Las voces proteccionistas vuelven a sonar con fuerza, la primera gran prueba para la economía globalizada.
por Antonieta Cadiz
Camiones, fuera: Los vehículos mexicanos ya no son bienvenidos. Foto: AP
Carla Hills parecía molesta, no sólo por la seriedad con que hablaba frente a la comunidad académica y política en el centro de estudios Diálogo Interamericano, sino también por su tono, que subía con firmeza cada vez que se asomaba la palabra proteccionismo. Hills tiene razones para enojarse, después de todo el trabajo que le significó ser la primera negociadora del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), un acuerdo que hoy está inmerso en polémicas, problemas de coordinación, riñas fronterizas e incluso amenazas de revisión.
"Necesitamos evadir el proteccionismo, no podemos cerrar los mercados. Desde noviembre, 14 de las 20 naciones que participaron en la reunión del G20 levantaron barreras proteccionistas", decía Hills. Desde fines del año pasado, Ecuador aumentó los aranceles en 940 productos; Argentina impuso requisitos de licencias en artículos como piezas de automóviles, textiles y cuero; Gran Bretaña, por su parte, garantizará US$ 3.290 millones de préstamos a la industria automovilística.
Mientras, Estados Unidos ha dado señales incluso mayores, como el reciente término del programa piloto que liberaba la entrada de camiones de México para cubrir trayectos largos en el país. Además, en febrero de este año Washington promulgó su paquete de estímulo de US$ 787.000 millones que contenía una cláusula tipo "Buy American" o "Compre Americano" que obliga a las empresas a utilizar acero y hierro estadounidenses en los programas de reactivación; ambas medidas fueron tomadas en el Capitolio.
¿Dónde quedaron los vehementes discursos del G20 en la capital de Estados Unidos que llamaban a rechazar el proteccionismo y defender el libre mercado? Quién sabe, pero es un hecho que la retórica y la práctica se diferencian hoy más que nunca.
"Dado el clima global, el proteccionismo en la región y alrededor del mundo será un desafío político permanente para los países desarrollados y en vías de desarrollo. Si la crisis continúa durante 2010 y más -lo que puede ocurrir- el comercio será un tema candente y los líderes políticos deberán proyectar una imagen dura que proteja a los trabajadores nacionales", explica Riordan Roett, director del programa de estudios latinoamericanos de la universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, existen ç países en América Latina que parecen alejarse de este modelo, debido a la extensa conexión comercial establecida con EE.UU. y el resto del mundo. Es el caso de Canadá. Su ministro de Estado para las Américas, Peter Kent, no vaciló en asegurar que su país "es vulnerable en la crisis actual".
"Estados Unidos es nuestro mayor socio comercial y nos preocupamos mucho cuando escuchamos sonidos de proteccionismo saliendo del Congreso. Hemos hablado muy directamente y dijimos que eso es inaceptable. Cuando el primer ministro Harper recibió al Presidente Obama éste fue uno de los temas de alto nivel que discutieron. El proteccionismo no hará más que profundizar la crisis económica que enfrentamos hoy", asegura.
Otro ejemplo es Brasil. Durante su visita a Washington, el presidente Lula llegó hablando de la eliminación de los aranceles "absurdos" en las importaciones brasileñas de etanol, especificando que su país "no quiere luchar con productores de maíz", sino formar una alianza estratégica para elaborar biocombustibles."El proteccionismo es una droga que ofrece un respiro temporal, pero que genera crisis importantes", dijo el mandatario brasileño, una tentación difícil de eludir en un país acostumbrado a mensajes directos como "Let's Protect American Jobs" (protejamos el trabajo de los estadounidenses), promovido por grandes organizaciones sindicales y activistas.
A puerta cerrada
Durante los ocho años que el presidente George W. Bush estuvo en el poder, John Sweeney, presidente de la organización sindical más poderosa de Estados Unidos (AFL-CIO por sus siglas en inglés), visitó la Casa Blanca sólo una vez. Sin embargo, desde la inauguración de la presidencia de Barack Obama, está en la lista de visitas una vez a la semana.
La influencia y larga relación de los demócratas con los sindicatos son ampliamente conocidas. Durante la última campaña presidencial la AFL-CIO destinó US$ 53 millones en publicidad y otras actividades, para derrotar al republicano John McCain. Esto además de la movilización de sus cerca de 10 millones de miembros como voluntarios de diversas iniciativas para ayudar a la campaña demócrata.
Por otra parte, el partido Demócrata es conocido por su férrea defensa de los derechos laborales, tendencia que quedó demostrada apenas la coalición liderada por Nancy Pelosi ganó la mayoría en el Capitolio y detuvo la ratificación de los tratados de libre comercio con Panamá y Colombia.
"Es interesante que muchos personeros a favor del libre comercio crean que la administración Obama se comportará como la administración Clinton en esta área", dice Ted Carpenter, vicepresidente de defensa y política exterior del Instituto Cato. "El sentimiento proteccionista ha crecido sustantivamente. Además, el mismo Bill Clinton demostró mucho coraje al resistir propuestas de proteccionismo en su partido".
