martes, 24 de junio de 2008

Inquietante VRAE

Cifras publicadas en el último informe de la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (ONUDD) indican que en el 2007 nuestro país siguió siendo el segundo productor mundial de cocaína –el primero es Colombia– y que la producción de droga en cantidades industriales en el Valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE) no se redujo en lo más mínimo. Por el contrario, aumentó.

Es más, entre el año 2002 y el 2007 los cultivos de coca pasaron de 14,170 hectáreas a 16,019 (un incremento del 11.5%), así como el número de cosechas de hoja de coca al año, que pasaron de tres a cuatro (promedio nacional) a entre cinco y seis, lo que convierte a la zona en el mayor emporio cocalero, con el agravante de la presencia simultánea de las mafias del narcotráfico y los remanentes senderistas, que siembran su propia coca a la vez que "ofrecen protección" a productores y paseros.

El contraste con el Valle del Huallaga es marcado, pues mientras que allí la diferencia operativa entre los campesinos que producen hojas de coca y aquellos que poseen pozas de maceración ha dado resultados (solo se reprime a estos últimos, destruyendo las pozas), logrando disminuir la producción, en el VRAE no ocurre nada de esto, lo que explica que en el 2007 salieran del valle 94 toneladas de cocaína, de la que se capturó apenas un 15%.

Algo más, desde hace unos cuatro años existe –al menos en teoría– el Plan VRAE, destinado a aliviar la pobreza en la zona, convencer a los campesinos para que hagan abandono voluntario de los sembríos de coca y realizar obra pública como programas de electrificación y asfaltado de vías (la de Ayacucho-San Francisco en primer lugar). Pero los propios alcaldes de la zona califican al Plan VRAE como saludo al banderín y engañamuchachos.

Así como existe en el papel un listado de obras, del mismo modo hay un comando conjunto militar-policial para combatir a los remanentes terroristas –cuyos campamentos, plantaciones y movimientos son conocidos– pero no se hace nada para reprimirlos. Como ocurre con las autoridades en materia de obra pública, en materia de seguridad se aspira solo al mantenimiento de un statu quo que ninguno de los interesados trata de variar.

Tal vez por esto jamás se ha convocado a una conferencia de prensa en la que se informe mínimamente del avance de las obras públicas y la lucha contra la pobreza en el VRAE. Tampoco se da cuenta –salvo que se trate de atentados– de choques con la subversión y avances en la lucha antiterrorista en la zona, a diferencia de lo que ocurre en el valle del Huallaga, donde se registran éxitos verificables y se ha logrado poner al escurridizo Artemio a la defensiva. No es necesario ir más lejos para explicar por qué el VRAE registra estos incrementos y sigue siendo paraíso de narcos.

Tomado de:
http://www.larepublica.com.pe/content/view/228132/480/

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