Las mafias del tráfico ilícito de drogas lo tienen todo servido como en bandeja, para movilizar sus miles de millones en Perú y el mundo y sobre eso es poco lo que se dice, extrañamente. Fotocomposición La República.
Si Nancy Obregón, la integrante de uno de los establos de la política peruana, es narcotraficante o no, corresponderá al infecto poder judicial determinarlo, si es que decide investigarla por su cercanía con un presunto narcotraficante detenido con las manos en la masa. Pero lo que resulta insoportable es que quienes siendo los campeones de la doble moral, se hayan mostrado alarmados hasta la histeria por la situación coyuntural de la congresista nacionalista, forjada en las canteras de la coca en la provincia de Tocache, valle del Mishollo.
Jorge del Castillo conspicuo líder del partido de las tres estrellas cuya sinuosa e intransparente historia está plagada de páginas que la relacionan con la droga maldita, puso su cuota de condena y alarma. Por citar a los personajes apristas con olor a cocaína, basta y sobra mencionar a Carlos Lanberg Meléndez el financista del partido de Haya de la Torre y de la campaña que llevó a Alan García a la presidencia del Perú en 1985. Tampoco se puede olvidar los recorridos por el Huallaga (Uchiza y Tocache) de Alan García en 1989 y 1990 que fueron pasados por alto a pesar que la región era entonces la meca de la cocaína, con oficiales del ejército y la policía involucrados hasta el tuétano en el negocio de la blanca. Para abundar, está la millonaria fortuna de Agustín Mantilla presuntamente proveniente del narcotráfico y la corrupción. Además hay otros casos de connotados abogados defensores de narcos de alto vuelo. Esto no es inquina, es parte de la verdad y de la realidad peruana, que permanece bajo el manto de la impunidad, al amparo de la falta de memoria de muchos peruanos.
Nancy Obregón con su ex asistente Max Caller, cuando no se presagiaba la tormenta narcopolítica. Foto Caretas.
El jolgorio de los anticoca vinculados a la estrategia antinarcóticos peruana- norteamericana: NAS-Mininter- Embajada USA-Usaid, es comprensible por deprimente que parezca, por que algo tienen que hacer y decir para cobrar o justificar los cientos de miles o millones de dólares que reciben vía ongés constituidas a la medida, para acometer al cultivo de la coca y sus cultivadores o a sus dirigentes y en este caso a una defensora de la hoja de coca.
Pretender vincular a priori a un ex trabajador de la oficina congresal de Nancy Obregón pillado con 143 kilos de cocaína con su empleadora hace casi dos años atrás, solo obedece a la actitud hipócrita y subalterna de quienes pretenden erigirse como adalides de la lucha contra el narcotráfico, pero que no cumplen con los requisitos mínimos para gozar de credibilidad. Bajo este criterio nadie estaría libre en las cuencas cocaleras y lugares donde se trafica con drogas (casi todo el país) de contratar a una persona por que luego de abandonar la chamba y dedicarse a actividades ilícitas resultaría implicando ipso facto a quien no tenía conocimiento de las andanzas y fechorías de su ex servidor.
Una cosa es cuestionar a Nancy Obregón y su efectividad como política o ex dirigente cocalera, también si su producción de coca va todo para el narcotráfico o es para el chacchado como argumenta y otra distinta es el ensañamiento de los que sobran en materia de transparencia como ciudadanos y empleados del estado. Quienes opinan con afán lapidario y lo hacen en cumplimiento de consignas o de libretos dictados por la patronal, deben tener en cuenta que no siempre es cierto aquello de ‘miente, miente que algo queda’, por que puede suceder que a la escopeta de dos cañones el tiro le salga por la culata. Lo conveniente y serio es esperar el resultado de una prolija investigación y luego la sanción con todo el peso de la ley.
