domingo, 24 de agosto de 2008

Once erradicadores manuales de coca han muerto por explosión de minas en lo corrido del año

Las Farc están utilizando artefactos explosivos más difíciles de detectar. El sur del Putumayo y el Bajo Cauca antioqueño son las zonas con mayor número de ataques.

Según las cuentas de Acción Social, además de los muertos, 36 campesinos han resultado heridos por explosivos mientras arrancan las matas de coca.

El último caso ocurrió el 8 de agosto pasado en el municipio de Valle del Guamuez (Putumayo), donde murieron Froilán Valencia Coronado y Luis Alfonso Castro.

Precisamente, el sur de Putumayo y el Bajo Cauca antioqueño son las regiones en donde se registran más ataques de este tipo. La Agencia Presidencial para la Acción Social, a la que pertenece el programa, reporta que los grupos armados irregulares, especialmente las Farc, han encontrado manera de engañar a los buscadores de minas del Ejército y la Policía.

"Las minas que han explotado no las han rastreado ni los perros ni los detectores, a pesar de la dedicación de los equipos de desminado", explica Eugenia Restrepo Uribe, directora de los Grupos Móviles de Erradicación.

Desde el inicio del programa se conocía que los sembrados de coca estaban minados para entorpecer la erradicación, por lo que los grupos de los que arrancan las matas van protegidos por escuadrones antinarcóticos y precedidos por los que arrancan las minas.

Amarran minas a las matas

En tres años han muerto 40 erradicadores y 51 han sufrido heridas. Nueve de cada 10 heridos y/o muertos son víctimas de las minas.

El director encargado de Antinarcóticos de la Policía, coronel José Ángel Mendoza, asegura que las Farc está utilizando un tipo de minas artesanales en plástico difíciles de detectar.

"Partimos de la connotación de minimizar el riesgo, pero eliminarlo al 100 por ciento es muy difícil, por la extensión del terreno", explica el coronel Mendoza. En los registros de la Policía son cuatro los erradicadores muertos este año, pero sin duda el aumento en las cifras está amarrado al aumento del área de coca que será erradicado manualmente este año: la meta es llegar a las 100 mil hectáreas.

Según Mendoza, "no es que los equipos no funcionen, sino que el ingenio de los terroristas busca hacer cada vez más daño.Ahora entierran más profundo las minas, y al jalar las matas se activan.

Además, las están recubriendo de plástico, lo que dificulta que sean detectadas".

La Policía ha consultado con técnicos y expertos extranjeros para mejorar el entrenamiento de los encargados del desminado y ha buscado asesoría para comprar otros equipos con una onda de mayor potencia, más sensibles a la hora de detectar las trampas explosivas.

Restrepo Uribe asegura que también se contempla la idea de comprar botas antiminas, para proteger a los grupos, que ahora permanecen hasta dos meses meses en una zona. Antes los erradicadores entraban y salían y no eran tan vulnerables.

Hostigamiento en el terreno

Las minas no son la única amenaza que enfrentan los campesinos erradicadores. Muchos se han salvado de ataques de la guerrilla.

Según Acción Social, a diario los anillos de seguridad que blindan los escuadrones de erradicación entran en combate. En tres años han muerto 15 policías antinarcóticos y no menos de 30 soldados que acompañaban a los grupos.

"Pese a la fuerte seguridad de la que vamos acompañados, las Farc nos atacan. En el Nudo de Paramillo, en Córdoba, a los anillos de seguridad les toca enfrentarse permanentemente contra la guerrilla", dice Restrepo Uribe. Según explica, "todo lo que apunte a quitarles a los grupos irregulares la plata proveniente del narcotráfico es objetivo militar".

La permanente amenaza no deja de afectar la confianza de los erradicadores. Tras el último accidente con mina se retiraron 55 erradicadores y el porcentaje de los que se van por el riesgo está por el 18 por ciento, según las cifras de Acción Social.

José Wílder ahorraba para un tratamiento odontológico

El jueves 5 de junio José Wílder Benítez no hizo la acostumbrada llamada que hacía en las tardes a su familia.

Ese día, a las 11:30 de la mañana, una mina le arrancó la vida mientras él le arrancaba una mata de coca.

Llevaba un mes y 10 días interno en las montañas de La Caucana, corregimiento de Tarazá (Antioquia), con el Grupo Móvil de Erradicación de Cultivos Ilícitos, al que se había unido 12 meses atrás.