"Obama es un débil defensor del libre comercio y no está dispuesto a gastar su capital político en estas medidas", agrega Carpenter. Varios analistas comparten esta visión y miran con escepticismo medidas que puedan favorecer la apertura de mercados, como la resurrección de la Ronda de Doha; una discusión que se ha levantado como una posible salida para superar la crisis.
"Todo el mundo habla de Doha, pero ¿es éste el mejor momento para sacarla a flote? ¿Estados Unidos va a terminar los subsidios a la agricultura en medio de una fuerte crisis económica? No, es completamente irrealista", asegura Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas.
"Tuvimos una oportunidad en Cancún en 2005. Estábamos cerca de un acuerdo y todo se arruinó. Ése era el momento adecuado, ahora es muy tarde. ¿Quién en el Capitolio va a votar para abrir el mercado a productos extranjeros, si al mismo tiempo la gente está perdiendo sus trabajos?", agrega.
Otra de las opciones que se ha discutido en Washington como un esfuerzo multilateral para salir de la crisis -sin estar entre la espada y la pared del libre comercio- es expandir los recursos y programas del Fondo Monetario Internacional y otros bancos de desarrollo (BID, Banco Mundial, etc.), como lo sugiere el último reporte del centro de estudios Diálogo Interamericano.
"Estas instituciones necesitan hacer mucho más para proveer financiamiento, junto a liderazgo analítico y político. Sus esfuerzos deben ser más innovadores que nunca. Mientras las economías sufren, se requerirá de un gran esfuerzo de Estados Unidos y las naciones más ricas del mundo para asegurarse de que estas instituciones tengan el dinero y la flexibilidad operacional que necesitan", dice el reporte.
Un consejo que, al parecer, será difícil de seguir para Washington, sobre todo cuando el Congreso está cuestionando el manejo administrativo de instituciones como el BID -que registró pérdidas de unos US$ 2.000 millones en 2008- por cuestionarse la viabilidad y conveniencia de una ampliación sustantiva en la cartera de crédito de este organismo, según fuentes cercanas al banco.
Lo concreto, sin embargo, y un punto donde todas las opiniones de analistas y expertos en la región confluyen, es que si las medidas proteccionistas continúan, la crisis económica no tardará en agudizarse en América Latina y el mundo, mientras las relaciones políticas se vuelven cada vez más complejas. Un escenario que pone a prueba el mundo "global" e "interconectado" que se levantó con orgullo a principios de los 90 y que ahora mostrará quizás cuáles son sus límites.
Tomado de:
http://www.americaeconomia.com/Note.aspx?Note=253578
por Antonieta Cadiz
Camiones, fuera: Los vehículos mexicanos ya no son bienvenidos. Foto: AP
Carla Hills parecía molesta, no sólo por la seriedad con que hablaba frente a la comunidad académica y política en el centro de estudios Diálogo Interamericano, sino también por su tono, que subía con firmeza cada vez que se asomaba la palabra proteccionismo. Hills tiene razones para enojarse, después de todo el trabajo que le significó ser la primera negociadora del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), un acuerdo que hoy está inmerso en polémicas, problemas de coordinación, riñas fronterizas e incluso amenazas de revisión.
"Necesitamos evadir el proteccionismo, no podemos cerrar los mercados. Desde noviembre, 14 de las 20 naciones que participaron en la reunión del G20 levantaron barreras proteccionistas", decía Hills. Desde fines del año pasado, Ecuador aumentó los aranceles en 940 productos; Argentina impuso requisitos de licencias en artículos como piezas de automóviles, textiles y cuero; Gran Bretaña, por su parte, garantizará US$ 3.290 millones de préstamos a la industria automovilística.
Mientras, Estados Unidos ha dado señales incluso mayores, como el reciente término del programa piloto que liberaba la entrada de camiones de México para cubrir trayectos largos en el país. Además, en febrero de este año Washington promulgó su paquete de estímulo de US$ 787.000 millones que contenía una cláusula tipo "Buy American" o "Compre Americano" que obliga a las empresas a utilizar acero y hierro estadounidenses en los programas de reactivación; ambas medidas fueron tomadas en el Capitolio.
¿Dónde quedaron los vehementes discursos del G20 en la capital de Estados Unidos que llamaban a rechazar el proteccionismo y defender el libre mercado? Quién sabe, pero es un hecho que la retórica y la práctica se diferencian hoy más que nunca.
"Dado el clima global, el proteccionismo en la región y alrededor del mundo será un desafío político permanente para los países desarrollados y en vías de desarrollo. Si la crisis continúa durante 2010 y más -lo que puede ocurrir- el comercio será un tema candente y los líderes políticos deberán proyectar una imagen dura que proteja a los trabajadores nacionales", explica Riordan Roett, director del programa de estudios latinoamericanos de la universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, existen ç países en América Latina que parecen alejarse de este modelo, debido a la extensa conexión comercial establecida con EE.UU. y el resto del mundo. Es el caso de Canadá. Su ministro de Estado para las Américas, Peter Kent, no vaciló en asegurar que su país "es vulnerable en la crisis actual".