Sin embargo, la situación escandalosa creada debería servirnos, no como dice el cuestionado y bueno para nada Rómulo Pizarro -el del pacto ético antinarcos- en el congreso de la república, mirando al futuro; sino para investigar de inmediato a los lobbys que bajo el poder corruptor del narcotráfico funcionan en el parlamento nacional y en las estructuras del estado, para evitar una auténtica y autónoma política antidrogas con base en el desarrollo sostenible, en lugar de la contrahecha estrategia impuesta desde el exterior que se aplica desde 1979 con resultados negativos.
¿Cuántos son los congresistas y políticos cuyas campañas electorales fueron financiados directa e indirectamente por las mafias del narcotráfico desde la década de los 70 hasta hoy? Y cuántos los ‘empresarios o industriales’ que amasan fortunas con el sucio dinero y están emparentadas con el poder de turno? Eso es lo que debe interesarnos y no patear la investigación para los próximos inquilinos del magullado congreso y del vetusto palacio de gobierno. O simplemente mirar la paja en el ojo ajeno, para hacer leña del árbol caído.
Acaso la fracasada estrategia antinarcóticos USA-Perú no nos está nuevamente causando serios problemas de seguridad, al extremo que algunos depredadores sugieren el ‘estado de sitio’ o ‘zona de combate’ en regiones donde el 98% de los habitantes no están involucrados con el terrorismo, caso Vrae y Huallaga con las grupos de Alipio y Artemio de SL. Aunque en esta nueva fase a diferencia de los 80s los subversivos cuenten con mayor poder de fuego y aparentemente mejores planes estratégicos. La prueba es el derribo de un helicóptero por primera vez en 29 años de guerra interna.
La gravedad del derribamiento de un helicóptero FAP en Junín con la muerte de tres oficiales, ha sido tratada con medias verdades por periodistas y medios de comunicación que por momentos intentaron ocultarla con el caso Nancy Obregón, la congresista presuntamente involucrada en narcotráfico. O con ojeriza por políticos impresentables como el ministro de defensa Rafael Rey quien para evitar asumir responsabilidades por los dos últimos atentados, se dedicó como siempre a atacar a quienes defienden los derechos humanos de todos los involucrados en la infausta confrontación bélica.
La grita de los neoanalistas (2000 en adelante) trata de convencernos con mala leche de: economías narco, zonas liberadas, desarrollo alternativo exitoso, terrorismo incontenible, narcotráfico en avanzada, el apocalipsis con figura de cocalero y la hidra con mil cabezas capaz de convertirnos en un narcoestado. Para ello se basan en hipótesis sesgadas, cifras manipuladas, escenarios amañados, inteligencia obtusa, criterios subordinados al fin propio y estadísticas sin sustento en la realidad. Es decir, asumen con facilidad increíble una actitud de doble rasero para sacar ventajas en perjuicio del poblador principalmente rural que precisa de tranquilidad para desarrollarse y aspirar a una vida digna con esfuerzo propio, superando la marginación y discriminación de los gobiernos y sus aliados dentro y fuera del país. La estrategia del garrote y la zanahoria nada bueno ha conseguido en 30 años.
“La persecución de ciertas plantas y de las personas que las cultivan sigue siendo un ingrediente fundamental de las políticas de drogas de todo el mundo. Un presidente andino anunció hace poco que desearía ver encarcelados a los campesinos que producen estos cultivos. Esto no sólo constituye un delito básico contra los derechos humanos al pretender castigar a familias pobres que sólo buscan sobrevivir a través de una forma de agricultura viable, sino que acentúa la satanización de plantas que en sí mismas son inofensivas”, (TNI)
Con Nancy Obregón conversamos a manera de entrevista en dos oportunidades cuando era dirigente cocalera y desde que fue nombrada congresista no hemos recibido ni el saludo de su parte. Esto para quienes puedan decir que algo nos une a la congresista. Simplemente que la verdad debe decirse sin mediar intereses personales o de grupo, por el bien del interés colectivo y para ponerle freno al oportunismo grosero de la indecencia. Es más, Obregón Peralta tuvo un comportamiento mezquino con la gente que dio todo de sí para apoyarla en la campaña electoral en la que fue elegida funcionaria pública, de allí que sus posibilidades de ser reelecta sean mínimas. Ella lo sabe y de allí su resignación.
