AUTORIDADES REVELAN que aquí se fabrican fusiles y que en la calle se consiguen granadas hechizas y originales por 50.000 pesos.
José Guarnizo Álvarez – Medellín
Una pistola Browning 9 milímetros aparece en manos de un hombre en Medellín, el 27 de julio pasado. El arma, que no habrá caído del cielo, podría pasar desapercibida a los ojos de cualquier investigador, si no fuera porque en uno de sus costados lleva grabada la insignia del Ejército de Venezuela. En el cañón, aparece el escudo laureado de las fuerzas de ese país.
Días después, el 23 de agosto, el Departamento de Policía Antioquia detiene a dos sujetos que transportan un arsenal de 200 granadas de mortero, en el municipio de Itagüí, que al parecer tienen como destino el frente 34 de las Farc.
El operativo hasta ahí es rutinario. Sin embargo, al llegar al lugar, los expertos en balística quedan pasmados tras hallar, dentro de lo incautado, lo que se conoce como una extraña joya de la industria militar.
Se trata de las granadas de 60 milímetros, de fabricación belga, nunca antes vistas en el país. "El Ejército Nacional no las utiliza. De hecho nadie las conocía", dice un hombre allegado al caso.
La pregunta es obvia. ¿Cómo terminan esos artefactos, de mano en mano, circulando por las calles de Medellín? Al margen de los seguimientos que hacen las autoridades, averiguar por armas en la ciudad puede resultar peligroso, pero no imposible. La conclusión a la que llega un sobreviviente de las guerras en las Comunas, es que un revólver Smith&Wesson, de seis tiros, largo o corto, se consigue por 300.000 o 400.000 pesos. "Desde siempre, se han vendido o alquilado armas, bien sea por horas o por días. Dígame el arma que necesite, y esa gente la consigue", dice.
Dentro de ese negocio, dice un experto en balística, son muy comunes, por la facilidad de adquirir cartuchos, las pistolas italianas PietroBeretta, que arrancan su valor en los 1'600.000 pesos, y terminan en los 2'000.000.
Según información que ha llegado a la Fiscalía, en el mercado negro compran granadas a sólo 50.000 pesos. Una paradoja si se tiene en cuenta que Indumil las factura (no quiere decir que las venda), por un precio cercano a los 67.000.
Un kilo de Indugel, un componente de la guerra muy apetecido por las Farc, se compra a 6.750 pesos. "Aunque es un material de uso privativo de las Fuerzas Militares y que se vende de forma controlada a algunas empresas civiles, terminan en manos de delincuentes", dice un curtido explosivista.
Los fusiles criollos
Lo mismo ocurre con el anfo, aquel poderoso explosivo a base de amonio y nitrato, al cual sólo tienen acceso, si acaso, las empresas mineras. Afuera, un kilo no sobrepasa los 3.000 pesos. Una cifra ridícula, comparada con su capacidad destructiva. "La industria militar tiene 12 plantas de producción en el país. Cada una de ellas elabora el producto con un color diferente, por lo que no es difícil detectar de dónde fue extraída o robada", agrega la fuente.
Mucho de lo que se dice entre líneas es que debe haber aquiescencia de quienes tienen en custodia el material, con aquellos que lo trafican tan olímpicamente. "Pero lastimosamente esto es una mafia y controlarlo es muy verraco", dice el hombre.
Sólo al Laboratorio de Criminalística del CTI llegan por incautación de 100 a 150 armas cada mes. Los hombres de los departamentos de Policía Antioquia y Metropolitana de Medellín, este año, le han arrebatado a la delincuencia 3.459 armas, entre revólveres, fusiles, trabucos, pistolas y un largo etcétera (ver entrevista con el general Óscar Naranjo, página 7A).
La gran dificultad para rastrear la procedencia de dichos elementos estriba en que los traficantes borran el número serial, que a veces no puede ser recuperado.
Hace unos meses llegaron dos fusiles de fabricación criolla. "Algo bastante particular. Ojo, no se conocen si no hasta ahora dos de ellos. Pueden ser los prototipos o pueden ser de un lote. Se asemeja al Galil y al AR15. No tenían leyendas, no tenían inscripciones. Se presume que hay más", dice un investigador.
