martes, 29 de septiembre de 2009

Narcotráfico y estrategias fallidas: Morir por la coca en el Alto Huallaga

La coca por su connotación económica, política y social, al ser la materia prima para la cocaína, ha sido y será un factor de violencia. Lo triste es que en la estrategia fallida contra las drogas se tengan que enfrentar a muerte integrantes de una misma sociedad con evidencias de gran corrupción que sostiene al narcotráfico. Foto Internet.

En 45 años de lucha por la defensa del cultivo de la hoja de coca en el Alto Huallaga (1964-2009), con jornadas memorables para los intereses de los campesinos, han fallecido varios productores, algunos como dirigentes de sus organizaciones que desde 1930 no solo defienden la coca, sino cultivos tradicionales como el maíz, plátano, arroz, café y cacao.

En 1968, José Pratto Ratto, Luis Rubiños y Gabino de la Cruz fallecieron al caer el avión donde retornaban desde Lima luego de haber realizado gestiones para la modificación del DS 054-64 que prohibía nuevas áreas de cultivos de coca y concentraba la producción de hojas de coca a las zonas tradicionales, entre las que no se encontraba el Huallaga.

En 1983, Enrique Bruckman Falcón dirigente cocalero, maderero y alcalde de Aucayacu, distrito de José Crespo Castillo, salvó de morir y tuvo que huir luego de un alevoso atentado contra sus propiedades y su vida por presuntos elementos de Sendero Luminoso.

En 1984, Tito Jaime Fernández y Víctor Piñan Verde dirigentes cocaleros fueron acribillados a balazos. El primero en la ciudad de Tingo María junto a sus familiares por un sujeto desconocido, sobre la autoría del crimen hubo especulaciones pero nunca se llegó a determinar a los autores intelectuales o materiales del hecho que privó a la provincia de Leoncio Prado de un líder social y autoridad edil humanitaria. El segundo fue muerto por Sendero Luminoso en la víspera de la fiesta patronal de la Virgen de las Mercedes en la localidad de Pumahuasi.

En 1988, Guillermo Gonzáles Pajares ex dirigente de los cocaleros del Valle del Monzón, fue asesinado por Sendero luminoso, en venganza por su actitud rebelde frente al grupo subversivo como militante aprista, se conoce que no obstante haber sido amenazado en reiteradas veces, todos los domingos izaba la bandera nacional en el mástil del parque del caserío Palo Acero donde vivía y se mostraba contrario a la utilización bajo presión de los cocaleros en acciones subversivas.

Evacuando herido del Corah, la sangre de cocaleros y erradicadores ha sido derramada en enfrentamientos desiguales. Los del Corah cumplen una labor y los cocaleros defienden sus cultivos. Foto Grupo Prensa Verde (archivo).

En 2009, Diodora Espinoza Vara dirigente de una de las dos organizaciones de cocaleros, fue asesinada en Aucayacu por Sendero Luminoso, acusada de presunta traición en la modalidad de soplonaje; acusación negada por quienes la conocían. Espinoza mantenía fuerte animadversión con la dirigente de la otra agrupación Rosa Obregón, lo que explicaría que Espinoza Vara la acusara antes de morir de ser la autora del atentado en su contra.

También en 2009, Vicente Rufino Castillo Esteban (46) murió a consecuencia de dos impactos de bala (tórax y estómago) disparados a matar por un efectivo policial que daba protección a erradicadores de cultivos de coca, que él en forma temeraria y desesperada quiso evitar. Agonizó tres días en compañía de su pareja sin recursos económicos, es decir en pobreza absoluta. Deja seis menores hijos en la orfandad.

Fue declarado mártir de la coca y sepultado en el cementerio de Tingo María, donde se reiteró las denuncias contra el gobierno nacional de ejercer represión criminal y en respuesta los gremios de agricultores acordaron realizar una huelga indefinida desde el 05 de octubre en el Alto Huallaga y valle del Monzón, la medida de fuerza inicialmente tendrá como centro de coordinación la ciudad de Tingo María para luego trasladarse a la ciudad de Huánuco y la capital de la República.

Mientras se daba el adiós a Vicente Castillo Esteban en la municipalidad de Leoncio Prado, en el caserío Julio C. Tello a las 9.45 a.m el cocalero Santos Garioso (45) fue muerto por un disparo en la cabeza de un efectivo policial en reacción al ataque que Garioso realizó con una escopeta contra el trabajador del Proyecto Corah Marco David Valera Cueva que erradicaba su plantación de coca, provocándole heridas de perdigones en la parte izquierda del cuerpo.

La versión de la policía fue que en reacción al ataque de narcotraficantes que protegían una poza de maceración de hojas de coca, dieron muerte a Santos Garioso, esta información fue difundida por medios que según los dirigentes cocaleros son voceros del Ministerio del Interior. Sin embargo, la versión que vinculaba al cocalero muerto con narcotraficantes resultó ser falsa, por que el fiscal Jeremías Rojas Velásquez que llegó hasta el lugar del hecho sangriento para la investigación y levantamiento del cadáver no ubicó la poza de maceración, ni habría obtenido evidencias sólidas sobre la presencia de varios hombres armados (francotiradores) para perpetrar el ataque.

Todo indica que el agricultor que poseía una retrocarga logró burlar el cerco de seguridad y disparar contra Valera Cueva, siendo liquidado en el acto. De ser este el caso debe investigarse esta negligencia que costó la vida de un agricultor y pudo cobrar una nueva víctima al proyecto CORAH. La versión oficial inicial es insostenible por que en caso de haberse producido el ataque armado por narcotraficantes los primeros en caer debieron ser los policías que brindan seguridad a los erradicadores.

La ignominia enmascarada de ‘agentes antinarcóticos’ no solo justificó y justifica estas muertes, por que en su obtuso entender y por la defensa de intereses económicos esta vedado el factor social. El argumento de los campesinos sobre la necesidad de cultivar la coca como fuente económica ante el fracaso del ‘Desarrollo Alternativo’, es combatida con el falso y grosero expediente que el 99.7% o el 99.9% de la coca va al narcotráfico y a partir de ello la tendenciosa aseveración que todos los cocaleros son narcotraficantes o terroristas y que existiría narcodependencia de la economía regional o nacional.

El tema cocalero como problema económico, social y político, ha sido convertido en un asunto meramente criminal, por oportunistas con la careta de analistas y expertos de nuevo cuño, que no buscan soluciones, sino la extensión del conflicto para seguir prosperando.

Para nadie es un secreto que gran parte de la producción de coca deriva al mercado negro, pero ello es posible por que existe demanda de la droga cocaínica en los países desarrollados que fortalece la cadena multimillonaria y multinacional del narcotráfico, permitiendo la oferta exponencial de la materia prima. Así que quienes con malicia postulan el control de la coca a sangre y fuego, mientras el mercado de la cocaína es creciente con la complicidad de los gobiernos, simplemente actúan como incendiarios sin medir las consecuencias.

Llegó la hora que el gobierno nacional con el apuntalamiento de los gobiernos regionales y locales, diseñen y apliquen su propia estrategia contra las drogas y el narcotráfico, como lo viene haciendo Bolivia. Basta de seguir aplicando estrategias fallidas con el derramamiento de sangre y la muerte de los explotados de la cadena criminal.

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