Si Nancy Obregón, la integrante de uno de los establos de la política peruana, es narcotraficante o no, corresponderá al infecto poder judicial determinarlo, si es que decide investigarla por su cercanía con un presunto narcotraficante detenido con las manos en la masa. Pero lo que resulta insoportable es que quienes siendo los campeones de la doble moral, se hayan mostrado alarmados hasta la histeria por la situación coyuntural de la congresista nacionalista, forjada en las canteras de la coca en la provincia de Tocache, valle del Mishollo.
Jorge del Castillo conspicuo líder del partido de las tres estrellas cuya sinuosa e intransparente historia está plagada de páginas que la relacionan con la droga maldita, puso su cuota de condena y alarma. Por citar a los personajes apristas con olor a cocaína, basta y sobra mencionar a Carlos Lanberg Meléndez el financista del partido de Haya de la Torre y de la campaña que llevó a Alan García a la presidencia del Perú en 1985. Tampoco se puede olvidar los recorridos por el Huallaga (Uchiza y Tocache) de Alan García en 1989 y 1990 que fueron pasados por alto a pesar que la región era entonces la meca de la cocaína, con oficiales del ejército y la policía involucrados hasta el tuétano en el negocio de la blanca. Para abundar, está la millonaria fortuna de Agustín Mantilla presuntamente proveniente del narcotráfico y la corrupción. Además hay otros casos de connotados abogados defensores de narcos de alto vuelo. Esto no es inquina, es parte de la verdad y de la realidad peruana, que permanece bajo el manto de la impunidad, al amparo de la falta de memoria de muchos peruanos.
Nancy Obregón con su ex asistente Max Caller, cuando no se presagiaba la tormenta narcopolítica. Foto Caretas.
El jolgorio de los anticoca vinculados a la estrategia antinarcóticos peruana- norteamericana: NAS-Mininter- Embajada USA-Usaid, es comprensible por deprimente que parezca, por que algo tienen que hacer y decir para cobrar o justificar los cientos de miles o millones de dólares que reciben vía ongés constituidas a la medida, para acometer al cultivo de la coca y sus cultivadores o a sus dirigentes y en este caso a una defensora de la hoja de coca.
Pretender vincular a priori a un ex trabajador de la oficina congresal de Nancy Obregón pillado con 143 kilos de cocaína con su empleadora hace casi dos años atrás, solo obedece a la actitud hipócrita y subalterna de quienes pretenden erigirse como adalides de la lucha contra el narcotráfico, pero que no cumplen con los requisitos mínimos para gozar de credibilidad. Bajo este criterio nadie estaría libre en las cuencas cocaleras y lugares donde se trafica con drogas (casi todo el país) de contratar a una persona por que luego de abandonar la chamba y dedicarse a actividades ilícitas resultaría implicando ipso facto a quien no tenía conocimiento de las andanzas y fechorías de su ex servidor.
Una cosa es cuestionar a Nancy Obregón y su efectividad como política o ex dirigente cocalera, también si su producción de coca va todo para el narcotráfico o es para el chacchado como argumenta y otra distinta es el ensañamiento de los que sobran en materia de transparencia como ciudadanos y empleados del estado. Quienes opinan con afán lapidario y lo hacen en cumplimiento de consignas o de libretos dictados por la patronal, deben tener en cuenta que no siempre es cierto aquello de ‘miente, miente que algo queda’, por que puede suceder que a la escopeta de dos cañones el tiro le salga por la culata. Lo conveniente y serio es esperar el resultado de una prolija investigación y luego la sanción con todo el peso de la ley.
Sin embargo, la situación escandalosa creada debería servirnos, no como dice el cuestionado y bueno para nada Rómulo Pizarro -el del pacto ético antinarcos- en el congreso de la república, mirando al futuro; sino para investigar de inmediato a los lobbys que bajo el poder corruptor del narcotráfico funcionan en el parlamento nacional y en las estructuras del estado, para evitar una auténtica y autónoma política antidrogas con base en el desarrollo sostenible, en lugar de la contrahecha estrategia impuesta desde el exterior que se aplica desde 1979 con resultados negativos.
