Travesía periodística para llegar a la Estación 6 de Petroperú, tomada por los indígenas desde hace más de un mes.
(1) Cerca de 6 mil nativos awajun y wampis se encuentran en la Estación 6 de Petroperú. (2) El camino está bloqueado por tranqueras como esta. (3) Habitante de Wawas mostrando las carencias de su comunidad. (4) Nativos de la Estación 6 dando arengas. (5) Joven awajun atendido por un técnico sanitario.
Llegar a la Estación 5 y 6 de Petroperú (Amazonas) en tiempos de la protesta amazónica, es como ingresar al territorio de otro estado gobernado por las etnias awajun y wampis, cuyos dirigentes y pobladores han desplazado a las instituciones gubernamentales como las municipalidades y la Policía Nacional, desde hace más de un mes.
Estas estaciones petrolíferas, que forman parte de la red del oleoducto nor-peruano, son actualmente el epicentro de la protesta de las comunidades indígenas que habitan en nuestra selva amazónica, cuyas necesidades básicas han sido postergadas por autoridades capitalinas indiferentes y sus habitantes han sido explotados impunemente por patrones y empresas inescrupulosas durante siglos. Hasta el momento, los casi 6 mil nativos y mestizos que ocupan cada una de las estaciones no se han enfrentado con las llamadas fuerzas del orden, pero viven en un estado de tensión permanente, esperando que sus representantes de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) consigan la derogatoria de los decretos legislativos que afectan a los derechos de los pueblos indígenas.
Puestos de control
El viaje desde la ciudad de Bagua, capital de la provincia del mismo nombre, a la Estación 6 dura unas seis horas, aproximadamente, en automóvil. Luego de salir de Bagua y pasar por pueblos como Salinas y Durán, llegamos a la tranquera del primer puesto de control indígena, en el caserío de Wawas. Lo curioso de estas tranqueras, además de no ser más que troncos improvisados, es que todas tienen colgadas ramas de ortiga, aquella planta urticante que suele ser usada para el rigor disciplinario de los nativos de esta zona. Los comuneros se muestran con sus lanzas de guerra y con los rostros pintados con achiote, que indican su ánimo de lucha. Toda la delegación periodística tiene que ser identificada y los nombres de sus integrantes transcritos por un nativo encargado. Esta escena será repetida en las siguientes 6 tranqueras que están instaladas en la carretera, antes de llegar a la Estación.
Rogelio Roca Piipug (30) es un habitante de Wawas, y nos explica que los casi 3 mil pobladores de la zona viven fundamentalmente del cultivo de plátano, maíz, cacao y yuca. Además, nos cuenta que el único colegio del lugar, que no es oficial aún, solo enseña educación primaria.
“Estamos pidiendo que coloquen un puente para que la gente del caserío pueda cruzar el río Wawas porque su caudal crece bastante en las épocas de lluvia”, dice.
El viaje continúa y llegamos al segundo puesto de control, ubicado en el caserío de Shushug, donde los manifestantes, arengados por el dirigente Wilfredo Tiwi (45), muestran carteles con mensajes contundentes dirigidos al presidente Alan García: “Alan, escucha y deroga los decretos legislativos 994, 1020, 1064, 1081, 1089, 1090, 29317 y 29338”, “Sin la selva no existe vida en la amazonía”.
Una pancarta pegada en el puesto de control llama especialmente la atención: “Se busca a los traidores: Evaristo Nughuas, Brays Pérez, Alexander Teets, Leo Timiar, José Lirio (viejo) y José Lirio (hijo)”. Etsa Esarat (28) nos cuenta que los nombrados traicionaron la causa indígena para coludirse con las autoridades del gobierno central.
“Evaristo, Teets (ex presidente de la Organización Regional de Pueblos Indígenas de la Amazonía Norte-ORPIAN), y Pérez (ex secretario de Aidesep) se pusieron de acuerdo para engañar a las comunidades. Dijeron que la huelga amazónica no se iba a dar porque Aidesep había llegado a un acuerdo con el gobierno. Ahora, se han escapado de sus comunidades, mientras que Lirio padre trabajaba para Conap (organización a favor de la explotación petrolera)”, revela.
Cuando llegamos al pueblo de Chiriaco, capital del distrito de Imaza, somos recibidos por, al menos, 2 mil nativos, que improvisan un mitin en lengua awajun, donde los manifestantes eufóricos dan gritos de guerra.