"Él alcanzó a sobrevivir casi cinco minutos. Corrió y gritó: ¡me hirieron, me hirieron!, pero luego, más calmado, se sentó en un barranquito de la montaña, cogió su brazo izquierdo y se puso la mano en el pecho. Ahí se quedó sentado esperando morir".
Eso es lo que cuenta David Benítez, sobrino de José Wilder, quien a su vez recibió la versión de los compañeros de su tío.

En la erradicación se trabaja en llaves de dos. Pero a sus 34 años José Wílder seguía siendo muy tímido y prefería trabajar solo. Por eso la mina solo lo mató a él.
Ese día, recuerdan sus colegas, estaba feliz y algo charlador. Quizás pensaba en que solo le faltaban 20 días para regresar a su pueblo, Urrao, suroeste antioqueño, y comenzar el tratamiento odontológico para el que venía ahorrando.

"Tenía su platica para mandarse a hacer una prótesis de un diente que perdió en un accidente cuando estuvo en el Ejército. Es que él era muy vanidoso, le gustaba andar bien motilado, con buenas zapatillas (tenis), sus buenos jeans y camisas de botones", dice su sobrino.

En su casa lo recuerdan como el menor de los hombres de una familia llena de mujeres: seis. Como un joven reservado que siempre se destacó por ser buen trabajador, al que no le importaba "asolearse" con tal de cumplir con su labor.

En Urrao dicen que entró al grupo de erradicación en busca de una estabilidad económica para apoyar a su padre con los gastos, pues su anterior trabajo como ayudante en el campo no le dejaba mayores ingresos.

Juan Carlos murió contando los días para ver a su familia

La imagen que perturbó a Juan Carlos Rojas durante su primera experiencia en el Grupo Móvil de Erradicación de Cultivos Ilícitos, a comienzos de año, se repitió el pasado 4 de junio.

El dolor de soldados heridos y con los pies destrozados por las minas antipersona, también debió experimentarlo al mediodía de ese miércoles. A esa hora, bajo el inclemente rayo de sol que cubría el municipio de Briceño (Antioquia), una mina explotó luego de que su compañero "metiera la pica" y él arrancara una mata de coca. En la explosión perdió su brazo y pierna derecha.

"Los mandó a volar como 20 metros, -cuenta María Rincón, su esposa-. Su compañero sobrevivió, pero mi Juan Carlos no aguantó y murió en el helicóptero cuando lo llevaban a un hospital en Medellín".

La mujer, de 33 años y quien llevaba un mes y cuatro días esperando a su esposo en una humilde casa de Chiquinquirá (Boyacá), recuerda que juntos contaban los días en que se volverían a ver.

"Solo faltan 15. Si ya aguanté lo más, aguanto lo menos", le dijo por última vez Juan Carlos a María.

Lo decía porque estuvo a punto de devolverse por una gripa que lo había hecho sentir débil y enfermo.

¿Cómo avanza el programa de erradicación?

La directora del programa Grupos Móviles de Erradicación de Cultivos Ilícitos, Eugenia Restrepo Uribe, asegura que para este año la meta es erradicar 100 mil hectáreas de coca.

En el programa hay cerca de 6.000 hombres organizados en grupos de 28 personas que visitan por dos meses las regiones con mayor presencia de cultivos ilícitos.

Van custodiados por dos anillos de seguridad que cubren sus avances y retiradas.

Actualmente están concentrados en regiones de Antioquia, Bolívar, Córdoba, Nariño, Putumayo, Santander y Meta. En lo corrido del año, estos hombres han 'limpiado' 52 mil hectáreas, mientras que el año pasado en los doce meses se erradicó la misma extensión.

El proceso de erradicación manual ha superado varios momentos complicados en los últimos tres años. El más complejo fue a finales del 2006, por los frecuentes ataques de las Farc, especialmente en La Macarena (Meta). Allí murieron ocho policías, 13 resultaron heridos; fallecieron dos erradicadores y 37 sufrieron heridas, según cifras de Antinarcóticos.

Recientemente, en abril, campesinos cocaleros protestaron durante varios días en Tarazá y Valdivia (Antioquia) por la llegada de los erradicadores y paralizaron la zona. En este caso, las marchas no frenaron las actividades de erradicación.

* Imagen: Las Farc amarran las minas a las matas de coca. Cuando las plantas son arrancadas por los erradicadores, las trampas explotan.

Tomado de:
http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/2008-08-22/once-erradicadores-manuales-de-coca-han-muerto-por-explosion-de-minas-en-lo-corrido-del-ano_4460262-1

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