es importante que se entienda que para reducir zonas cocaleras no basta con financiar programas, donar maquinaria u ofrecer mercados para colocar productos. Se necesitan reglas jurídicas claras, asistencia económica y técnica permanente, así como la presencia activa del Estado los 365 días del año.
¿Puede citar un ejemplo?
En el Perú varios proyectos relacionados con cultivos alternativos en zonas cocaleras fracasaron por falta de apoyo. Sin reglas claras es imposible que los agricultores no se sientan tentados a regresar a sembrar la planta de coca.
¿La suspensión del programa de vigilancia aérea en la selva peruana contribuyó a agudizar el problema?
En parte sí. Después del 11 de setiembre del 2001 muchos programas fueron relegados. Pero no solo se limitaron los vuelos en la Amazonía peruana, también sucedió lo mismo en distintas partes de la región.
¿Cuál sería su propuesta para solucionar el problema de la droga?
Antes de pensar en soluciones, es importante considerar opciones más realistas por parte de EE.UU. La primera sería aceptar que la guerra contra las drogas es un fracaso y que no hay interés en Washington para debatir el tema con real honestidad. Segundo, apostar por la desmilitarización del tema y evaluar la posibilidad de apoyar la legalización del consumo de drogas.
¿Y en tercer lugar?
En tercer lugar, los políticos estadounidenses deben reconocer que el problema del narcotráfico siempre se ha discutido de manera demagógica.
¿Usted considera que EE.UU. no hace los suficiente para eliminar el flagelo de la droga en el ámbito interno?
Yo siempre me pregunto por qué los políticos de Washington siempre exigen muchas cosas de los países andinos, pero se hace muy poco para combatir el lavado de activos sospechosos de estar vinculados con el narcotráfico. Hasta allí dejo la reflexión.
Tomado de:
http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/guerra-antidrogas-fracaso/20090407/269947
Por: Miguel Vivanco Corresponsal
WASHINGTON. Las noticias vinculadas con los cárteles mexicanos de la droga y las operaciones de narcotráfico en América Latina fluyen de manera asombrosa tanto en la prensa como en los predios del Capitolio. La reciente visita a México de la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, se convirtió en tema de debate debido a que la ex primera dama reconoció públicamente la corresponsabilidad de ambos países en el problema. El Comercio conversó con Adam Isacson, investigador asociado del Centro para Política Internacional-Washington D.C., pa- ra saber su opinión sobre el espinoso tema.
¿Cuál es su visión de la actual lucha antidrogas financiada por Washington?
En los últimos ocho años todo ha sido negativo. Hoy existe frustración por no haber concretado soluciones reales a los problemas derivados del narcotráfico. La política auspiciada por el presidente George W. Bush fue un verdadero fracaso, especialmente en América Latina.
¿Pero ahora existe un nuevo presidente en la Casa Blanca?
Es verdad que el presidente Barack Obama tiene una visión distinta del problema, pero no podemos ignorar el legado dejado por su antecesor. Basta con recordar que durante la administración pasada la promocionada guerra contra las drogas se inició con conceptos equivocados y divorciados de la realidad latina.
¿Podría ser un poco más explícito?
En un primer momento se pensó que invirtiendo en cultivos alternativos, alentando la erradicación forzada de hoja de coca e incrementando las labores de interdicción fluvial, marítima y aérea sería suficiente. Luego se apostó por la militarización del problema, pero ninguna de las acciones redujo el consumo en EE.UU. ni la producción de cocaína en la región andina.
¿Pero el problema no es únicamente de los países andinos?
Es verdad. La política errada de EE.UU. permitió el surgimiento de alianzas peligrosas entre los cárteles de la droga y el crimen organizado. Hoy varios países centroamericanos sirven de tránsito a los estupefacientes y México, por su extensa zona fronteriza, se convirtió en país estratégico para los narcotraficantes.
La realidad que usted describe es conocida. ¿Dónde radica lo nuevo o preocupante?
En el peligroso incremento de la violencia. El año pasado en México se registraron más de 6.000 muertos a causa de la violencia generada por el tráfico de estupefacientes. Los homicidios y secuestros, relacionados con este tráfico, han afectado también la zona fronteriza con EE.UU.
¿La recién aprobada Iniciativa Mérida no es una solución?
La Iniciativa Mérida es insuficiente. Los fondos destinados por el Congreso estadounidense ascienden a US$405 millones; sin embargo, a México le tocarán solo US$300 millones. Con ese dinero se puede hace muy poco.
¿Qué hay de la situación que se vive en países como Colombia, Perú y Bolivia?
Los problemas generados por el narcotráfico se han incrementado y ninguna de las iniciativas apoyadas por EE.UU. han tenido soluciones positivas. Ni el Plan Colombia ni los programas apoyados por Washington han logrado reducir la producción de narcóticos, ni mucho menos eliminar las plantaciones ilegales de coca.
¿Pero los programas de cultivos alternativos no sirvieron?
Es importante que se entienda que para reducir zonas cocaleras no basta con financiar programas, donar maquinaria u ofrecer mercados para colocar productos. Se necesitan reglas jurídicas claras, asistencia económica y técnica permanente, así como la presencia activa del Estado los 365 días del año.
¿Puede citar un ejemplo?
En el Perú varios proyectos relacionados con cultivos alternativos en zonas cocaleras fracasaron por falta de apoyo. Sin reglas claras es imposible que los agricultores no se sientan tentados a regresar a sembrar la planta de coca.
¿La suspensión del programa de vigilancia aérea en la selva peruana contribuyó a agudizar el problema?
En parte sí. Después del 11 de setiembre del 2001 muchos programas fueron relegados. Pero no solo se limitaron los vuelos en la Amazonía peruana, también sucedió lo mismo en distintas partes de la región.
¿Cuál sería su propuesta para solucionar el problema de la droga?
Antes de pensar en soluciones, es importante considerar opciones más realistas por parte de EE.UU. La primera sería aceptar que la guerra contra las drogas es un fracaso y que no hay interés en Washington para debatir el tema con real honestidad. Segundo, apostar por la desmilitarización del tema y evaluar la posibilidad de apoyar la legalización del consumo de drogas.
¿Y en tercer lugar?
En tercer lugar, los políticos estadounidenses deben reconocer que el problema del narcotráfico siempre se ha discutido de manera demagógica.
¿Usted considera que EE.UU. no hace los suficiente para eliminar el flagelo de la droga en el ámbito interno?
Yo siempre me pregunto por qué los políticos de Washington siempre exigen muchas cosas de los países andinos, pero se hace muy poco para combatir el lavado de activos sospechosos de estar vinculados con el narcotráfico. Hasta allí dejo la reflexión.
Tomado de:
http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/guerra-antidrogas-fracaso/20090407/269947
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