Por: Ramiro Andrade Terán
El último gran debate mundial se libró entre el comunismo y la democracia de Occidente. Que se ganó sin atenuantes con el desplome del vaticano comunista en la Unión Soviética. En la actualidad ha surgido otro decisivo para el futuro de la humanidad: la democracia enfrentada al terrorismo. Que como plaga gigante se extiende por el planeta y no tiene origen en una sola nación: está en todas. Su maligna y secreta naturaleza es, en extremo, difícil de combatir.
Esa plaga siniestra es el gran tema de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Que sufrieron en carne propia el atentado más grande de su historia, en Nueva York, con el derrumbe de las Torres Gemelas. Los candidatos Obama y McCain son las opciones que los electores tienen para hacer frente a esa amenaza y evitar que el sistema democrático colapse. Ese es el punto clave y en eso coinciden los politólogos más importantes.
Un problema que se metió en EE.UU. y superó el otro tema: la guerra de Iraq. Con dos posiciones enfrentadas, de un lado Obama, quien se inclina por sacar a Estados Unidos de esa trampa a que lo condujo Bush, y, del otro, McCain, que ofrece recrudecer la contienda y ganar una guerra con un claro interés económico: el petróleo. Pero el demócrata o el republicano tendrían primero que detener la marea terrorista que se extiende en Londres, París, Madrid, Roma, Nueva York, Los Ángeles, Barcelona y el resto de las ciudades más importantes.
A los Estados Unidos les ha correspondido –en el lado más amable de su papel de Policía del mundo– luchar a la cabeza del sistema democrático contra flagelos que amenazan la humanidad. En el momento, quien sea electo Presidente tendrá la magna responsabilidad de una política eficaz y con apoyo universal para liquidar el terrorismo. Una práctica que es la peor forma de delincuencia conocida: artera y despiadada.
No han sido muy explícitos Obama y McCain en su posición frente al tema. Hasta el momento, las propuestas del demócrata y el republicano han sido muy discretas, modestas, cautelosas y caseras. No es el debate ideológico que el mundo espera y necesita por el papel que Norteamérica juega. Obama en la Presidencia sería el cambio más positivo en la historia moderna de Estados Unidos. Negro, demócrata, sin compromisos con la poderosa oligarquía financiera y dispuesto a acabar sin vacilaciones con la funesta guerra de Iraq, su llegada al poder más grande del planeta sería un acontecimiento que partiría en dos el futuro de la humanidad.
Tomado de:
El último gran debate mundial se libró entre el comunismo y la democracia de Occidente. Que se ganó sin atenuantes con el desplome del vaticano comunista en la Unión Soviética. En la actualidad ha surgido otro decisivo para el futuro de la humanidad: la democracia enfrentada al terrorismo. Que como plaga gigante se extiende por el planeta y no tiene origen en una sola nación: está en todas. Su maligna y secreta naturaleza es, en extremo, difícil de combatir.
Esa plaga siniestra es el gran tema de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Que sufrieron en carne propia el atentado más grande de su historia, en Nueva York, con el derrumbe de las Torres Gemelas. Los candidatos Obama y McCain son las opciones que los electores tienen para hacer frente a esa amenaza y evitar que el sistema democrático colapse. Ese es el punto clave y en eso coinciden los politólogos más importantes.
Un problema que se metió en EE.UU. y superó el otro tema: la guerra de Iraq. Con dos posiciones enfrentadas, de un lado Obama, quien se inclina por sacar a Estados Unidos de esa trampa a que lo condujo Bush, y, del otro, McCain, que ofrece recrudecer la contienda y ganar una guerra con un claro interés económico: el petróleo. Pero el demócrata o el republicano tendrían primero que detener la marea terrorista que se extiende en Londres, París, Madrid, Roma, Nueva York, Los Ángeles, Barcelona y el resto de las ciudades más importantes.
A los Estados Unidos les ha correspondido –en el lado más amable de su papel de Policía del mundo– luchar a la cabeza del sistema democrático contra flagelos que amenazan la humanidad. En el momento, quien sea electo Presidente tendrá la magna responsabilidad de una política eficaz y con apoyo universal para liquidar el terrorismo. Una práctica que es la peor forma de delincuencia conocida: artera y despiadada.
No han sido muy explícitos Obama y McCain en su posición frente al tema. Hasta el momento, las propuestas del demócrata y el republicano han sido muy discretas, modestas, cautelosas y caseras. No es el debate ideológico que el mundo espera y necesita por el papel que Norteamérica juega. Obama en la Presidencia sería el cambio más positivo en la historia moderna de Estados Unidos. Negro, demócrata, sin compromisos con la poderosa oligarquía financiera y dispuesto a acabar sin vacilaciones con la funesta guerra de Iraq, su llegada al poder más grande del planeta sería un acontecimiento que partiría en dos el futuro de la humanidad.
Tomado de:
No hay comentarios:
Publicar un comentario