Sin embargo, no todas las opiniones de los dirigentes son favorables a la labor de la dirigencia de Aidesep. Por ejemplo, el presidente del Comité de Lucha Regional de Amazonas, Salomón Awananch, cuestiona al presidente de Aidesep, Alberto Pizango, y asegura que este no tiene una posición definida respecto a la dirección de la lucha indígena.
“Pizango no tiene posición. Primero declara el estado de insurgencia y luego empieza a negociar con el Congreso. Él debió haber dicho ‘esta es nuestra posición’, la derogatoria de los decretos legislativos, y continuar con esa posición”, dice.
Por su parte, el presidente del Comité de Gestión de Carreteras y Desarrollo de los Pueblos Indígenas e Hispanos de Bagua y Condorcanqui, Víctor Enrique, denuncia que el ministro de Transportes y Comunicaciones del 2002, Luis Chang, firmó entonces un acta de compromiso para invertir 170 millones de dólares para la culminación del tramo El Reposo-Saramiriza (180 km), que forma parte del cuarto eje vial proyectado dentro del Tratado de Paz entre Perú y Ecuador (1998). “Sólo nos han dado 550 mil soles desde entonces. Las condiciones de atraso y precariedad continúan”, refiere.
Llegada
Al llegar a la Estación 6, luego de pasar por los caseríos de Nazareth, Mesones Muro, Nuevo Chota, entre otros, LA PRIMERA es recibida por miles de nativos llegados de las cinco cuencas awajun y wampis: Santiago, Nieva, Chiriaco, El Cenepa y Marañón.
El bombeo de crudo, energía eléctrica y el agua potable de todo el complejo se encuentra desactivado desde que la toma empezó, hace más de un mes. Unos 50 policías resguardan el sector de los dormitorios de la estación.
El presidente del Comité de Lucha de los Pueblos Jíbaros, Pedro Tiwi, quien lidera la toma, afirma que los nativos permanecerán en ambas estaciones hasta lograr la derogatoria total de los decretos. “No nos hace falta alimentos porque tenemos todo aquí: yuca, plátano y animales. Podemos quedarnos aquí el tiempo que haga falta”, dice.
Al retirarnos, sufrimos en carne propia el rigor de los controles indígenas, pues –al no tener un permiso firmado por la dirigencia awajun- fuimos obligados a regresar a la Estación 6, luego de que habíamos caminado un tramo de la carretera con destino al pueblo de Imacita. Sin embargo, el incidente fue superado cuando los dirigentes firmaron el permiso y pudimos pasar los controles indígenas sin mayores percances.
Gajes del oficio.
Falta de medicinas en Estación
El técnico sanitario del puesto de salud “Soledad”, Mario Tsukanka Uwijan, quien se encarga de las consultas médicas de los nativos de la Estación 6, denunció que el centro de salud improvisado no se da abasto para atender a las cientos de consultas diarias que tiene que atender.
Tsukanka informó que el centro de salud atiende a más de 100 pacientes al día, y estimó que hay, por lo menos, entre 2 mil 800 y 3 mil nativos enfermos o con dolencias físicas actualmente. Estas cifras son impresionantes si tenemos en cuenta que hay cerca de 7 mil nativos en la Estación 6; es decir, casi el 50 por ciento de los manifestantes está delicado de salud. Además, informó que la mayoría de pacientes presenta infecciones estomacales provocadas por el consumo de agua del río Kusu Grande, que discurre cerca de los campamentos nativos, debido a que este río está contaminado por los desagües de otros caseríos.
“La mayoría tiene vómitos, fiebre y dolor abdominal. También hay casos de desnutrición. Además, los hermanos duermen sobre plásticos y en el suelo. De esa forma, soportan la lluvia torrencial y el sol. Por eso, se enferman rápido”, explicó.
LA PRIMERA fue testigo de la consulta médica del nativo Ismael Pitug Wepiu (26), quien presentaba un caso de infección intestinal bacteriana-Tsukanka solo pudo aplicarle una ampolleta de cloranfenicol recetarle rehidratantes y prohibirle tomar masato y caña de azúcar. Actualmente, hay cinco técnicos sanitarios del Ministerio de Salud y un promotor de salud que se encargan de la atención médica de los nativos de la Estación 6. Un técnico diagnostica, otro prepara la medicina, otro se encarga de la administración de pacientes y los dos restantes se ocupan de la gestión y recolección de medicina. Los medicamentos más urgentes son: sulfametoxizol 400 mg. tabletas; sulfametoxicol 800 mg. tabletas, iboprofeno 400 mg. tabletas, entre otros.