Por trabajos de la agencia ATF (Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos), en coordinación con la embajada de Estados Unidos, se han hecho seguimientos más rigurosos a otras armas. Uno de los últimos casos tiene que ver con unas llamativas pistolas que este año han estado apareciendo en Caucasia.
Se trata de las 'HS-2.000', que ingresaron hace varios años a Colombia por la frontera con Venezuela. "Las compró ese Gobierno y las guardó en una bodega, que fue asaltada, al parecer, por la guerrilla. Se robaron alrededor de 460 unidades. Lo curioso es que los guerrilleros fueron interceptados por un comando de las Auc y las pistolas nunca volvieron a aparecer", asegura una fuente judicial. Tampoco se supo de ellas tras el proceso de desmovilización, en el año 2005.
Pese a que la delincuencia nunca se detiene, no es común que a Medellín ingresen armas de elevado nivel de sofisticación, dicen los expertos. El pasado 16 de mayo, la Policía Metropolitana confirmó la llegada a la ciudad de 60 pistolas 'Fiveseven', una de las cuales le fue encontrada a Leonardo Muñoz, alias 'Douglas', presunto jefe de la 'Oficina'. Otro de los prototipos le fue incautada a Miguel Ángel Mejía Múnera, alias el 'Mellizo', el día que por poco muere asfixiado en el compartimento de una tractomula en el Tolima.
"Afortunadamente lo que se sabe, es que esas armas no son tan modernas como se piensa ni tan caras como se dijo". En eso coinciden tanto expertos de la Sijín, como del CTI de la Fiscalía. "La casa Browning, comenzó a fabricarla hace 15 o 20 años, imagínese, y nosotros hablando de eso como si fuera el último grito de la moda. Hay que reconocer que aquí no son comunes", dice uno de los agentes. El arma del 'Mellizo' llegó a la seccional del CTI en el Tolima, allá le sacaron los patrones y fueron enviados a Medellín. Los cartuchos, dice el balístico, son de una potencia importante. "Son pequeños, pero pueden penetrar un chaleco antibalas", agrega. En E.U. puede costar unos 800 dólares.
Tomado de:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/A/armas_apuntan_a_medellin/armas_apuntan_a_medellin.asp?CodSeccion=9
José Guarnizo Álvarez – Medellín
Una pistola Browning 9 milímetros aparece en manos de un hombre en Medellín, el 27 de julio pasado. El arma, que no habrá caído del cielo, podría pasar desapercibida a los ojos de cualquier investigador, si no fuera porque en uno de sus costados lleva grabada la insignia del Ejército de Venezuela. En el cañón, aparece el escudo laureado de las fuerzas de ese país.
Días después, el 23 de agosto, el Departamento de Policía Antioquia detiene a dos sujetos que transportan un arsenal de 200 granadas de mortero, en el municipio de Itagüí, que al parecer tienen como destino el frente 34 de las Farc.
El operativo hasta ahí es rutinario. Sin embargo, al llegar al lugar, los expertos en balística quedan pasmados tras hallar, dentro de lo incautado, lo que se conoce como una extraña joya de la industria militar.
Se trata de las granadas de 60 milímetros, de fabricación belga, nunca antes vistas en el país. "El Ejército Nacional no las utiliza. De hecho nadie las conocía", dice un hombre allegado al caso.
La pregunta es obvia. ¿Cómo terminan esos artefactos, de mano en mano, circulando por las calles de Medellín? Al margen de los seguimientos que hacen las autoridades, averiguar por armas en la ciudad puede resultar peligroso, pero no imposible. La conclusión a la que llega un sobreviviente de las guerras en las Comunas, es que un revólver Smith&Wesson, de seis tiros, largo o corto, se consigue por 300.000 o 400.000 pesos. "Desde siempre, se han vendido o alquilado armas, bien sea por horas o por días. Dígame el arma que necesite, y esa gente la consigue", dice.
Dentro de ese negocio, dice un experto en balística, son muy comunes, por la facilidad de adquirir cartuchos, las pistolas italianas PietroBeretta, que arrancan su valor en los 1'600.000 pesos, y terminan en los 2'000.000.
Según información que ha llegado a la Fiscalía, en el mercado negro compran granadas a sólo 50.000 pesos. Una paradoja si se tiene en cuenta que Indumil las factura (no quiere decir que las venda), por un precio cercano a los 67.000.
