Hace algunos años esta expresión generó críticas de ambos países, Colombia rechazó la estigmatización y México se molestó por la comparación. Hoy las cosas han cambiado: mientras el país del norte se desangra por los narcos, aquí el panorama mejora.
Ningún país como Colombia para mostrar las cicatrices internacionales que deja el narcotráfico. Y ninguna región como la nuestra para hablar de las consecuencias de la guerra sin cuartel en contra de las drogas y de los narcotraficantes. Pero ninguna ciudad como Medellín para revelar fehacientemente el renacer de la esperanza y el triunfo de una sociedad sobre el flagelo del negocio de los narcóticos, que todo lo contamina con sus ríos de dinero y sangre.
Es cierto que faltan muchas batallas por librarse y que tristemente no todas se ganarán, pero es elocuente que la guerra, en términos generales, se va ganando más si hay corresponsabilidad por parte de los países consumidores. Volvemos a insistir en que las naciones afectadas socialmente por el consumo de alucinógenos deben actuar en forma mancomunada con los productores para liberarse de una vez por todas de este flagelo, de lo contrario toda lucha será infructuosa e injusta.
Desde hace un par de años, el campo de batalla en contra del negocio de las drogas se ha situado en territorio mexicano dejando una estela de muerte y desolación que nosotros recordamos muy bien en estas tierras. Allí, tenebrosos carteles de narcotraficantes han puesto en jaque a algunos estados fronterizos, a la policía y en especial a la administración federal. E incluso, la situación ha preocupado notablemente a la administración estadounidense que puso a andar la llamada "Iniciativa Puebla", estrategia que busca hacerle frente al problema, incrementando el pie de fuerza para contrarrestar el poder de los barones de la droga en México.
El asesinato de policías y el desafío abierto a una sociedad atemorizada, fueron una constante en la Colombia de hace dos décadas. Es cierto que todavía hay graves manifestaciones del problema, máxime en los últimos años que el narcotráfico ha permeado a los grupos guerrilleros, los paramilitares, y a algunos mal llamados líderes, que diseñaron plataformas políticas auspiciadas por dineros del narcotráfico.Pero en Colombia el parte de guerra sobre la crítica situación es de avance. La extradición, el fortalecimiento y depuración de las Fuerzas Militares, el endurecimiento de las penas y la guerra sin cuartel en contra del lavado de activos han sido, entre otras, herramientas eficaces para minimizar o erradicar el problema de los narcos. Hoy México vive una primera temporada de "colombianización" caracterizada por el accionar tenebroso de los "todopoderosos" barones y carteles de la droga que navegan en grandes fortunas, seguros de que su dinero maldito puede comprarlo todo.
Después de esta etapa viene el enfrentamiento de una sociedad civil organizada que, hastiada de sus atropellos, busca el respaldo institucional, recurriendo a sus Fuerzas Militares que golpean insistentemente esas estructuras, al punto que las obligan a transformarse o a reducirse a su mínima expresión de delincuentes de poca monta. Ojalá las autoridades mexicanas no dejen llegar su país al grado máximo de infiltración del narcotráfico a través de un proyecto político.Estamos seguros que en la guerra contra las drogas el papel de Estados Unidos y de los países de la Unión Europea es vital, pues los asiste determinantemente, el protagonismo de consumidores. Las estigmatizaciones son dolorosas, pero tal vez son necesarias para empezar a enfrentar verdaderamente el problema. Por fortuna, hoy Colombia empieza a ver la luz al final del túnel, pero solos e inconscientes no podemos salir de ese estado.
*Imagen: Noviembre de 2006 - supuestos miembros de las Maras aparecen mutilados y enterrados en el municipio de Coyuca de Benitez, México. Foto: María Teresa Ronderos
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Es cierto que faltan muchas batallas por librarse y que tristemente no todas se ganarán, pero es elocuente que la guerra, en términos generales, se va ganando más si hay corresponsabilidad por parte de los países consumidores. Volvemos a insistir en que las naciones afectadas socialmente por el consumo de alucinógenos deben actuar en forma mancomunada con los productores para liberarse de una vez por todas de este flagelo, de lo contrario toda lucha será infructuosa e injusta.
Desde hace un par de años, el campo de batalla en contra del negocio de las drogas se ha situado en territorio mexicano dejando una estela de muerte y desolación que nosotros recordamos muy bien en estas tierras. Allí, tenebrosos carteles de narcotraficantes han puesto en jaque a algunos estados fronterizos, a la policía y en especial a la administración federal. E incluso, la situación ha preocupado notablemente a la administración estadounidense que puso a andar la llamada "Iniciativa Puebla", estrategia que busca hacerle frente al problema, incrementando el pie de fuerza para contrarrestar el poder de los barones de la droga en México.
El asesinato de policías y el desafío abierto a una sociedad atemorizada, fueron una constante en la Colombia de hace dos décadas. Es cierto que todavía hay graves manifestaciones del problema, máxime en los últimos años que el narcotráfico ha permeado a los grupos guerrilleros, los paramilitares, y a algunos mal llamados líderes, que diseñaron plataformas políticas auspiciadas por dineros del narcotráfico.Pero en Colombia el parte de guerra sobre la crítica situación es de avance. La extradición, el fortalecimiento y depuración de las Fuerzas Militares, el endurecimiento de las penas y la guerra sin cuartel en contra del lavado de activos han sido, entre otras, herramientas eficaces para minimizar o erradicar el problema de los narcos. Hoy México vive una primera temporada de "colombianización" caracterizada por el accionar tenebroso de los "todopoderosos" barones y carteles de la droga que navegan en grandes fortunas, seguros de que su dinero maldito puede comprarlo todo.
Después de esta etapa viene el enfrentamiento de una sociedad civil organizada que, hastiada de sus atropellos, busca el respaldo institucional, recurriendo a sus Fuerzas Militares que golpean insistentemente esas estructuras, al punto que las obligan a transformarse o a reducirse a su mínima expresión de delincuentes de poca monta. Ojalá las autoridades mexicanas no dejen llegar su país al grado máximo de infiltración del narcotráfico a través de un proyecto político.Estamos seguros que en la guerra contra las drogas el papel de Estados Unidos y de los países de la Unión Europea es vital, pues los asiste determinantemente, el protagonismo de consumidores. Las estigmatizaciones son dolorosas, pero tal vez son necesarias para empezar a enfrentar verdaderamente el problema. Por fortuna, hoy Colombia empieza a ver la luz al final del túnel, pero solos e inconscientes no podemos salir de ese estado.
*Imagen: Noviembre de 2006 - supuestos miembros de las Maras aparecen mutilados y enterrados en el municipio de Coyuca de Benitez, México. Foto: María Teresa Ronderos
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