¿Cuántos son los congresistas y políticos cuyas campañas electorales fueron financiados directa e indirectamente por las mafias del narcotráfico desde la década de los 70 hasta hoy? Y cuántos los ‘empresarios o industriales’ que amasan fortunas con el sucio dinero y están emparentadas con el poder de turno? Eso es lo que debe interesarnos y no patear la investigación para los próximos inquilinos del magullado congreso y del vetusto palacio de gobierno. O simplemente mirar la paja en el ojo ajeno, para hacer leña del árbol caído.
Acaso la fracasada estrategia antinarcóticos USA-Perú no nos está nuevamente causando serios problemas de seguridad, al extremo que algunos depredadores sugieren el ‘estado de sitio’ o ‘zona de combate’ en regiones donde el 98% de los habitantes no están involucrados con el terrorismo, caso Vrae y Huallaga con las grupos de Alipio y Artemio de SL. Aunque en esta nueva fase a diferencia de los 80s los subversivos cuenten con mayor poder de fuego y aparentemente mejores planes estratégicos. La prueba es el derribo de un helicóptero por primera vez en 29 años de guerra interna.
La gravedad del derribamiento de un helicóptero FAP en Junín con la muerte de tres oficiales, ha sido tratada con medias verdades por periodistas y medios de comunicación que por momentos intentaron ocultarla con el caso Nancy Obregón, la congresista presuntamente involucrada en narcotráfico. O con ojeriza por políticos impresentables como el ministro de defensa Rafael Rey quien para evitar asumir responsabilidades por los dos últimos atentados, se dedicó como siempre a atacar a quienes defienden los derechos humanos de todos los involucrados en la infausta confrontación bélica.
La grita de los neoanalistas (2000 en adelante) trata de convencernos con mala leche de: economías narco, zonas liberadas, desarrollo alternativo exitoso, terrorismo incontenible, narcotráfico en avanzada, el apocalipsis con figura de cocalero y la hidra con mil cabezas capaz de convertirnos en un narcoestado. Para ello se basan en hipótesis sesgadas, cifras manipuladas, escenarios amañados, inteligencia obtusa, criterios subordinados al fin propio y estadísticas sin sustento en la realidad. Es decir, asumen con facilidad increíble una actitud de doble rasero para sacar ventajas en perjuicio del poblador principalmente rural que precisa de tranquilidad para desarrollarse y aspirar a una vida digna con esfuerzo propio, superando la marginación y discriminación de los gobiernos y sus aliados dentro y fuera del país. La estrategia del garrote y la zanahoria nada bueno ha conseguido en 30 años.
“La persecución de ciertas plantas y de las personas que las cultivan sigue siendo un ingrediente fundamental de las políticas de drogas de todo el mundo. Un presidente andino anunció hace poco que desearía ver encarcelados a los campesinos que producen estos cultivos. Esto no sólo constituye un delito básico contra los derechos humanos al pretender castigar a familias pobres que sólo buscan sobrevivir a través de una forma de agricultura viable, sino que acentúa la satanización de plantas que en sí mismas son inofensivas”, (TNI)
Con Nancy Obregón conversamos a manera de entrevista en dos oportunidades cuando era dirigente cocalera y desde que fue nombrada congresista no hemos recibido ni el saludo de su parte. Esto para quienes puedan decir que algo nos une a la congresista. Simplemente que la verdad debe decirse sin mediar intereses personales o de grupo, por el bien del interés colectivo y para ponerle freno al oportunismo grosero de la indecencia. Es más, Obregón Peralta tuvo un comportamiento mezquino con la gente que dio todo de sí para apoyarla en la campaña electoral en la que fue elegida funcionaria pública, de allí que sus posibilidades de ser reelecta sean mínimas. Ella lo sabe y de allí su resignación.
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