Un kilo de Indugel, un componente de la guerra muy apetecido por las Farc, se compra a 6.750 pesos. "Aunque es un material de uso privativo de las Fuerzas Militares y que se vende de forma controlada a algunas empresas civiles, terminan en manos de delincuentes", dice un curtido explosivista.
Los fusiles criollos
Lo mismo ocurre con el anfo, aquel poderoso explosivo a base de amonio y nitrato, al cual sólo tienen acceso, si acaso, las empresas mineras. Afuera, un kilo no sobrepasa los 3.000 pesos. Una cifra ridícula, comparada con su capacidad destructiva. "La industria militar tiene 12 plantas de producción en el país. Cada una de ellas elabora el producto con un color diferente, por lo que no es difícil detectar de dónde fue extraída o robada", agrega la fuente.
Mucho de lo que se dice entre líneas es que debe haber aquiescencia de quienes tienen en custodia el material, con aquellos que lo trafican tan olímpicamente. "Pero lastimosamente esto es una mafia y controlarlo es muy verraco", dice el hombre.
Sólo al Laboratorio de Criminalística del CTI llegan por incautación de 100 a 150 armas cada mes. Los hombres de los departamentos de Policía Antioquia y Metropolitana de Medellín, este año, le han arrebatado a la delincuencia 3.459 armas, entre revólveres, fusiles, trabucos, pistolas y un largo etcétera (ver entrevista con el general Óscar Naranjo, página 7A).
La gran dificultad para rastrear la procedencia de dichos elementos estriba en que los traficantes borran el número serial, que a veces no puede ser recuperado.
Hace unos meses llegaron dos fusiles de fabricación criolla. "Algo bastante particular. Ojo, no se conocen si no hasta ahora dos de ellos. Pueden ser los prototipos o pueden ser de un lote. Se asemeja al Galil y al AR15. No tenían leyendas, no tenían inscripciones. Se presume que hay más", dice un investigador.
Por trabajos de la agencia ATF (Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos), en coordinación con la embajada de Estados Unidos, se han hecho seguimientos más rigurosos a otras armas. Uno de los últimos casos tiene que ver con unas llamativas pistolas que este año han estado apareciendo en Caucasia.
Se trata de las 'HS-2.000', que ingresaron hace varios años a Colombia por la frontera con Venezuela. "Las compró ese Gobierno y las guardó en una bodega, que fue asaltada, al parecer, por la guerrilla. Se robaron alrededor de 460 unidades. Lo curioso es que los guerrilleros fueron interceptados por un comando de las Auc y las pistolas nunca volvieron a aparecer", asegura una fuente judicial. Tampoco se supo de ellas tras el proceso de desmovilización, en el año 2005.
Pese a que la delincuencia nunca se detiene, no es común que a Medellín ingresen armas de elevado nivel de sofisticación, dicen los expertos. El pasado 16 de mayo, la Policía Metropolitana confirmó la llegada a la ciudad de 60 pistolas 'Fiveseven', una de las cuales le fue encontrada a Leonardo Muñoz, alias 'Douglas', presunto jefe de la 'Oficina'. Otro de los prototipos le fue incautada a Miguel Ángel Mejía Múnera, alias el 'Mellizo', el día que por poco muere asfixiado en el compartimento de una tractomula en el Tolima.
"Afortunadamente lo que se sabe, es que esas armas no son tan modernas como se piensa ni tan caras como se dijo". En eso coinciden tanto expertos de la Sijín, como del CTI de la Fiscalía. "La casa Browning, comenzó a fabricarla hace 15 o 20 años, imagínese, y nosotros hablando de eso como si fuera el último grito de la moda. Hay que reconocer que aquí no son comunes", dice uno de los agentes. El arma del 'Mellizo' llegó a la seccional del CTI en el Tolima, allá le sacaron los patrones y fueron enviados a Medellín. Los cartuchos, dice el balístico, son de una potencia importante. "Son pequeños, pero pueden penetrar un chaleco antibalas", agrega. En E.U. puede costar unos 800 dólares.
Tomado de:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/A/armas_apuntan_a_medellin/armas_apuntan_a_medellin.asp?CodSeccion=9
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