"Estados Unidos es nuestro mayor socio comercial y nos preocupamos mucho cuando escuchamos sonidos de proteccionismo saliendo del Congreso. Hemos hablado muy directamente y dijimos que eso es inaceptable. Cuando el primer ministro Harper recibió al Presidente Obama éste fue uno de los temas de alto nivel que discutieron. El proteccionismo no hará más que profundizar la crisis económica que enfrentamos hoy", asegura.
Otro ejemplo es Brasil. Durante su visita a Washington, el presidente Lula llegó hablando de la eliminación de los aranceles "absurdos" en las importaciones brasileñas de etanol, especificando que su país "no quiere luchar con productores de maíz", sino formar una alianza estratégica para elaborar biocombustibles."El proteccionismo es una droga que ofrece un respiro temporal, pero que genera crisis importantes", dijo el mandatario brasileño, una tentación difícil de eludir en un país acostumbrado a mensajes directos como "Let's Protect American Jobs" (protejamos el trabajo de los estadounidenses), promovido por grandes organizaciones sindicales y activistas.
A puerta cerrada
Durante los ocho años que el presidente George W. Bush estuvo en el poder, John Sweeney, presidente de la organización sindical más poderosa de Estados Unidos (AFL-CIO por sus siglas en inglés), visitó la Casa Blanca sólo una vez. Sin embargo, desde la inauguración de la presidencia de Barack Obama, está en la lista de visitas una vez a la semana.
La influencia y larga relación de los demócratas con los sindicatos son ampliamente conocidas. Durante la última campaña presidencial la AFL-CIO destinó US$ 53 millones en publicidad y otras actividades, para derrotar al republicano John McCain. Esto además de la movilización de sus cerca de 10 millones de miembros como voluntarios de diversas iniciativas para ayudar a la campaña demócrata.
Por otra parte, el partido Demócrata es conocido por su férrea defensa de los derechos laborales, tendencia que quedó demostrada apenas la coalición liderada por Nancy Pelosi ganó la mayoría en el Capitolio y detuvo la ratificación de los tratados de libre comercio con Panamá y Colombia.
"Es interesante que muchos personeros a favor del libre comercio crean que la administración Obama se comportará como la administración Clinton en esta área", dice Ted Carpenter, vicepresidente de defensa y política exterior del Instituto Cato. "El sentimiento proteccionista ha crecido sustantivamente. Además, el mismo Bill Clinton demostró mucho coraje al resistir propuestas de proteccionismo en su partido".
"Obama es un débil defensor del libre comercio y no está dispuesto a gastar su capital político en estas medidas", agrega Carpenter. Varios analistas comparten esta visión y miran con escepticismo medidas que puedan favorecer la apertura de mercados, como la resurrección de la Ronda de Doha; una discusión que se ha levantado como una posible salida para superar la crisis.
"Todo el mundo habla de Doha, pero ¿es éste el mejor momento para sacarla a flote? ¿Estados Unidos va a terminar los subsidios a la agricultura en medio de una fuerte crisis económica? No, es completamente irrealista", asegura Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas.
"Tuvimos una oportunidad en Cancún en 2005. Estábamos cerca de un acuerdo y todo se arruinó. Ése era el momento adecuado, ahora es muy tarde. ¿Quién en el Capitolio va a votar para abrir el mercado a productos extranjeros, si al mismo tiempo la gente está perdiendo sus trabajos?", agrega.
Otra de las opciones que se ha discutido en Washington como un esfuerzo multilateral para salir de la crisis -sin estar entre la espada y la pared del libre comercio- es expandir los recursos y programas del Fondo Monetario Internacional y otros bancos de desarrollo (BID, Banco Mundial, etc.), como lo sugiere el último reporte del centro de estudios Diálogo Interamericano.
"Estas instituciones necesitan hacer mucho más para proveer financiamiento, junto a liderazgo analítico y político. Sus esfuerzos deben ser más innovadores que nunca. Mientras las economías sufren, se requerirá de un gran esfuerzo de Estados Unidos y las naciones más ricas del mundo para asegurarse de que estas instituciones tengan el dinero y la flexibilidad operacional que necesitan", dice el reporte.
Un consejo que, al parecer, será difícil de seguir para Washington, sobre todo cuando el Congreso está cuestionando el manejo administrativo de instituciones como el BID -que registró pérdidas de unos US$ 2.000 millones en 2008- por cuestionarse la viabilidad y conveniencia de una ampliación sustantiva en la cartera de crédito de este organismo, según fuentes cercanas al banco.
Lo concreto, sin embargo, y un punto donde todas las opiniones de analistas y expertos en la región confluyen, es que si las medidas proteccionistas continúan, la crisis económica no tardará en agudizarse en América Latina y el mundo, mientras las relaciones políticas se vuelven cada vez más complejas. Un escenario que pone a prueba el mundo "global" e "interconectado" que se levantó con orgullo a principios de los 90 y que ahora mostrará quizás cuáles son sus límites.
Tomado de:
http://www.americaeconomia.com/Note.aspx?Note=253578
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