Tomado de:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/informe-especial/estacion-de-lucha-y-esperanza_39360.html
(1) Cerca de 6 mil nativos awajun y wampis se encuentran en la Estación 6 de Petroperú. (2) El camino está bloqueado por tranqueras como esta. (3) Habitante de Wawas mostrando las carencias de su comunidad. (4) Nativos de la Estación 6 dando arengas. (5) Joven awajun atendido por un técnico sanitario.
Llegar a la Estación 5 y 6 de Petroperú (Amazonas) en tiempos de la protesta amazónica, es como ingresar al territorio de otro estado gobernado por las etnias awajun y wampis, cuyos dirigentes y pobladores han desplazado a las instituciones gubernamentales como las municipalidades y la Policía Nacional, desde hace más de un mes.
Estas estaciones petrolíferas, que forman parte de la red del oleoducto nor-peruano, son actualmente el epicentro de la protesta de las comunidades indígenas que habitan en nuestra selva amazónica, cuyas necesidades básicas han sido postergadas por autoridades capitalinas indiferentes y sus habitantes han sido explotados impunemente por patrones y empresas inescrupulosas durante siglos. Hasta el momento, los casi 6 mil nativos y mestizos que ocupan cada una de las estaciones no se han enfrentado con las llamadas fuerzas del orden, pero viven en un estado de tensión permanente, esperando que sus representantes de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) consigan la derogatoria de los decretos legislativos que afectan a los derechos de los pueblos indígenas.
Puestos de control
El viaje desde la ciudad de Bagua, capital de la provincia del mismo nombre, a la Estación 6 dura unas seis horas, aproximadamente, en automóvil. Luego de salir de Bagua y pasar por pueblos como Salinas y Durán, llegamos a la tranquera del primer puesto de control indígena, en el caserío de Wawas. Lo curioso de estas tranqueras, además de no ser más que troncos improvisados, es que todas tienen colgadas ramas de ortiga, aquella planta urticante que suele ser usada para el rigor disciplinario de los nativos de esta zona. Los comuneros se muestran con sus lanzas de guerra y con los rostros pintados con achiote, que indican su ánimo de lucha. Toda la delegación periodística tiene que ser identificada y los nombres de sus integrantes transcritos por un nativo encargado. Esta escena será repetida en las siguientes 6 tranqueras que están instaladas en la carretera, antes de llegar a la Estación.
Rogelio Roca Piipug (30) es un habitante de Wawas, y nos explica que los casi 3 mil pobladores de la zona viven fundamentalmente del cultivo de plátano, maíz, cacao y yuca. Además, nos cuenta que el único colegio del lugar, que no es oficial aún, solo enseña educación primaria.
“Estamos pidiendo que coloquen un puente para que la gente del caserío pueda cruzar el río Wawas porque su caudal crece bastante en las épocas de lluvia”, dice.
El viaje continúa y llegamos al segundo puesto de control, ubicado en el caserío de Shushug, donde los manifestantes, arengados por el dirigente Wilfredo Tiwi (45), muestran carteles con mensajes contundentes dirigidos al presidente Alan García: “Alan, escucha y deroga los decretos legislativos 994, 1020, 1064, 1081, 1089, 1090, 29317 y 29338”, “Sin la selva no existe vida en la amazonía”.
Una pancarta pegada en el puesto de control llama especialmente la atención: “Se busca a los traidores: Evaristo Nughuas, Brays Pérez, Alexander Teets, Leo Timiar, José Lirio (viejo) y José Lirio (hijo)”. Etsa Esarat (28) nos cuenta que los nombrados traicionaron la causa indígena para coludirse con las autoridades del gobierno central.
“Evaristo, Teets (ex presidente de la Organización Regional de Pueblos Indígenas de la Amazonía Norte-ORPIAN), y Pérez (ex secretario de Aidesep) se pusieron de acuerdo para engañar a las comunidades. Dijeron que la huelga amazónica no se iba a dar porque Aidesep había llegado a un acuerdo con el gobierno. Ahora, se han escapado de sus comunidades, mientras que Lirio padre trabajaba para Conap (organización a favor de la explotación petrolera)”, revela.
Cuando llegamos al pueblo de Chiriaco, capital del distrito de Imaza, somos recibidos por, al menos, 2 mil nativos, que improvisan un mitin en lengua awajun, donde los manifestantes eufóricos dan gritos de guerra.
