Nuevos planteamientos para la lucha contra el narcotráfico y las drogas.
El editor de la influyente revista Foreign Policy, Moisés Naim, publicó un libro donde analiza cómo los traficantes, los contrabandistas y los piratas están aprovechando todas las ventajas de la globalización para tomar por asalto la economía mundial. Destaca la importancia de darle una solución definitiva al problema. Especialmente porque considera que el tráfico ilícito internacional está dividiendo al mundo ya no entre Oriente y Occidente sino entre lo que llama “puntos luminosos” y “hoyos negros”. Estos hoyos negros son los lugares donde las redes de tráfico ilegal de productos –desde las drogas hasta el tráfico de personas- viven y crecen. “Los gobiernos en países menos desarrollados que ya son débiles, serán debilitados a medida que las redes ilegales en ese territorio amasen nuevas fortunas. Inevitablemente estas redes invertirán en la compra de influencia política y capacidad militar para combatir al gobierno”, enfatiza.
Dice que es clave entender que: El narcotráfico ha evolucionado considerablemente desde la época de Pablo Escobar. El negocio ya no está en manos de carteles familiares con una estructura vertical, sino que se maneja a través de redes, que ya no se especializan solo en el tráfico de drogas sino en todo tipo de tráfico de productos, incluyendo el tráfico de personas. La globalización ha hecho que el negocio de las drogas sea más rápido, eficiente y fácil de esconder. Se ha fusionado con la economía global. La descentralización permite reflejar los avances tecnológicos, baja el costo de la operación porque reduce los riesgos de ser detectado, permite aumentar el control y la rentabilidad de las fuentes de oferta y demanda.
Señala, que la revolución financiera de la última década es la que más ha beneficiado el negocio de las drogas. La banca por Internet, los servicios de giro, los servicios de sindicación de préstamos y de comisionistas han facilitado las grandes transacciones de dinero. “Durante mucho tiempo hemos permitido que las exhortaciones morales reemplacen un análisis honesto del problema”, dice Naim, y sugiere entender que: el tráfico ilegal es un fenómeno económico, no moral. El tráfico ilegal es un fenómeno político: los traficantes no pueden prosperar sin la complicidad y la colaboración de agentes del gobierno. “El tráfico ilegal no puede ser entendido y combatido efectivamente si no se coloca la economía y la política en el centro del análisis y de las recomendaciones”. El tráfico ilegal involucra a todo el mundo. “Nunca avanzaremos si ponemos toda nuestra atención en los proveedores de los productos ilegales y no en la gente de bien cuyo apetito por esos productos crea los incentivos que los hace posible”.
Naim especifica, “La conclusión es que la desregulación, la descriminalización y la legalización tienen que ser opciones de política, sujetas a reducir el valor a los traficantes y el daño a la sociedad. También significa que las políticas que no han probado tener este efecto deben reevaluarse”.
Finalmente, establece que la cooperación internacional es clave. “Las drogas son cada vez más difíciles de controlar en su fuente, ya que las fuentes de producción de droga se están multiplicando: ya sea porque hay nuevos productores de varias drogas, enclaves rebeldes en un país, o sustitutos que se han vuelto privilegiados de paso para las drogas”. Por eso la coordinación internacional es fundamental para superar las fronteras, que es la principal ventaja con la que cuentan los traficantes sobre los gobiernos, más limitados a actuar dentro de las fronteras de cada país por una serie de restricciones legales y de soberanía.
El editor de la influyente revista Foreign Policy, Moisés Naim, publicó un libro donde analiza cómo los traficantes, los contrabandistas y los piratas están aprovechando todas las ventajas de la globalización para tomar por asalto la economía mundial. Destaca la importancia de darle una solución definitiva al problema. Especialmente porque considera que el tráfico ilícito internacional está dividiendo al mundo ya no entre Oriente y Occidente sino entre lo que llama “puntos luminosos” y “hoyos negros”. Estos hoyos negros son los lugares donde las redes de tráfico ilegal de productos –desde las drogas hasta el tráfico de personas- viven y crecen. “Los gobiernos en países menos desarrollados que ya son débiles, serán debilitados a medida que las redes ilegales en ese territorio amasen nuevas fortunas. Inevitablemente estas redes invertirán en la compra de influencia política y capacidad militar para combatir al gobierno”, enfatiza.
Dice que es clave entender que: El narcotráfico ha evolucionado considerablemente desde la época de Pablo Escobar. El negocio ya no está en manos de carteles familiares con una estructura vertical, sino que se maneja a través de redes, que ya no se especializan solo en el tráfico de drogas sino en todo tipo de tráfico de productos, incluyendo el tráfico de personas. La globalización ha hecho que el negocio de las drogas sea más rápido, eficiente y fácil de esconder. Se ha fusionado con la economía global. La descentralización permite reflejar los avances tecnológicos, baja el costo de la operación porque reduce los riesgos de ser detectado, permite aumentar el control y la rentabilidad de las fuentes de oferta y demanda.
Señala, que la revolución financiera de la última década es la que más ha beneficiado el negocio de las drogas. La banca por Internet, los servicios de giro, los servicios de sindicación de préstamos y de comisionistas han facilitado las grandes transacciones de dinero. “Durante mucho tiempo hemos permitido que las exhortaciones morales reemplacen un análisis honesto del problema”, dice Naim, y sugiere entender que: el tráfico ilegal es un fenómeno económico, no moral. El tráfico ilegal es un fenómeno político: los traficantes no pueden prosperar sin la complicidad y la colaboración de agentes del gobierno. “El tráfico ilegal no puede ser entendido y combatido efectivamente si no se coloca la economía y la política en el centro del análisis y de las recomendaciones”. El tráfico ilegal involucra a todo el mundo. “Nunca avanzaremos si ponemos toda nuestra atención en los proveedores de los productos ilegales y no en la gente de bien cuyo apetito por esos productos crea los incentivos que los hace posible”.
Naim especifica, “La conclusión es que la desregulación, la descriminalización y la legalización tienen que ser opciones de política, sujetas a reducir el valor a los traficantes y el daño a la sociedad. También significa que las políticas que no han probado tener este efecto deben reevaluarse”.
Finalmente, establece que la cooperación internacional es clave. “Las drogas son cada vez más difíciles de controlar en su fuente, ya que las fuentes de producción de droga se están multiplicando: ya sea porque hay nuevos productores de varias drogas, enclaves rebeldes en un país, o sustitutos que se han vuelto privilegiados de paso para las drogas”. Por eso la coordinación internacional es fundamental para superar las fronteras, que es la principal ventaja con la que cuentan los traficantes sobre los gobiernos, más limitados a actuar dentro de las fronteras de cada país por una serie de restricciones legales y de soberanía.
Coincidimos plenamente con estos nuevos planteamientos y exhortamos a ser acogidos en la evaluación y corrección de las estrategias antinarcóticos que se vienen aplicando, como hemos visto, con ineficacia, desorden y corrupción, determinando que los resultados sean pobres y por ende la sensación que la guerra contra el narcotráfico y las drogas sea una guerra perdida.
*Imágenes: 1) Felipe Páucar. Autor del artículo. 2) La lucha contra los cultivos de coca es una lucha perdida. Fuente: AP
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