Sin embargo, no todas las opiniones de los dirigentes son favorables a la labor de la dirigencia de Aidesep. Por ejemplo, el presidente del Comité de Lucha Regional de Amazonas, Salomón Awananch, cuestiona al presidente de Aidesep, Alberto Pizango, y asegura que este no tiene una posición definida respecto a la dirección de la lucha indígena.
“Pizango no tiene posición. Primero declara el estado de insurgencia y luego empieza a negociar con el Congreso. Él debió haber dicho ‘esta es nuestra posición’, la derogatoria de los decretos legislativos, y continuar con esa posición”, dice.
Por su parte, el presidente del Comité de Gestión de Carreteras y Desarrollo de los Pueblos Indígenas e Hispanos de Bagua y Condorcanqui, Víctor Enrique, denuncia que el ministro de Transportes y Comunicaciones del 2002, Luis Chang, firmó entonces un acta de compromiso para invertir 170 millones de dólares para la culminación del tramo El Reposo-Saramiriza (180 km), que forma parte del cuarto eje vial proyectado dentro del Tratado de Paz entre Perú y Ecuador (1998). “Sólo nos han dado 550 mil soles desde entonces. Las condiciones de atraso y precariedad continúan”, refiere.
Llegada
Al llegar a la Estación 6, luego de pasar por los caseríos de Nazareth, Mesones Muro, Nuevo Chota, entre otros, LA PRIMERA es recibida por miles de nativos llegados de las cinco cuencas awajun y wampis: Santiago, Nieva, Chiriaco, El Cenepa y Marañón.
El bombeo de crudo, energía eléctrica y el agua potable de todo el complejo se encuentra desactivado desde que la toma empezó, hace más de un mes. Unos 50 policías resguardan el sector de los dormitorios de la estación.
El presidente del Comité de Lucha de los Pueblos Jíbaros, Pedro Tiwi, quien lidera la toma, afirma que los nativos permanecerán en ambas estaciones hasta lograr la derogatoria total de los decretos. “No nos hace falta alimentos porque tenemos todo aquí: yuca, plátano y animales. Podemos quedarnos aquí el tiempo que haga falta”, dice.
Al retirarnos, sufrimos en carne propia el rigor de los controles indígenas, pues –al no tener un permiso firmado por la dirigencia awajun- fuimos obligados a regresar a la Estación 6, luego de que habíamos caminado un tramo de la carretera con destino al pueblo de Imacita. Sin embargo, el incidente fue superado cuando los dirigentes firmaron el permiso y pudimos pasar los controles indígenas sin mayores percances.
Gajes del oficio.
Falta de medicinas en Estación
El técnico sanitario del puesto de salud “Soledad”, Mario Tsukanka Uwijan, quien se encarga de las consultas médicas de los nativos de la Estación 6, denunció que el centro de salud improvisado no se da abasto para atender a las cientos de consultas diarias que tiene que atender.
Tsukanka informó que el centro de salud atiende a más de 100 pacientes al día, y estimó que hay, por lo menos, entre 2 mil 800 y 3 mil nativos enfermos o con dolencias físicas actualmente. Estas cifras son impresionantes si tenemos en cuenta que hay cerca de 7 mil nativos en la Estación 6; es decir, casi el 50 por ciento de los manifestantes está delicado de salud. Además, informó que la mayoría de pacientes presenta infecciones estomacales provocadas por el consumo de agua del río Kusu Grande, que discurre cerca de los campamentos nativos, debido a que este río está contaminado por los desagües de otros caseríos.
“La mayoría tiene vómitos, fiebre y dolor abdominal. También hay casos de desnutrición. Además, los hermanos duermen sobre plásticos y en el suelo. De esa forma, soportan la lluvia torrencial y el sol. Por eso, se enferman rápido”, explicó.
LA PRIMERA fue testigo de la consulta médica del nativo Ismael Pitug Wepiu (26), quien presentaba un caso de infección intestinal bacteriana-Tsukanka solo pudo aplicarle una ampolleta de cloranfenicol recetarle rehidratantes y prohibirle tomar masato y caña de azúcar. Actualmente, hay cinco técnicos sanitarios del Ministerio de Salud y un promotor de salud que se encargan de la atención médica de los nativos de la Estación 6. Un técnico diagnostica, otro prepara la medicina, otro se encarga de la administración de pacientes y los dos restantes se ocupan de la gestión y recolección de medicina. Los medicamentos más urgentes son: sulfametoxizol 400 mg. tabletas; sulfametoxicol 800 mg. tabletas, iboprofeno 400 mg. tabletas, entre otros.
Tomado de:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/informe-especial/estacion-de-lucha-y-esperanza_39360.html
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